Tal día como hoy el rey Carlos III decreta que se bajen de las cornisas del Palacio Real las 108 esculturas de piedra berroqueña dedicadas a todos los reyes españoles. Fue por petición de su madre, Isabel de Farnesio, quien según la tradición y la versión de algunos historiadores, la noche anterior soñó que un terremoto sacudía toda Madrid y las estatuas caían sobre ella aplastándola. Las figuras de piedra permanecieron guardadas en unos sótanos subterráneos hasta que Isabel II llegó al trono y decidió repartir estas esculturas por toda la ciudad y por toda la geografía española.
Un 8 de febrero de 1760, el rey Carlos III, decretaba que las 108 estatuas que decoraban las cornisas del Palacio Real fuesen bajadas de inmediato. El por qué esas estatuas nunca llegaron a lucir sobre la cornisa del Palacio de Oriente es toda una incógnita, sin embargo la leyenda y las historias populares sobrevuelan los documentos y los relatos.
Son algunos historiadores los que apuntan que el motivo que impulsó a Carlos III a ordenar la apresurada bajada de las estatuas pudo deberse al tormento en sueños de su madre, Isabel de Farnesio. La madre del monarca, supersticiosa cuanto menos, sufrió pesadillas en las que veía como un terremoto sacudía la Villa de Madrid y las estatuas terminaban por caer encima suya hasta aplastarla. Sin embargo, también están los que mantienen que nunca llegaron a subirse por el cambio de tendencias en la época de Carlos III o simplemente, pudo deberse al excesivo peso.
La elaboración de las estatuas comenzó por orden del rey Fernando VI y bajo la dirección del italiano Giovanni Domenico Olivieri. En un principio, el objetivo de aquellas esculturas era decorar la cornisa del palacio de Oriente pero su destino acabó por ser muy diferente: 108 figuras esculpidas en piedra berroqueña de las imágenes de los reyes españoles, desde Ataúlfo hasta Felipe V, fueron condenadas al ostracismo de los oscuros sótanos subterráneos del palacio.
Ya con el reinado de Isabel II sería cuando las esculturas fueron repartidas por la ciudad y por otros lugares de la geografía nacional. Muchas se quedaron en la Plaza de Oriente o en los Jardines de Sabatini, a escasos metros de su ubicación original; otras colocadas en El Retiro, la Glorieta de Pirámides o el Museo de Artillería; pero otro grupo de figuras fueron reubicadas en ciudades como El Ferrol, Vitoria o Pamplona. En 1973, durante la restauración de la fachada del Palacio Real, se colocaron varias estatuas en la balaustrada superior para recuperar el diseño original de los arquitectos Juvara y Saquetti.