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Real Fábrica de Tapices
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Real Fábrica de Tapices (Foto: Cristina Martín.)

Una resucitada Fábrica de Tapices continuará tejiendo la historia de España

martes 20 de diciembre de 2016, 07:57h

La Real Fábrica de Tapices, fundada en 1721 por Felipe V, quiere convertirse en referencia europea en la restauración de tapices. A pesar de la complicada situación económica que vivió hace un año, de la que todavía no se ha recuperado del todo y que pudo haber supuesto su cierre, a día de hoy parece que el histórico espacio comienza a ver la luz al final del túnel. Dos importantes encargos garantizan empleo al menos durante cinco años.

Una impresionante alfombra azul preside la escalinata de entrada a este edificio neomudéjar, diseñado por José Segundo de Lema, de donde han salido piezas que cubren suelos, paredes y balcones de casas reales, administraciones políticas y coleccionistas privados. Entramos a la Real Fábrica de Tapices, un lugar donde se respira arte en cada rincón y que cuenta con una historia de 200 años a sus espaldas.

Cuando nace la Real Fábrica de Tapices, la intención de Felipe V era crear una fuerte industria nacional para que España no dependiera de las importaciones de productos franceses o flamencos. Así, la monarquía española se conviertió en promotora de una de las manufacturas de tapices más longevas de la historia. El Rey nombra como director a Jacobo Vandergoten, maestro tapicero de reconocida fama en Amberes, que se instaló junto a su familia en Madrid. Vandergoten montó sus telares y, al principio, comienzó a tejer tapices a partir de cartones traídos desde Flandes, pero pronto la Corona adquirió el compromiso de aportar ejemplares elaborados por los pintores del Rey para su copia en los telares.

A lo largo del siglo XVIII, la Fábrica vivió un período de gran esplendor con los primeros Borbones. Entre 1775 y 1793 Goya pintó los sesenta y tres cartones para tapices para los Reales Sitios de San Lorenzo de El Escorial y de El Pardo en tiempos de Carlos III y Carlos IV, con temáticas tanto de caza como de escenas costumbristas. En el transcurso del siglo XIX y de las primeras décadas del XX, la manufactura madrileña incrementó su prestigio a nivel internacional. Una época en la que proliferaron encargos de palacios, teatros, hoteles de lujo y residencias privadas que solicitaban alfombras y tapices.

En 1996 surgió la Fundación Real Fábrica de Tapices, una entidad sin ánimo de lucro destinada a garantizar para el futuro la transmisión de los oficios y la divulgación del legado histórico. Un largo camino que recorre la Fábrica, con sus logros y obstáculos, hasta que en 2015, la situación comienza a ser insostenible y se inicia un auténtico calvario económico. "Veníamos facturando unos dos millones de euros anuales y pasa a 100.000 euros de compras", explica Alejandro Klecker, administrador general de la institución. Esa pérdida produce un endeudamiento con los bancos llegando a acumular una cantidad que sobrepasa los seis millones de euros de deuda vencida. Tras declarar el artículo 5 bis de la Ley Concursal, la situación financiera con entidades bancarias y acreedores fue saliendo del abismo, recuperando antiguos clientes y 'adoptando' otros nuevos como la Iglesia -poseedora de una gran colección de tapices-, el mercado de Oriente Medio, Reino Unido y Estados Unidos.

De hecho, en este edificio, declarado en 2006 Bien de Interés Cultural en la categoría de monumento por la Comunidad de Madrid, los artesanos trabajan desde hace unos meses en dos interesantes encargos que van a suponer un respiro importante para la Fábrica de al menos cinco años, el tiempo que tardarán en finalizarse los trabajos.

El Gobierno de Sajonia ha solicitado los servicios de la Real Fábrica para realizar uno de los mayores encargos de la institución en estos 200 años. 32 tapices para el palacio de Dresde (Alemania) supondrá un ingreso de 1,2 millones de euros para la entidad lo que incrementará también el número de artesanos, hasta 60, casi el doble de lo que había hasta el momento. "Es la primera vez que nos metemos en un trabajo tan grande", asegura Klecker, con entusiasmo y con la prudencia que requieren este tipo de pedidos. El otro proyecto en el que se encuentran ya inmersos es el de el mayor tapiz de los últimos tiempos. Siete metros y medio por tres de alto que representan la masacre de Sabra y Chatila, encargado por unos libaneses, que aportará a la Institución unos 450.000 euros más. "Quizás es el tapiz más grande que se ha hecho en el siglo XX", confirma. "Es casi un Gernika para el mundo árabe. No es un tapiz sencillo por la complejidad de los dibujos".

