Fue uno de los muchos scalextric que empezaron a construirse por todo Madrid en los 60 y los 70 como solución para descongestionar el cada vez más insufrible tráfico de la capital, reflejo de un urbanismo diametralmente opuesto al que se practica hoy, más pensado para los coches que para los peatones -y mucho menos para otros medios de transporte inimaginables en aquella época. El 13 de diciembre de 1969, el por entonces alcalde madrileño, Carlos Arias Navarro, inauguraba el conocido como 'scalextric' de Cautro Caminos, un paso elevado para los vehículos de 16 metros de ancho que atravesaba la rotonda con dos rampas, una de 115 metros en Raimundo Fernández Villaverde y otra, en Reina Victoria, de 106 metros.
La construcción, tal y como recoge la crónica de ABC sobre la inauguración, se enfrentó a algunos problemas "felizmente resueltos" por los técnicos, como que debido al futuro túnel de Metro que estaba proyectado en la zona, la cimentación hubo que realizarla a partir de los 30 metros de profundidad.
Tres días antes de la inauguración se realizaron las pruebas de resistencia, que se basaron en subir al paso 22 camiones cargados con un total de 480 toneladas y realizar con ellos distintos test estáticos y móviles. Todo, sin cortar el tránsito todado bajo el puente puesto que "los técnicos estaban seguros de que la obra cumpliría satisfactoriamente el trámite", aseguraba ABC. Aún así, el cronista tranquilizaba al personal: "El puente, qué duda cabe, vibrará, como vibra el scalextric de Atocha -inaugurado un año antes-. Pero esta vibración es prueba de salud. Si no fuera así, el puente se resquebrajaría y saltaría".
El objetivo de la infraestructura era mejorar la fluidez del tráfico en Cuatro Caminos, aunque ya se advertía de que lo que se iba a ganar en la rotonda se perdería en el entronque de Raimundo Fernández Villaverde con la Castellana. Eso sí, la solución para ese nuevo foco de atascos ya estaba proyectada: otro scalextric que uniría Fernández Villaverde con Joaquín Costa.
Desmontado en 2004
El de Cuatro Caminos, como la mayoría de los scalextric de la ciudad, terminó desapareciendo cuando la ciudad se propuso cambiar su modelo y dirigirse más al peatón que al coche. El proyecto de desmontaje, anunciado en 1999 y paralizado en 2001, lo retomó Alberto Ruiz Gallardón en 2003.
El desmontaje se realizó en 105 piezas con un peso de entre 24 y 50 toneladas cada una y con una técnica inversa a la de la construcción: se empezó a desmontar por el tramo central, el más alto y el último que se colocó en los sesenta. Este sistema, en el que además se aprovechaba la noche para el transporte, pertimitó mantener el tráfico, aunque limitado, por la glorieta.
Dos túneles
En su lugar, se construyeron dos túneles, salvando las tres líneas de Metro (la 6, la 2 y la 1) que pasan por el subsuelo, además de diversas galerías de servicio (gas, luz, teléfono).