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NECROLÓGICA

Flowers
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Flowers (Foto: Richard Haughton)

Lindsay Kemp en Madrid

domingo 26 de agosto de 2018, 11:35h

A los ochenta años ha muerto Lindsay Kemp, un artista británico inclasificable, un genio del siglo XX que durante más de un cuarto de siglo mantuvo una estrecha relación con Madrid y con España.

En enero de 1978 se estrenó en el desaparecido teatro Martín un espectáculo titulado Flowers, creado y protagonizado por Kemp. Basándose la novela de Genet Nuestra Señora de la Flores, Kemp hizo una estremecedora dramaturgia que conmocionó al público español, recién salido de la censura. Kemp vino con una estrambótica compañía en la que figuraban el espectacular David Haughton y El Increíble Orlando, un artista ciego que subió muchas veces a escena. Flowers se repuso en la Comedia en septiembre del mismo año y en 1986 en el teatro Monumental. Entre tanto recorrió toda España, siendo aclamado en todos los sitios.

Tras aquella primera experiencia Lindsay Kemp estrenó en el teatro de la Comedia su particular visión de Salomé (1978). Kemp encarnaba a la princesa mientras que la actriz Mayrata O’Wisiedo daba vida a Herodías. Para acabar de epatar al personal, sacaban una enorme serpiente boa que provocaba alaridos entre el público.

Pronto se incorporó a la compañía Nuria Moreno Espert, que permanecería al lado de Kemp durante dos décadas, protagonizando algunos de sus espectáculos. Durante muchos año fue la única mujer en la compañía. Circunstancialmente entraban otros españoles, como Marco Berriel y Víctor Ullate Roche. Este último comentaba para mi libro Homosexualidad y teatro en España:

Fue el primero que me sacó en pelotas a escena. Buscaba la provocación. Recuerdo que en una localidad italiana, durante una escena en la que él y yo estábamos desnudos en la cama, una espectadora empezó a gritarnos ¡maricones de mierda! Se montó un escándalo. Y recuerdo que Lindsay, bajo las sábanas, se reía como loco, diciendo: ¡lo he conseguido! ¡Lo he conseguido! Estaba feliz por haber provocado el escándalo.

Efectivamente, era un provocador pero también un maestro de ceremonias que hacía de la representación y su preparación todo un rito. Tuve oportunidad de hacer con él un breve curso durante los Festivales de Olite (Navarra). No era especialmente organizado pero sí riguroso a la hora de trabajar. Recuerdo que una pausa me comentó su extrañeza porque muchos actores españoles llegaban al teatro quince minutos antes de comenzar la función y algunos tenían televisor en camerino para verla durante la representación.

Kemp jugaba a la ambigüedad pero con una rotunda iconografía gay. Sus producciones rezumaban guiños homosexuales, comenzando porque él asumía los roles femeninos.

Puntualmente nos llegaron sus nuevos espectáculos: El sueño de una noche de verano (1981); Nijinsky (1983); The big parade (1986); Alice (1988); Cenicienta (1995); Dreamdances (1999) o Elizabeth (2006). Durante unos años estuvo alejado de nosotros. El año pasado, de la mano de Ángel Sánchez, recorrió España con un espectáculo antológico que no llegó a presentar en Madrid.

Quienes tuvimos la fortuna de ver casi todas sus producciones, guardaremos siempre recuerdo de las mismas y de la bocanada de originalidad y libertad que trajo a la escena española. Cuando ya la censura se convirtió en un lejano recuerdo, sus provocaciones dejaron de escandalizar. Entonces nos quedó su plasticidad, su peculiar forma de moverse sobre un escenario y esa máscara blanca, manchada por el rojo de los labios y el negro de los ojos que siempre le identificó.

Descanse en paz.

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