Aunque su regreso estuvo acompañado de retrasos, complicaciones y costes de más, lo cierto es que el Mercado de Barceló, ubicado en pleno barrio de Malasaña, abrió sus puertas en septiembre del pasado año con una clara intención: convertirse en referente de los mercados tradicionales que sobreviven en Madrid. "Es un complejo comercial que tiene una parte de mercado tradicional y que persigue una mayor fuerza gastronómica en la segunda planta", cuenta Juan Andrés Heras, gerente del Mercado de Barceló.
Con un diseño y estructura moderna, se asemeja a un cubo blanco, diseñado por Nieto Sobejano. Este proyecto se inició en 2009 con un presupuesto de 43 millones de euros pero la cantidad se fue incrementando hasta los 60. El mercado ocupa las tres primeras plantas del edificio comercial, con una superficie útil de 7.150 metros cuadrados. La planta tercera está conectada con las plantas tercera, cuarta y quinta del edificio principal, donde irá ubicado un polideportivo (todavía no tiene concesionario) de 3.388 metros cuadrados que contará con una sala de actividades dirigidas, una sala de fitness, una pista polideportiva y vestuarios. También cuenta con una biblioteca que está bajo este espacio con 1.500 metros cuadrados útiles repartidos en tres plantas, con un acceso desde la calle de Barceló. Un aparcamiento de tres planta y una plaza central interconecta todo el ámbito.
Un centenar de comerciantes "tuvieron que adaptarse a este nuevo espacio", explica el gerente, con más o menos inconvenientes, y acondicionando sus puestos a las novedades que exigía un edificio de estas características. En sus tres plantas se encuentran los tradicionales negocios de frutas, verduras, carnicerías, pescadería, panaderías, floristerías y mercerías, entre otros. Pero el Mercado de Barceló ha ido evolucionando estos meses y algunos puestos han ido incorporando nuevos elementos con más "fuerza gastronómica", explica. Así, encontramos un puesto de productos extremeños con catas de aceites y jamones; Martín, un afinador de quesos ofrece la más variada y extensa carta de este producto; un puesto de sushi; comida preparada para llevar y dulces y postres artesanales. Un nuevo camino, el gastronómico, que se extiende a lo largo de la segunda planta y que tiene previsto seguir avanzando en los próximos meses.
En el último piso, el mercado ha creado el espacio isla Barceló. Sus 330 metros cuadrados están destinados a albergar cualquier tipo de evento con entrada independiente y directa desde la calle a través de escaleras mecánicas y ascensores. En este espacio, Somos Malasaña organiza Malasaña Market. Una cita en la que creadores y artistas exponen sus trabajos con propuestas de diseño, arte, artesanía, moda y gastronomía. Pero no es el único evento que se realiza en este espacio porque aquí también se celebra la feria del comic y animaciones infantiles variadas. "Estamos intentando promover también actuaciones musicales para ayudar a los grupos noveles", adelanta Juan Andrés cuando pone la vista en los próximos proyectos.
Con todo esto, el mercado de Barceló se está haciendo un hueco entre todos los espacios gastronómicos que han surgido en los últimos años pero con un añadido más, el ser también el punto de referencia para aquellas personas que continúan comprando en los mercados de abastos. "El repunte de los mercados es una evolución natural. Es encontrar el hueco que necesita cada establecimiento", explica. Además, Juan Andrés considera que en Madrid hay un "nicho muy bueno de mercado. No podemos competir en horarios con las grandes superficies pero si en la relación calidad-precio".
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