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Apicultor trabaja en una colmena
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Apicultor trabaja en una colmena (Foto: Carmen M.Gutierrez)

La apicultura madrileña, bajo amenaza: “El panorama es desolador”

Por Fernando Rodríguez
jueves 23 de febrero de 2023, 07:38h

Sequía, incremento de los costes de producción y cifras récord en cuanto a la importación de mieles extranjeras. El sector apícola español afronta enormes dificultades para salir adelante en un contexto marcado por la merma de la producción, que en algunas regiones se ha reducido “en comparación, ya no con un año bueno, sino con uno normal” en hasta un 50 por ciento. Tanto es así que, en la actualidad, nueve de cada diez mieles nacionales permanecen abandonadas en los almacenes, sin encontrar salida en el mercado. Un “panorama desolador” que está llevando a muchos apicultores “a la ruina”.

Los efectos del cambio climático no han tardado en dejar su huella. La ausencia de precipitaciones, los inviernos cortos y las altas temperaturas provocan una importante pérdida de biodiversidad floral en el campo madrileño, una cuestión que afecta de manera directa al sector apícola. Este hecho trae consigo escasez de néctar, lo que fuerza a los productores sin acceso a la trashumancia a la alimentación artificial de sus colmenas.

El aumento de los costes de producción, ligado fundamentalmente al incremento en el precio de los combustibles, aunque también al pienso y al vidrio necesario para el envasado, es otro de los ingredientes claves en la ecuación.

La congelación de las exportaciones a Alemania, que padece las mismas problemáticas que nuestro país, no ha hecho más que agravar la cuestión. Pese a todo, el principal escollo para los apicultores continúa siendo el gran volumen de importaciones. “El principal problema en España es que tenemos un mercado inundado de mieles extranjeras, principalmente chinas, que son baratas y de dudosa calidad. Más que miel, hablamos de sirope”, explica Santiago Cuerda, apicultor aficionado y estudioso del asunto.

Mieles sostenibles en Cobeña (Foto: Lucía Villanueva)

"El consumidor tiene derecho a saber qué se está comiendo"

Otra de las grandes carencias de estos productos, que llegan a territorio nacional “a través de terceros países como Turquía o Ucrania”, se vincula con su etiquetado. “Calificaría el etiquetado de estas mieles como fraudulento, pues no permite su trazabilidad, lo que, a su vez, imposibilita conocer su procedencia y su composición, es decir, el polen empleado y los tipos de mieles que se mezclan en su producción. Si el consumidor final quiere mieles baratas, debería al menos conocer lo que se está comiendo, añade Cuerda.

Además, la Varroa destructor, un pequeño ácaro que vive en el cuerpo de las crías y las abejas adultas, debilitándolas y activando otras patologías de virus y bacterias, ha provocado pérdidas de hasta un 30 por ciento de las colmenas nacionales en el último año. Para más inri, destacan los apicultores, aún no tiene cura: “Al ser la apicultura un sector pequeño, las farmacéuticas no investigan acerca de nuevos productos para combatirla. Tampoco sobre fármacos para otras patologías que actualmente no tienen cura.

A todas estas problemáticas hay que sumar el impacto de las especies invasoras y el uso indiscriminado de agroquímicos.

Reclaman más ayudas

El sector apícola de la Comunidad de Madrid está constituido por más de 500 apicultores y 13.682 colmenas, habiendo experimentado un gran crecimiento en la última década. Nueve de cada diez productores son aficionados y entienden la apicultura como apoyo a su economía. Prácticamente en todas las zonas de la región donde hay un mínimo de vegetación se pueden encontrar colmenares, siendo el norte y el oeste de la región las áreas donde se concentran en mayor medida. La producción anual asciende hasta las 220 toneladas. Sin embargo, la mitad de ella se destina al autoconsumo. De la otra mitad, un 15 por ciento es para venta local y, por lo tanto, solo un 35 por ciento se vende al por mayor.

