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TAL DÍA COMO HOY

El desembarco de McDonalds en España cambió el mapa de la comida en el centro de Madrid, así como su paisaje comercial.
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El desembarco de McDonalds en España cambió el mapa de la comida en el centro de Madrid, así como su paisaje comercial. (Foto: Juan Luis jaén)

El 'fast food' aterriza en Madrid

Por MDO
sábado 09 de marzo de 2019, 08:55h
El 9 de marzo de 1981 abría en la Gran Vía madrileña el primer McDonalds.

Hoy es parte del paisaje habitual madrileño: cadenas de restaurantes de comida internacional que copan los centros de todas las grandes ciudades del mundo. Pero a principios de los años 80 todavía eran una rareza que atraían las miradas y despertaban la curiosidad de esa España a la que cada vez llegaba más influencia extranjera. El 9 de marzo de 1981 se inauguraba en la Gran Vía madrileña el primer local en España de la cadena de comida rápida americana McDonalds.

En ese primer restaurante, ubicado en la esquina de Gran Vía con la calle Silva, se puede ver hoy una placa en la que se recuerda que fue el primero de España. El primero de los cinco que la compañía proyectó solo para Madrid dentro de un plan de expansión que incluía unas doscientas aperturas. Los otros cuatro se situaron en calle Mayor, esquina a Espartero, calle del Duque e Alba, otro cercano a Arturo Soria y, el que desató una mayor polémica, en la confluencia de Gran Vía y Montera, muy cerca del primero y que hoy sigue ocupando uno de los edificios históricos de la gran arteria madrileña.

Los dos McDonalds de la Gran Vía se inauguraron con apenas unos meses de diferencia y la llegada del segundo abrió un debate sobre el "cambio de mapa", tanto en la oferta gastronómica del centro de Madrid como en la propia configuración de la identidad de sus calles. Así lo contaba el diario El País, que alertaba de cómo la multinacional del 'fast food' llegaba dispuesta a "ganarle la batalla a las tascas de barrio". Y, conscientes del poder de la imagen, el desembarco de estas hamburgueserías en España se hizo por todo lo alto: ocupando enclaves destacados, edificios que formaban parte de la esencia de la ciudad.

Ya lo habían hecho antes los bancos, en una colonización de imponentes inmuebles en el centro de la ciudad como forma de sumar prestigio a sus firmas. Entonces, McDonalds apostó también a esa carta -una en la que ahora se han incluido en masa las grandes empresas textiles- y se instaló en un lugar privilegiado: el edificio que se alzaba entre Gran Vía y Montera, ocupado hasta entonces por la relojería Aleixandre, fundada en los años veinte y que había presentado suspensión de pagos en 1978.

El local estaba incluido en el Plan Especial de Protección y Conservación de Edificios y Conjuntos de Interés Histórico-Artístico de la Villa de Madrid, por lo que el Ayuntamiento de Madrid rechazó algunos de los cambios que la multinacional americana quería acometer en el edificio, como el emplazamiento de la escalera interior. Además, la empresa se comprometió a mantener la fachada y los suelos, entre otros elementos. Aún así, fueron muchas las voces que se alzaron entonces en favor de garantizar la protección de este tipo de comercios centenarios.

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