En el reparto de mimos territoriales, el nuevo jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, ha limitado a su ministra de Industria la representación del PSOE-M en su gabinete. Todo el peso de la cuarta federación más importante del país, apadrinada por uno de sus escuderos y en la que él mismo milita, recaerá sobre los hombros de Reyes Maroto. Entre los 17 nombres destacan la pluralidad de mujeres y los fichajes de Pedro Duque, Fernando Grande-Marlaska y Màxim Huerta. Estos dos, defensores del activismo LGTBI.
La madrileña es la cuarta federación más poderosa de las 24 en las que se compartimenta el puzle del PSOE, pero su representación en el Consejo de Ministros se verá limitada a un asiento.
Reyes Maroto, vallisoletana, era hasta hoy diputada en la Asamblea de Madrid y ha estado ligada al partido a través de la Fundación Ideas. Además, forma parte de la ejecutiva regional como secretaria de Desarrollo Sostenible. De perfil en principio poco mediático aunque con una presencia y reputación en ascenso, ahora, ostentará la cartera de Industria, Comercio y Turismo en un gabinete conformado por 17 ministros. Ella será el puente entre el presidente y la sede de Buen Suceso.
Recambio para la opción Gabilondo
Pedro Sánchez es el segundo político local que llega a la Moncloa desde la Transición, tras el interregno del 'ucedista' Leopoldo Calvo-Sotelo. Sin embargo, a la luz de la lista definitiva que ha dado a conocer al Rey y pese a la elección de Maroto, el de Tetuán no se ha dejado llevar por el sentimiento de pertenencia al PSOE-M. Tampoco ha respetado el peso proporcional de una formación que, según el último censo publicado, cuenta con algo más de 15.000 militantes.
El Gobierno regional, por boca de su flamante vicepresidente, Pedro Rollán, le había reclamado este martes desde Sol que nombrase un ministro madrileño. Descartada Cristina Narbona, el portavoz en la Asamblea, Ángel Gabilondo, había figurado hasta el último minuto en las quinielas para recuperar la cartera de Educación, pero su lanzada candidatura para las autonómicas de 2019 ha terminado por complicar sus opciones.
Sin el jefe de la oposición en Vallecas -quien pese a su integración en el partido no tiene carné socialista-, Maroto se queda como la única dirigente madrileña de peso en el equipo. Ningún alcalde o concejal ni ningún otro miembro de la actual Ejecutiva ostentará responsabilidad ministerial. Cabe recordar que el saliente Mariano Rajoy repartió alguna caricia más al (cuestionado) clan madrileño, con nombramientos como los de Alberto Ruiz-Gallardón, Ana Mato o el de Pío García-Escudero al frente del Senado.
Hoy, el reconocimiento al peso del antiguo (y turbulento) PSM se ha zanjado con Maroto y, al 'gen madrileño', con dos tímidos gestos: la elección de los nuevos titulares de Ciencia, Innovación y Universidades y de Justicia, el astronauta Pedro Duque y la fiscal Lola Delgado, independientes nacidos en la región.
De la lista de ministros figuró hasta el penúltimo segundo al frente de Defensa Constantino Méndez, sí había estado algo más cerca de la estructura orgánica del socialismo madrileño. El gallego ejerció como delegado del Gobierno en Madrid bajo el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero y formó parte de la gestora que sucedió a la dimisión de Rafael Simancas tras su batacazo en 2007, pero su candidatura ha desaparecido a favor de la de Margarita Robles.
La “pedrea”
Estas designaciones, con todo, contrastan ha prestado atención al equilibrio territorial. De hecho, ha incorporado varios perfiles muy políticos procedentes de otras poderosas federaciones como Andalucía, Valencia o del PSC, hermana en Cataluña.
La designación de Maroto –una cartera de “pedrea”, según un destacado dirigente- llega tras tres días de filtraciones sin guiños a los intereses madrileños. El plante resultaba en realidad algo incomprensible teniendo en cuenta que el secretario general de los socialistas madrileños, José Manuel Franco, fue uno de los mayores valedores del 'sanchismo' en el casi mitológico resurgimiento que le llevó a reconquistar el trono de Ferraz con la mitad de las papeletas en el bolsillo.
El dominio de Sánchez en la región estaba apuntalado desde que, poco después, en las primarias a la Secretaría General del PSOE-M, la victoria del también portavoz adjunto en la Cámara de Vallecas pusiera fin al abortado mandato de Sara Hernández, a la que el presidente nunca perdonó su abandono.
Sin embargo, en el último tiempo parecía haberse creado una cierta distancia entre ambas direcciones tras varias polémicas, desde el desmentido acercamiento a Manuela Carmena al CV del propio Franco.
Una foto feminista y ecologista
La lectura madrileña no es la única que deja los nombramientos. La más llamativa es la abundancia de mujeres en el reparto. Sánchez supera la marca paritaria de Zapatero y, por primera vez, configura un gabinete con más ministras que ministros. La asunción de la cartera de Igualdad por parte de la (única) vicepresidenta, Carmen Calvo, tiende a este fin.
Además de las advertencias al independentismo en la persona del nuevo jefe de la diplomacia española, Josep Borrell -bregado, como la nueva ministra de Economía, en la partida internacional que hasta ahora estaba perdiendo el constitucionalismo en Cataluña-, destaca la megacartera que gestionará Teresa Ribera. La exsecretaria de Estado aunará las áreas de Medio Ambiente y Energía en una apuesta transformadora que deja entrever que este Ejecutivo no convocará elecciones para disolverse tan pronto como a algunos gustaría.
Además, el Consejo incorpora tres fulgurantes y mediáticos fichajes: los del mencionado Duque, del juez de Fernando Grande-Marlaska (que se queda con Interior) y del periodista Màxim Huerta (el último en conocerse, a Cultura y Deportes). Sus designaciones, golpes de efecto que oxigenan la densidad política, dejan además otro titular. La entrada de estos dos últimos, destacados rostros del activismo LGTBI, rompe la heteronormatividad reinante en las reuniones de Moncloa y abre el palacio a una suerte de representación de la sociedad a la comunidad LGTBI, si bien Sánchez ha omitido públicamente cualquier referencia a esta decisión.
A todo esto se suma la elocuente incorporación de Luis Planas. El exconsejero andaluz intentó disputarle en 2013 la llegada a la Junta a Susana Díaz. No lo logró. Si lo hubiera conseguido, quién sabe dónde estaría hoy el 'sanchismo'.