La carrera teatral del señor Tamayo no se entiende sin sus producciones musicales. Él trajo los primeros espectáculos al estilo Broadway y fue el principal impulsor de la resurrección de la zarzuela en la segunda mitad del siglo XX.
El 25 de enero de 1955 se estrenó en el teatro de La Zarzuela Al sur del Pacífico, con dirección de Tamayo y con Luis Sagi Vela y Marta Santaolalla al frente del reparto. La versión, como de otros musicales estadounidenses, fue de José López Rubio. También había hecho la versión de La muerte de un viajante. Entre las críticas, resaltamos este párrafo de Elías Gómez Picazo:
‘La dignidad artística con que se ha revestido la presentación de esta obra, universalmente famosa, en España constituye una demostración de cuál es el camino que conviene seguir para que el teatro lírico adquiera nueva categoría y tenga merecido lugar en nuestros escenarios.’
Cinco años más tarde -1963- y en el Alcázar, Tamayo dirigió Kiss me Kate, con la explosiva Marujita Díaz al frente del elenco. Tendrían que pasar unos cuantos años para que el director volviera al musical extranjero. Cuando reabrió el antiguo teatro del Progreso -del que hablaremos en la siguiente entrega- se atrevió a presentar la versión castellana de uno de los grandes éxitos mundiales: Los miserables.
La zarzuela
Aunque el acercamiento de don José al genuino teatro lírico español, la zarzuela, se produjo con un montaje de La verbena de la Paloma el año 1954, sería la gran producción de Doña Francisquita la que devolvió el esplendor y el favor del público al género. Se estrenó en 1956, con Odón Alonso al frente de la orquesta y con un esplendoroso Alfredo Kraus. La protagonista fue Ana María Olaria.
En los años siguientes Tamayo dirigiría en distintos teatros La golondrinas (1957), Bohemios (1959), El caserío (1963) o Marina (1963).
Nace la Antología
Una de las empresas artísticas más sorprendentes de las muchas emprendidas por Tamayo, fue la creación de la Antología de la Zarzuela. Se trataba de un espectáculo elaborado con una selección de los números musicales y coreográficos más populares de nuestro género lírico. Tamayo la concibió durante una de sus estancias reparadoras en una clínica suiza. Cuando regresó a España -corría el año 1966- ya la tenía perfectamente organizada en su cabeza. La primera antología tuvo tres escenarios espectaculares: el Parque de la Ciudadela de Barcelona, la Plaza Mayor de Madrid y la Plaza de España de Sevilla. Fue tal el éxito que la antología se fue extendiendo en el tiempo y en el espacio. Un enorme elenco de músicos, cantantes, bailarines y técnicos emprendió viajes por todo el mundo. La antología se vio en Nueva York, Tokio, Moscú, Londres, Buenos Aires… Al celebrar el veinticinco aniversario de su primer montaje, se estimaba que llevaba realizadas casi once mil representaciones y había sido vista por dieciséis millones de espectadores. Conociendo la megalomanía de don José, es muy probable que estas cifras estuvieran sensiblemente engordadas.
Y con la Antología comenzó una de las últimas aventuras de Tamayo: abrir el Nuevo Teatro Apolo. Pero eso pertenece ya a la siguiente entrega.