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Unos niños juegan junto al antiguo recorrido de En Canalillo
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Unos niños juegan junto al antiguo recorrido de En Canalillo (Foto: José Luis Berzal)

El Canalillo, la acequia perdida que reivindican los vecinos

El pasado más natural de Tetuán

Por Daniel Jiménez Vaquerizo
miércoles 23 de agosto de 2023, 07:45h

Son muchos los espacios de la ciudad que esconden recuerdos de su pasado. Un parque donde hoy juegan los niños y en el pasado se vio rodeado de de trincheras, grandes avenidas que hace siglos fueron huertas o casonas que algunas décadas atrás funcionaban como vaquerías en plena capital. Recuperar la memoria de Madrid significa para los colectivos que reivindican la historia del El Canalillo de la Dehesa de la Villa una apuesta por vincular el pasado con una mayor conexión con la naturaleza de la ciudad.

Es el caso de El Canalillo, una antigua conducción de agua que atraviesa los distritos de Tetuán y Moncloa-Aravaca, mantiene su trazado original desde su construcción en los años 60 del siglo XIX. Esta infraestructura fue concebida para aprovechar el excedente de agua proveniente del Canal de Isabel II a partir de 1868. Su propósito era el riego de las tierras agrícolas y huertos situados en los alrededores de la periferia madrileña. Diseñado por el arquitecto Juan de Ribera, fue construido en ladrillo presentando una anchura cercana a los dos metros y una profundidad de alrededor de un metro.

Antigua foto difundida por la Asociación de Amigos de la Dehesa de la Villa. Foto: José Luis Berzal

Con un trazado sinuoso, El Canalillo seguía las pendientes adecuadas y estaba bordeado por árboles. En la Avenida de Reina Victoria, en los confines del Ensanche, se encontraba el punto de división de aguas, una estructura similar a una casa desde donde se bifurcaban sus dos ramales: la acequia del Este y la del Norte, en total seis kilómetros de longitud. Este Canalillo correspondía al canal al aire libre por donde fluía el agua procedente del Lozoya y transportada por el Canal de Isabel II. Atravesaba Dehesa de la Villa, al sur del cual se erigía el acueducto de Amaniel, cercano a la avenida de Pablo Iglesias. Siguiendo un trazado sinuoso llegaba hasta el antiguo Hipódromo de la Castellana, donde hoy se sitúan Nuevos Ministerios y el Museo de Ciencias Naturales. Pasando por la glorieta de López de Hoyos, María de Molina y Diego de León, el Canalillo avanzaba en dirección al barrio de la Guindalera. Una estructura de gran importancia para la ciudad que pocos madrileños conocen.

Paseos y acciones para reivindicar su recuperación

Varios colectivos y asociaciones de la zona norte reivindican desde hace años la recuperación de El Canalillo a través de paseos para explicar la historia de esta construcción. María Ramos, presidenta de la Asociación Cultural Espacio Bellas Vistas, explica a Madridiario el recorrido que realizan de manera habitual como parte de las actividades que esta entidad realiza en el barrio. La ruta comienza el acueducto de Amaniel, junto al parque de Carlos París, en el límite de los distritos de Tetuán y Moncloa-Aravaca hasta la Dehesa de la Villa. Para Ramos, el recorrido es “una oportunidad para recuperar una senda peatonal que pueda conectar la urbe con la sierra”. Una actividad que, para la entidad, pone en relieve un importante valor ambiental por las distintas especies vegetales e incluso animales que se puede apreciar, a lo que se une un importante valor histórico y cultural.

Vecinos por el recorrido de El Canalillo en uno de los paseos organizados por la entidad. Foto: Espacio Bellas Vistas

Quien realice el trayecto también encontrará varios de los capirotes de un antiguo conducto de agua, un acceso a las canalizaciones de épocas previas a la llegada del Canal de Isabel II. Además se dejan ver varias zonas cerradas al paso, obligando a dar un gran rodeo sin poder continuar el curso de la acequia, haciendo imposible observar algunos de los restos originales de la construcción. Cerca, en los jardines de Juan XXIII, se observan vestigios del Viaje del Agua de Amaniel. Aquí se encuentran preservados el Arca Vieja de Amaniel, también conocida como Fuente de Caño Gordo, el punto donde se reunía y filtraba el agua antes de ser dirigida hacia la ciudad, y una sección visible de las galerías subterráneas. Esta zona fue descubierta en 2005 y en los últimos años, el Consistorio madrileño ha adecuado con paneles explicativos organizando además visitas guiadas.

Para María Ramos poner en valor la historia de El Canalillo es una manera de fomentar el contacto con “lo verde en la ciudad”. Para la presidenta de la entidad vecinal sigue existiendo una carencia de espacios verdes en el distrito de Tetuán. Las actividades desarrolladas por el Espacio Bellas Vistas ofrecen paseos por su recorrido y charlas para contextualizar su importancia a través de la historia, en la sede de la entidad, situada a escasos metros de la glorieta de Cuatro Caminos.

Nuevas actividades en septiembre

El Espacio Bellas Vistas prepara varias actividades para realizar tras el parón vacacional. Trasladan a este medio que, junto con el resto de las entidades y colectivos, van coordinar propuestas para recuperar el legado de El Canalillo y el pasado más ‘natural’ del distrito.

Tienen previsto mantener reuniones con los responsables del Ayuntamiento para avanzar en un “corredor verde” para la zona norte. “No vamos a inventar la rueda, queremos recuperar la historia”, señala María Ramos, en estos días donde las constantes olas de calor nos recuerdan la importancia de disfrutar de zonas verdes como ‘refugios climáticos’ en la ciudad.

Para Ramos, la ciudad “ha ido comiendo terreno a las zonas verdes”. Señala que alguna parte del recorrido original de El Canalillo no pueden visitarse ya que en la actualidad han sido eliminados por el paso de los años. Para la entidad es importante “visualizar lo que podría suponer la recuperación de los tramos de El Canalillo”, creando así un espacio idóneo para el disfrute de adultos y niños.

Huella en la literatura

Para ampliar la historia de El Canalillo y su importancia en la historia matritense podemos ojear algunos pasajes literarios. Benito Pérez Galdós recogió en 'Tristana' el lugar donde la protagonista de esta novela pasaba las tardes de paseo. Pio Baroja, en el 'Árbol de la ciencia', describe el recorrido de Andrés con Lulú: “Andrés iba a buscar a Lulú a la tienda, dejaban en el mostrador a la muchacha y se marchaban a corretear por el Canalillo o la Dehesa de Amaniel”. Por su parte, el salmantino Miguel de Unamuno traza el recorrido por los jardines de la Residencia de Estudiantes: “Aquí, en esta altura, pasa un canalillo y en sus bordes unos chopos apenas si se estremecen”.

La desaparición de El Canalillo

A medida que avanzó el siglo XX, las acequias de El Canalillo fueron desapareciendo para dar espacio a la urbanización de nuevas zonas al norte de la ciudad. A finales de los años sesenta fueron desapareciendo como canales de riego, y a día de hoy solo algunos tramos han sobrevivido al paso del tiempo. En la propia Dehesa de la Villa, un gran segmento ha sido transformado como camino para peatones y ciclistas. En el parque de Francos Rodríguez sobrevive una zona convertida ahora en estanque. Y en la Residencia de Estudiantes, el tramo que recordaba Unamuno es ahora un elemento decorativo en su jardín.

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