Una manifestación liderada por José Antonio Primo de Rivera y otros falangistas llegaba a Sol para defender la unidad de España ante la proclamación de la República Catalana. Fue el 7 de octubre de 1934.
Ya había empezado el otoño, pero en octubre de 1934 España ardía, al menos en un sentido figurado. Un año antes se habían celebrado las segundas elecciones de la Segunda República, en las que el Partido Radical liderado por Alejandro Lerroux forma gobierno apoyado por la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas). En octubre del 34, la CEDA consigue el respaldo del por entonces presidente de la República, Alcalá-Zamora, para obligar a Lerroux a que incluya a tres ministos de su partido en el Gobierno, una victoria que hizo reaccionar a los partidos de la izquierda: apoyada por amplios sectores del PSOE, la UGT declaró la huelga general la noche del 4 al 5 de octubre.
La repercusión que tuvo el llamamiento a la huelga en todo el país, aunque desigual, fue importante. Así, el 6 de octubre, el Gobierno de Lerroux declara el estado de guerra. En Cataluña, las tensiones entre el nuevo Gobierno central y la Generalitat de Lluís Companys, especialmente cuando acababa de empezar a andar el Estatuto de Autonomia Catalán aprobado en 1932, no habían hecho más que aumentar desde las elecciones. Así, una vez declarado el estado de guerra y con una Barcelora paralizada por la huelga, a las ocho y diez minutos de la tarde de ese 6 de octubre, Lluís Companys apareció en el balcón de la Generalitat acompañado de sus consejeros y proclamó la República Catalana.
A las 7 de la mañana del día 7 de octubre las tropas del Ejército de la República entraron en el Palacio de la Generalidad y detuvieron a Companys y a su Gobierno. Ese mismo día por la tarde, la acción se trasladaba a Madrid: un grupo de falangistas capitaneados por José Antonio Primo de Rivera, se manifestaron en la Puerta del Sol para celebrar la derrota del Gobierno catalán en sus pretensiones separatistas y acuñaron, con una única pancarta que sobresalía por encima de las cabezas de los concentrados, una expresión que hoy es de lo más recurrente: la de "unidad de España".
"Muy pronto, la Puerta del Sol se vio totalmente invadida por el público, que comenzó a dar vivas a España y mueras a significadas personas de la Esquerra catalana y de los partidos políticos de la izquierda que han colaborado con este movimiento revolucionario", contaba ABC en su crónica del día siguiente. El diario relata cómo, mientras llegaban al ministerio de la Gobernación, "los ministros no podían ocultar su emoción ante el hermoso espectáculo de patriótico entusiasmo que estaban presentando".