Hasta hace una semana, Carmen Barahona era un nombre desconocido hasta para los más especializados en política regional. Y, quizás, para muchos siga siéndolo a día de hoy. Esta concejala de Rivas-Vaciamadrid ha dado un inesperado salto desde la discreta oposición local a la Secretaría de Organización, uno de los puestos más ambicionados del PSOE-M de José Manuel Franco. Posee una experiencia profesional externa a la política ligada a la gestión sanitaria. Su elección, y no de alguien mucho más marcado en el partido, cambia la dinámica tradicional.
"¿'Carmen' qué?". El nombre de una edil de Rivas-Vaciamadrid empezó a circular por los corrillos en las horas previas a la celebración del Congreso Regional del PSOE-M. José Manuel Franco, el nuevo secretario general (elegido por aclamación de las bases aunque no con todo su entusiasmo), había optado por Carmen Barahona para ocupar la Secretaría de Organización, el puesto ejecutivo más importante del partido detrás del suyo.
Barahona, cuyo nombre adelantó Madridiario, nació en Eibar (Guipúzcoa) el 14 de abril de 1959, una jornada poco tricolor en aquel monocromo calendario. Estudió Farmacia y se especializó en Bioquímica por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y complementó su formación científica con un MBA del Instituto de Empresa.
Teniente de Masa
Tras pasar por la empresa privada, en 1988 -un año antes de afiliarse al PSOE- entró a trabajar en la Consejería de Sanidad madrileña como técnica superior en Gestión Hospitalaria. Después, pasó a Gestión y Servicios Generales en hospitales públicos madrileños y en la actualidad trabaja en la Dirección General de Planificación, Investigación y Formación.
En el PSOE, su carrera estaba hasta hoy exclusivamente ligada a la localidad ripense, en la que reside desde 1990. Allí es una concejala con algunos trienios. Fue teniente de alcalde del primer mandato de José Masa (IU) entre 2003 y 2007 gracias a un pacto de los socialistas con esa formación. En ese tiempo, estuvo al frente de Salud y Consumo y de Cultura y Fiestas.
En las últimas elecciones municipales regresó al Ayuntamiento y ocupa uno de los cuatro asientos que los socialistas tienen en la oposición después de que el acuerdo con Rivas Puede y Somos terminara por saltar por los aires al año de su firma.
Tímidas incursiones en la política regional
Barahona ha tenido, eso sí, algunas incursiones fuera de la política local. Fue vocal de la Comisión de Cultura de la Federación de Municipios de Madrid (FMM) entre 2004 y 2007.
Según el currículo facilitado por el partido, es miembro de la coordinadora para la creación de la Red de Ciudades y Pueblos por el Agua Pública en la Comunidad de Madrid desde 2016. Pero poco más, porque, por no tener notoriedad, ni siquiera ostenta la Secretaría General de su agupación. En ella, solo es responsable de Política Institucional.
Según su última declaración de bienes, tiene dos pisos a su nombre -uno en la capital- y dos coches.
Estilo de la (nueva) casa
La designación al frente de la ejecutiva de esta mujer casi anónima es un ejemplo del estilo que quiere imponer Franco. El que fuera coordinador de la campaña que logró el retorno a Ferraz de Pedro Sánchez, desembarcó en las primarias de la federación regional con la impronta del 'sanchismo' y la misión de recuperar este trono capital.
Sin embargo, su obsesión ha sido pública para deshacer las fratricidas familias que han campado en el socialismo madrileño. De ahí que finalmente haya elegido el de Barahona para suceder a Enrique Rico en lugar de otros apellidos mucho más marcados. Además, con esta jugada, riega la primera línea de maneras paritarias y municipalistas.
Como miembro de la Comisión Ejecutiva Regional, Barahona no recibirá sueldo, pero deberá bregar con un equipo más amplio de lo normal, en la que ha cabido hasta Maru Menéndez, uno de los últimos vestigios 'tomasistas'. Esta pluralidad es la cara b o la consecuencia del estilo poroso ambicionado por el secretario general. Porque, quizás, más que diluir, el 'franquismo' lo que ha conseguido esta vez es amalgamar el silencio de sables con el que el partido quiere llegar vivo, al menos, hasta 2019.