Sara Hernández no había perdido la dirección de su trayectoria ascendente. Pasó de concejala a 'mujer fuerte' del Gobierno de Getafe bajo el mando del histórico Pedro Castro. En 2015, puso fin al único alcalde que hasta ahora ha colocado el PP en esa localidad con un acuerdo de izquierdas y se convirtió en la primera mujer en dirigir a sus más de 170.000 habitantes. Alcanzó el cielo de su carrera al pasar a ser, también, secretaria general del PSOE-M y en lo más alto se mantuvo como fiel escudera de Pedro Sánchez. Pero este año todo ha cambiado. Con su repentino apoyo a Patxi López en la última guerra federal, la trayectoria se convirtió en viaje a ninguna parte. Ahora, pese a las peticiones para que se retire, aspira a regresar de ese punto ciego con una reelección que le permita ahondar en su proyecto.
Sara Hernández (Madrid, 1976) lleva dos años como secretaria general que parecen dos siglos. Y no tanto por su gestión en el PSOE-M, que ha sido más bien discreta, sino por el tremendo desgaste que ha vivido en este tiempo como peón estratégico del tablero socialista español.
Durante el mandato que aspira a renovar este mes, ha tenido que preparar dos elecciones generales y unas difíciles primarias federales. En ese tiempo, ha pasado de hacerle los coros al famoso 'no es no' de Pedro Sánchez a defender, quizás con menos pasión que razón, el infinitamente menos célebre 'sí es sí' de Patxi López.
Oídos sordos
Ese arriesgado cambio de bando le salió mal. Su otrora valedor -el que consiguió situarla al frente del PSOE-M desde el que disparó a matar contra el 'tomasismo'- regresó en mayo a Ferraz aupado por la militancia. Para entonces, Hernández ya había emprendido un viaje a ninguna parte del que ahora dice que tiene todo el derecho del mundo a regresar.
Lo cierto es que la actual secretaria general abandonó a Sánchez en un movimiento coordinado con otros barones territoriales. Pero, quizás por ser la secretaria general de Madrid, parece que ha recibido un castigo mayor del de Pozuelo que se traduce en una total pérdida de confianza y una operación de descrédito en los mentideros del partido.
Ella, sin embargo, hace oídos sordos a esos reproches y relativiza la situación. Fue la primera en anunciar su candidatura para estas primarias ordinarias y no ha dejado de repetir que no se apea de la carrera pese a las invitaciones más o menos groseras que le lanzan para que lo haga. Por mérito propio (y demérito de sus compañeras) es, además, la única mujer en la carrera.
Trayectoria a la carrera
Rocosa y huidiza, su a veces desafiante distancia con la prensa refleja (en parte) una extenuante agenda que bordea la ubicuidad y que le obliga a desplazarse a la carrera entre Ferraz, Buen Suceso y su despacho en la plaza de la Constitución de Getafe.
Porque Hernández es, a diferencia de su predecesor -el cunero popular Juan Soler-, una profunda conocedora de la localidad que gobierna. Es hija, como muchísimos de sus vecinos, de emigrantes castellanos. Se mudó a los 8 años a la autodenominada capital del sur, se licenció en Derecho en la Carlos III y desde hace más de una década reside en el populoso barrio de La Alhóndiga.
Hernández fue ahijada de Pedro Castro y vive en Getafe desde niña.
Resultó elegida concejala en 2003. Llegó al Consistorio apadrinada por el histórico Pedro Castro y fue responsable de Relaciones Institucionales primero y 'mujer fuerte' del Gobierno después (combinó la portavocía con la tenencia de alcalde y las concejalías de Presidencia, Mujer e Igualdad y Seguridad Ciudadana).
Propuestas a la espera
Su carrera política en Getafe culminó con su investidura como alcaldesa en 2015 gracias a un acuerdo con IUCM y Ahora Getafe, la confluencia en la que participa Podemos y que, por el momento, se mantiene más o menos sólido. Tanto, que no le han menguado las fuerzas para presentarse también a esa reelección, como adelantó recientemente en Madridiario.
Sobre el proceso más inminente, esta abogada laboralista y de Civil, aún no ha concretado gran cosa más allá de privilegiar el municipalismo, que es casi un lugar común en cualquier primaria regional. Es la tercera candidata con posibilidades junto a Juan Lobato y José Manuel Franco, pero los dos le llevan una abismal ventaja en términos comunicativos. Porque, por ahora, no ha presentado ningún documento ni equipo ni plataforma.
Tampoco le sobran aliados. Y eso es un problema a la hora de enfrentarse a votaciones con tantos candidatos como la actual. La mayoría de su ejecutiva, incluido el presidente Manuel Robles, está con Franco. Desde su llegada, ha contado con el cuestionamiento permanente de nombres como Antonio Miguel Carmona. En privado, lamenta que siempre haya tenido una contestación interna y que las circunstancias no le hayan dejado desarrollar su proyecto, elegido para pilotar el socialismo madrileño. Aún así, insiste. La primera alcaldesa de la historia de Getafe se niega a dejar de ser la primera secretaria general de la historia del PSOE-M.