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El Gallinero, entre el barro y el asfalto
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(Foto: Kike Rincón)

El Gallinero, entre el barro y el asfalto

Por Enrique Villalba
miércoles 30 de diciembre de 2015, 07:48h
Madridiario ha visitado El Gallinero con los voluntarios de la parroquia de Santo Domingo de la Calzada para conocer sobre el terreno cuáles son las necesidades urgentes que requiere este poblado chabolista, uno de los más degradados y con menor esperanza de vida de toda Europa.

En El Gallinero nunca llueve a gusto de nadie. Este lunes cayeron las primeras gotas en Madrid y el poblado, situado en terrenos de la Junta de Compensación de Valdecarros -distrito de Villa de Vallecas-, y al borde de la Cañada Real, vuelve a pisar barro. "Antes de que llegue el frío realizaremos una actuación de urgencia, haciendo un tratamiento de los viales del poblado para que, al menos, los niños puedan ir al colegio y coger el autobús escolar en condiciones adecuadas de seguridad", anunciaba la concejala de Equidad y Servicios Sociales, Marta Higueras, en el mes de octubre. Tres meses después, todavía se espera el maná municipal que ponga las bases de la regeneración de este ámbito.

'Sonrisas sin lágrimas' reza un colorido grafiti en lo que debió ser la torre de un antiguo caserío situado en el corazón de El Gallinero. El gris de las nubes, el negro crudo y pegajoso de la tierra de las callejuelas que serpentean en el poblado, las sonrisas a pesar de todo cuando ya no quedan lágrimas, son el lienzo de este mensaje esperanzador. En la 'calle principal', algunos individuos que no quieren ver un objetivo fotográfico ni en pintura se afanan en trabajar el hilo de cobre. Entre los montones de basura que descansan en las traseras de las chabolas, marañas de cables pelados o zurcidos una y otra vez, tirados por los suelos o arracimados en torno a postes rudimentarios, se entrecruzan para engancharse como un nudo gordiano a un viejo transformador eléctrico quemado. "Si se quedan sin luz, se mueren de frío", comenta Paco Pascual, profesor jubilado y voluntario de la parroquia de la Cañada Real. En las casas, la calefacción de moda es utilizar vitrocerámicas, que calientan más rápido... aunque también son un peligro silencioso. Por los techos de las chabolas se filtra el agua de lluvia y el frío porque no hay lonas suficientes para impermeabilizar los tejados, que hacen las veces de trasteros improvisados. Niños y mujeres llevan carritos con bidones hasta la única fuente cercana para tener con qué cocinar y asearse. El agua no cesa de manar porque los grifos desaparecen de manera sistemática. Un parque temático para los mosquitos en verano.

"Los voluntarios propusimos un proyecto al Ayuntamiento de Ana Botella para recuperar El Gallinero. Lo consideraron irrealizable y solo se planteó instalar un radar de tráfico en la carretera que bordea el poblado para evitar atropellos. El nuevo Gobierno se comprometió a estudiar y tratar de poner en marcha las medidas que consideraron viables. Creemos que es fundamental llevar a cabo actuaciones básicas de salubridad y seguridad para que esta comunidad tenga unas condiciones de vida dignas. También hay que conseguir que ellos se involucren y no esperen que se lo den todo hecho. Que aprendan a valorar lo que se les da, lo respeten y mantengan", añade Pascual. Los planes del Ayuntamiento, que espera contar con otras administraciones para llevarlo a cabo, pasan por hacer un plan de choque que solucione el problema. En los presupuestos para 2016 no figura más partida que la tradicional subvención al antiguo IRIS (actual Agencia regional de Vivienda Social, que ha realizado un censo del poblado) para realojos, para la que el Consistorio ha destinado este martes 1,38 millones de euros (también se va a dedicar medio millón al desmantelamiento de 60 edificaciones, dentro del plan de erradicación del chabolismo).

Viviendas semilla
Sobre el terreno, los voluntarios señalan que el poblado necesita un mínimo asfaltado o pavimentado para no vivir entre barro y suciedad. Extender las canalizaciones de agua para construir varias fuentes, letrinas y duchas dentro del ámbito. Limpiar con maquinaria y la participación de los propios vecinos de El Gallinero las montañas de basura que lo circundan. Instalar cubos de basura para una adecuada gestión de los residuos. Desplegar unos tendidos eléctricos seguros que prevengan de riesgos como incendios, apagones o electrocuciones.

También se ha planteado la posibilidad de poner en marcha un programa de autoconstrucción dirigida de casas de bajo coste. "Esa idea se basó en una propuesta de la Universidad de Alcalá de desarrollo de viviendas semilla, como las que se han edificado en países latinoamericanos y africanos", apostilla el voluntario. Se trata de un proyecto en el que se construye una casa núcleo a la que se le añaden módulos a medida que las posibilidades económicas y las necesidades del habitante crecen. Permite, además, que personas del poblado puedan aprender un oficio, al estilo de una escuela-taller, cobrar por ello según el modelo 'cash for work', e incorporarse al circuito laboral. Viviendas menos frágiles. Familias menos hacinadas. Con una vida más digna.

Los voluntarios plantearon en su informe que esta propuesta se podía desarrollar en un pequeño barrio social a tal efecto en alguna de las parcelas de propiedad pública con que contará Valdecarros. Según sus cálculos, el proyecto podría costar 2,72 millones de euros.

La esperanza de vida de Nueva Guinea
Pero, aparte de las infraestructuras, El Gallinero necesita mucho más para sacudir a sus 450 habitantes -250 de ellos, niños- sus sambenitos: 99 por ciento de la población bajo el umbral de la pobreza y de parados de larga duración, 75 por ciento de tasa de analfabetismo funcional entre adultos y 60 años de esperanza de vida media, similar a la de Ghana, la India o Nueva Guinea. No son suficientes las aportaciones alimenticias del banco de alimentos de la parroquia, los programas de refuerzo y monitorización escolar de Cruz Roja para niños, la formación y el empoderamiento de las mujeres de la comunidad con la asociación Barró, la escuela de adultos de los voluntarios de la parroquia de Santo Domingo de la Calzada, la escuela de fútbol del Real Madrid, la inminente escuela infantil dominical y otros tantos proyectos. Los voluntarios hablan de potentes programas de empleo para que el cobre o la mendicidad no sean una alternativa interesante, de conexiones de transportes con equipamientos básicos como el hospital de Vallecas o los colegios del distrito, e integración real en la ciudad y el tejido social.

Hasta hoy, se desconocen cuáles serán las acciones que, finalmente, verán la luz. Según fuentes del Área de Equidad, está previsto que el plan se ponga en marcha a finales de enero. Será entonces cuando se sepa si, como ya dijo Antonio Ferres en 'La piqueta' de otro poblado llamado Orcasitas, El Gallinero pasará definitivamente del barro al barrio.

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