“Aún no conocemos la cuantía de las ayudas con la nueva PAC”

En materia de ayudas, Apiscam, la asociación que aglutina a la mayoría de los apicultores madrileños, reclama nuevas subvenciones para la alimentación de sus colmenas: “La solución sería más lluvia y menos días de calor extremo. Como esto no es manejable, estamos solicitando mayor ayuda para la alimentación”. La asociación recibe en la actualidad las Ayudas a la Mejora de la Producción y Comercialización de la Miel, que forman parte de las Ayudas y Subvenciones al Sector Agrario y Agroalimentario. Estas “permiten a todos los apicultores que las solicitan recibir una ayuda para los tratamientos sanitarios, cera y alimento para las épocas de escasez de floraciones”. No obstante, añaden, “seguimos a la espera de conocer la cuantía definitiva a percibir con la nueva Política Agraria Común (PAC) de la Unión Europea, que ha entrado en vigor este año”.

Panal de abejas (Foto: Carmen M. Gutiérrez)

A escala regional, continúan los representantes de Apiscam, “la Comunidad sigue trabajando en una ayuda agroambiental para la mejora de la biodiversidad, fruto del servicio de polinización que prestan las abejas, que no termina de ver la luz. En las actuales circunstancias, especialmente para aquellos apicultores con más colmenas, esta subvención permitiría capear las pérdidas de colmenas y las malas cosechas”.

Por su parte, fuentes de la Consejería de Medio Ambiente y Sostenibilidad, liderada por Paloma Martín, anuncian “importantes ayudas en apoyo a la actividad apícola de la región”. Desde 2021, aseguran, el Gobierno regional ha invertido en el sector hasta 385.000 euros. Como parte del Programa de Desarrollo Rural para la Comunidad de Madrid, se han efectuado ayudas a la agricultura de hasta 100.000 euros. El objetivo de las mismas no es otro que mejorar la biodiversidad local potenciando la polinización de los campos. Asimismo, con el apoyo el Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural se han invertido 200.000 euros para la adopción y el mantenimiento de prácticas y métodos de apicultura ecológica. Los 85.000 euros restantes se corresponden con el Plan Apícola Nacional.

Todas estas subvenciones se encaminan a la profesionalización del sector. Entre las principales actuaciones destacan la asistencia técnica a los profesionales, la lucha contra las agresiones y las enfermedades que afectan a las colmenas y la repoblación de la cabaña apícola. A nivel comercial, se pretende además mejorar la rentabilidad de las explotaciones, optimizando los costes de producción y apostando por estrategias de comercialización innovadoras que permitan explotar su potencial en el mercado.

Soluciones desde lo colectivo

Pese a la cobertura institucional, concluyen desde Apiscam, la mayor dificultad para emprender la apicultura en la región es conseguir un terreno donde ubicar las colmenas. Para tratar de paliar esta cuestión y otras como la ausencia de relevo generacional, la entidad centra ahora sus esfuerzos en alcanzar acuerdos con distintos ayuntamientos para la cesión de terrenos destinados a la creación de colmenares colectivos a disposición de los vecinos.

Apicultor trabaja un panal en Cobeña (Foto: Lucía Villanueva)

“No le cuadran las cuentas a nadie”

En la misma línea, van surgiendo colectivos que abogan por soluciones en común a los males del sector. Un claro ejemplo de ello es Tierrasapicolas.com. Esta plataforma, que agrupa a apicultores profesionales y aficionados por todo el país, plantea vías de cooperación entre propietarios de tierras, productores agrarios y apicultores. Entre ellas destacan el arrendamiento de fincas de monte para la instalación de colmenares, el alquiler de colmenas para servicios de polinización de cultivos y la creación de un mercado común para la compraventa de enjambres, reinas, polen, maquinaria y herramientas de segunda mano. “Queremos crear una potente comunidad de apicultores por todo el país. Resulta fundamental tender puentes y sinergias entre apicultura y agricultura, porque ahora mismo no le cuadran las cuentas a nadie”.

Otras de las ideas propuestas por el colectivo pasan por la digitalización, la formación de las nuevas generaciones de apicultores o las actividades ligadas al apiturismo.

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