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MALASAÑA

Los vecinos sufren, sobre todo, problemas de salud y consecuencias laborales.
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Los vecinos sufren, sobre todo, problemas de salud y consecuencias laborales. (Foto: Kike Rincón)

Las mediciones de ruido en Malasaña alcanzan picos de zonas industriales: "Rezo todos los días para que diluvie"

Por Hayda Ramos
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hramosmadridiarioes/6/6/18
miércoles 19 de diciembre de 2018, 06:58h
Que (con)vivir con el ruido en Malasaña resulta insoportable no es solo una sensación de los vecinos. Hartos de una situación que, lejos de arreglarse, se complica ad infinítum, han instalado sonómetros en algunas viviendas. Las mediciones registradas no dejan lugar a la duda.

En Malasaña no hay noche para el silencio. De lunes a domingo, en verano e invierno, los ruidos que soportan los vecinos de esta zona del distrito Centro "son insoportables". Y no son solo palabras; desde hace unos días disponen, además, de números objetivos: varios vecinos han instalado en sus balcones sonómetros que registran el ruido las 24 horas. Cada minuto, cada segundo. Datos que arrojan medias diarias... desoladoras: las primeras gráficas ponen negro sobre blanco la contaminación acústica que padecen.

Gracias a una empresa valenciana que ha decidido colaborar con el barrio, los medidores 'examinan' tres zonas estratégicas de Malasaña: la plaza del Dos de Mayo y las calles Velarde y San Andrés. "Casi todas las noches se supera el límite de calidad acústica legalmente establecido para un entorno residencial, según la legislación española y la ordenanza de la ciudad de Madrid. Las recomendaciones de la OMS son aún más severas", apunta Jordi Gordon en conversación con Madridiario.

Los datos son tales que el portavoz de SOS Malasaña habla de "atentado contra la salud y los derechos de los vecinos". La peor parte se la lleva la calle Velarde. Y lo hace hasta el punto de que los viernes y sábados puede alcanzar "niveles de ruido increíblemente elevados, asimilables a los de zonas industriales". Si el límite legal del parámetro Ln (Índice de Calidad Acústica Noche) en áreas residenciales se sitúa en 55, allí se ha llegado a registrar 72, como ha podido comprobar este periódico en los correspondientes informes. "Y eso que estamos en la época del año con los niveles más bajos de ruido; en verano es mucho peor", apostilla Gordon.


"Rezo todos los días para que diluvie"

La vivienda de C.N. se ubica en la plaza del Dos de Mayo: "Vivir aquí es un auténtico infierno; rezo todos los días para que diluvie". Solo el mal tiempo parece apaciguar los decibelios. La impotencia se apodera de una vecina que dice haber "perdido la fe" y que se siente "desprotegida y abandonada". Compró su casa en 1994; su paciencia y su cuerpo están al límite: "Me he dado un año más; esta situación está afectando a mi salud".

C.N. abronca a todas las administraciones implicadas: "Nadie nos ha ayudado. Han decidido que Malasaña sea un reducto sin ley". La situación se arrastra "desde hace años, pero se ha agudizado en los últimos doce meses". El punto álgido fue el pasado verano: "Fue un infierno. Horrible. Es de lo peor que he vivido en veinte años".

"Mi casa es bastante sencilla. Sin verla, me ofrecen 140 euros por noche en plataformas del tipo de Airbnb". Pero C.N. lo tiene claro: "Podría irme, pero no quiero. Me resisto. No quiero alquilar mi casa. Nos están echando; solo queremos que nos dejen vivir".


"Salgo al balcón juntando las manos, implorando para que se vayan"

"Muchas noches, a las 3 y 4 de la madrugada, salgo al balcón juntando las manos, implorando para que se vayan y nos dejen dormir y descansar", relata A.D.

Residente en la calle San Andrés, considera que en el barrio "hay impunidad para estar de noche en la calle, en grupos, tocando la guitarra, cantando, gritando, haciendo un ruido infernal...". Una situación que hace que aflore la indignación: "No sé para qué pagamos impuestos porque no se respetan ni los derechos mínimos".


"Ha habido tres o cuatro veces que he podido matar a alguien"

A.M. no sabe cómo aguanta, pero lo hace "por amor". Vive con su pareja en la calle Velarde, la que peores registros ha obtenido en las primeras mediciones. Tenía un negocio en Alcalá de Henares que cerró las pasadas navidades "entre otros motivos, porque estaba fuera de casa de 08:00 a 22:00 y no podía descansar". "Me desquicié", reconoce un año después. Desempleado y con una "situación económica crítica", el pasado verano buscó empleo en Cuenca.

No soporta Malasaña: "Me ha cambiado el carácter; antes era mucho más afable. Solo saber que se acerca el fin de semana me descontrola, me encuentro muy mal y estoy más tirante con mi pareja". Cuenta a este periódico que "jamás" había tenido problemas de sueño. Habla en pasado. "Ahora cualquier mínimo ruido me impide dormir; no sé si he desarrollado alguna hipersensibilidad", lanza un vecino que se levanta por la mañana "como si hubiera dormido en una lavadora".

"Además del ruido de botellón y de la gente en la calle, hemos llegado a contar seis guitarras y un cajón flamenco de madrugada", afirma. "Destrozado", reconoce que en los cuatro años que lleva en Malasaña "ha habido episodios muy graves". "Pierdes la cabeza. Me he enfrentado a puñetazos a grupos de más de cien personas de fiesta. No soy agresivo, pero ha habido tres o cuatro veces que he podido matar a alguien", admite A.M., de 38 años. Por todo ello, ciertos planes de futuro se han roto: "La paternidad que alguna vez nos hemos planteado está descartada; aquí no quiero ser padre".


"Rompieron la marquesina y la persiana de mi balcón"

La pareja de A.M., J.T., critica "la inacción de la Policía Municipal". "Algunas veces, muy hartos, hemos tirado cubos de agua. La última vez, la gente nos empezó a lanzar adoquines de la calle. Rompieron la marquesina y la persiana de mi balcón", asegura.

Por lo demás, "un infierno", señala: "Altavoces funcionando toda la noche, lanzan contenedores, rompen botellas, hay gritos y peleas; guitarras, cajones flamencos, pintadas...". ¿Las consecuencias? "Trastornos del sueño, problemas en el trabajo y con la pareja", resume.

Malasaña no soporta más ruido; ni siquiera tal cantidad de ruido. Porque, por si fuera poco, dicho problema se suma al de las viviendas de uso turístico, la suciedad o la narcokupación, entre otros. Además de soluciones a través de un plan de choque integral y transversal, SOS Malasaña espera fecha para reunirse con la alcaldesa.

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