La de San Antonio es la primera gran verbena del ciclo estival madrileño. Pero, por segundo año consecutivo, no va a tener el carácter festivo de siempre. El año pasado en estas fechas teníamos muchas más limitaciones para movernos o concentrarnos. Y ya recordamos la tristeza de San Isidro con la desolación alrededor de la ermita y las suspensiones de todas las verbenas posteriores.
Hoy las inmediaciones de la ermita del santo casamentero están más animadas, aunque San Antonio tampoco saldrá en procesión. Los accesos a las dos ermitas están perfectamente organizados y separados, así como la fila para hacerse con los panecillos. Hay muchos fieles pero no aglomeraciones. Los panecillos se entregan perfectamente envasados para garantizar la higiene. Una bolsa con dos bollos para cada persona. Quien quiere más tiene que volver a hacer cola. Son, sobre todo, personas mayores las que no quieren perderse esta tradición. Dice que, si se guarda el pan junto al cajón del dinero, este se multiplicará.
Tampoco se ha sacado la pila para los alfileres. Esta tradición es más difícil cumplirla guardando medidas de higiene. Ya saben que consiste en introducir la mano abierta en una pila donde abundan los alfileres. Si se queda alguno adherido a la palma, los afortunados conseguirán pareja ese año. Quien quiera probar suerte, tendrá que esperar -¡ojala!- al año 2022.
No faltan chulapos y chulapas convenientemente enmascarillados. No renuncian a los trajes típicos madrileños aunque después de pasar ante el santo, no puedan marcarse un chotis, como era habitual.
La misa principal, la de las doce, ha sido oficiada un año más por monseñor Rouco Varela. Aunque ha llegado con la obligatoria mascarilla, se la quitado para oficiar. El altar, y los fieles, al aire libre, entre las dos ermitas.
La verbena y las gracias del santo fueron regularmente cantadas en la zarzuela y la revista. En Luisa Fernanda, la mazurca de las sombrillas lleva a la chicas a San Antonio ‘por ser un santo casamentero’. Las Leandras fue una revista enormemente popular estrenada por Celia Gámez en el teatro Pavón hace noventa años. En el ella Paco ‘el garboso’ y Aurelia cantan un dúo que, conocido como Dile al gomoso, incluye el famoso estribillo de: ¡Llévame a la verbena de San Antonio, que por ser la primera no hay que faltar! Y los madrileños, este año, no faltan, aunque sea con mascarilla.