Unos retos que permitirán a la Fábrica salir del "terremoto de gestión para poner en orden cosas que no se habían organizado bien". Así asume el administrador general la nueva etapa en la que se ven inmersos. Lleva un año al cargo de la Institución y ya tiene la mira puesta en proyectos futuros. Entre ellos, la puesta en marcha de exposiciones que conviertan a este histórico espacio en centro de excelencia de restauración de tapices. Así, se ha alcalzado un acuerdo con Paradores de Turismo para exponer conjuntamente piezas y la creación de una exposición itinerante de su actividad, titulada 'Hilos de Modernidad' así como la muestra del archivo de 4.000 cartones a través de exposiciones de obras inéditas (con autores como Goya, Juan Gris, Vaquero Turcios, Cellis o Sert).

También consideran necesario salir fuera de España para participar en ferias que faciliten nuevos contactos con arquitectos y decoradores de interior. Pero la mayor preocupación de Alejandro se centra en la supervivencia de la unidad de fabricación de alfombras. "Si la gente no es capaz de apreciar el trabajo que se hace y se compran alfobras supuestamente persas, tenemos un grave problema", cuenta a Madridiario con gran desidia.

Técnicas artesanales históricas
En la sección de alfombras, hasta 30 toneladas de hilos de más de 3.000 colores cuelgan del techo mientras que las artesanas trabajan con el nudo español, más denso y tupido, y con el turco. Con 5.000 nudos por metro cuadrado y un coste mínimo de 1.800 euros, estas piezas pueden durar cientos de años si pasan los cuidados necesarios. "El trabajo no es industrial, es totalmente artesanal", manifiesta Klecker. Una forma de trabajar que les ha llevado a responsabilizarse de encargos del Congreso de los Diputados, el Banco de España, el hotel botánico de Tenerife y el Palacio de Versalles, entre algunos. Aunque reciben un buen número de alfombras de particulares e incluso se convierten en 'casa' de algunas que se quedan huérfanas por disputas familiares o por la crisis, lo cierto es que los encargos más relevantes provienen de Casas Reales o Ministerios. Llegan a la fábrica con agujeros o cortes por el hueco de las escaleras y cuando salen de aquí, parecen nuevas. Los colores, censados para las alfombras de instituciones u organismos orficiales, en ocasiones solo es posible conseguirlos pasando por el laboratorio de teñido. "Nunca se consigue el cien por cien del color exacto porque sería una falsificación. Se consigue un parecido practicamente similar cuya diferencia solo sería visible con lupa".

Una tradición artesana que siguen también en la elaboración y restauración de los tapices. Los maestros artesanos pasan a papel cristal el dibujo para luego ser calcado con grafito, hilo por hilo. Cada tapiz es una pieza única que se realiza con canillas cargadas de cientos de colores en seda y lana. Pero interpretar el dibujo en tela es "muy complicado". De hecho, "entre 9 y 14 meses se tarda en hacer un metro cuadrado de tapiz con dos personas trabajando". Teniendo en cuenta la duración del encargo, Alejandro Klecker asegura que el coste puede ascender a 60.000 euros como mínimo, razón por la cual sigue siendo un artículo de lujo, como en el siglo XVIII.

Una piscina para limpiar los tapices
Un jardín donde se encuentran árboles y plantas usadas para teñir tejidos, además de algodón y lino, es el camino que conduce a la sala de limpieza. Cuando llegan las piezas a la Real Fábrica, tienen que pasar por una piscina de lavado, "única en el mundo" que mide 17 metros de largo por seis de ancho, antes de su restauración. Solo se utiliza agua desmineralizada y jabón vegetal para no dañar el teijdo. Una vez lavado, los tejidos recuperan colores que ya no se recordaban ya que hay tapices que no se han limpiado en 500 años. Además, en especial para las alfombras, utilizan una máquina de 1.905 que ayuda a eliminar el polvo acumulado a lo largo de los años. "Elimina 2,5 veces más polvo que una aspiradora profesional", hasta dos kilos por pieza, asegura el administrador. Una herramienta formada en su interior por gravilla de río y correas de cuero anudadas a un tambor que giran a las revoluciones que admite cada pieza.

Una vez lavado el tapiz se transporta mediante unos tubos y es trasladada con un papel que deja transpirar la pieza. A continuación, los expertos señalan las partes a restaurar siguiendo unas técnicas perfectas en cada puntada.

Tapices, alfombras y piezas artesanales son auténticas reliquias. Clientes de países como Rusia, Líbano, Catar o Emiratos Árabes Unidos quieren que la Real Fábrica se encargue de sus proyectos. Un espacio histórico que ha recuperado a los artesanos de la escuela taller, jóvenes y con muchas ganas. "No podemos perder el oficio y una fábrica como esta con gran proyección de futuro", concluye Klecker.

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