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VERANOS DE LA VILLA

De la mano de Veranos de la Villa, un periodista se adentra en los distritos de Madrid, llevando a cabo una 'Expedición Asfáltica'.
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De la mano de Veranos de la Villa, un periodista se adentra en los distritos de Madrid, llevando a cabo una 'Expedición Asfáltica'. (Foto: Liliana Peligro)

Expedición Asfáltica: 21 distritos, 21 relatos

Por Alba Cabañero Aina
viernes 03 de agosto de 2018, 07:27h
Lo que se conoce de Madrid son sus grandes monumentos como la Cibeles, las avenidas principales como la Gran Vía o sus importantes museos como El Prado, pero poco se sabe de los pequeños reductos que se esconden en cada uno de los 21 distritos de la ciudad, donde la vida avanza a otro ritmo y la gente vende fruta en la calle, sale a tomar la fresca en las noches de verano y forma comunidades con sus compatriotas venidos de otros lugares. El periodista y poeta Sergio C. Fanjul se acerca a este Madrid desconocido con su 'Expedición Asfáltica'.

“Me gustaría que hubiera calles en espiral. Calles que dibujasen en el plano la trayectoria de los astros. Calles que formaran parte de asteriscos. En el barrio de Salamanca, en cambio, las calles están trazadas en rigurosa retícula ortogonal, son líneas rectas que se cruzan formando manzanas cuadradas, ángulos rectos entre los que, curiosamente, es fácil perderse y que dejan poco espacio para el asombro cotidiano. Todo está como tiene que estar, en un espacio recto preeinsteniano, ignorando las dobleces del Universo alrededor”.

Así se presenta el barrio de Salamanca ante los ojos del periodista y poeta Sergio C. Fanjul, que un buen día decidió recorrer las calles de Madrid rumbo a eventos de los Veranos de la Villa para después relatar la belleza que se descubre al salir de paseo en vez de subir al metro o al autobús.

De esta manera nació Expedición Asfáltica, una iniciativa que permite conocer todas las vertientes que ofrecen los 21 distritos de la capital a ritmo de poesía.

Madrid es un bloque de ladrillo visto como un toldo verde botella

“Voy andando, perdiéndome, parándome, entrando en ese trance que provoca caminar mucho rato, como un explorador alucinado. ¡Adelgazando! Descubro lugares de la ciudad que podrían ser un extrarradio latinoamericano, un pueblo caribeño, un poblado minero o un barrio soviético. Todo está en Madrid: no sé por qué la gente viaja fuera…”, señala a Madridiario Fanjul, un asturiano que aterrizó en Madrid y que, gracias a sus caminatas, probablemente lo conozca más que un ‘gato’ de pura cepa madrileña.

Cada una de sus aventuras tiene como destino una de las actividades de los Veranos de la Villa, pero su punto de partida –el cual le ha llevado a hacer caminatas de hasta tres horas y media como a Barajas, pérdida de orientación incluida– siempre es el mismo: Lavapiés.

“Lavapiés es el sitio donde vivo y desde el que escribo. Es complicado, en continuo conflicto. Lucha para mantener su identidad ante la especulación inmobiliaria, la turistificación, la hipsterización y la gentrificación. Ahora están echando a gente de sus casas para montar pisos de Airbnb, y los bares tradicionales cierran para que abran franquicias de hamburguesas o clónicos bares hipsters. Lavapiés va perdiendo”, comenta.

Sergio C. Fanjul, protagonista de la serie de relatos 'Expedición Asfáltica'. [Foto: Liliana Peligro]

Caminante no hay camino, se hace crónica al andar

Lo lógico es que si Sergio C. Fanjul se desplaza a un evento haga una crónica del mismo, pero, como él explica, “eso ya se hace mucho”.

“Lo que me interesaba era conocer y contar Madrid, no hacer reseña de conciertos. En el arte contemporáneo, además, se tiene muy en cuenta el proceso aparte del resultado. La vida también es un viaje cuyo final no nos interesa demasiado, porque ya sabemos cuál es”, indica.

Y añade: “Paseando uno percibe que Madrid es múltiple y diverso, cada uno tenemos un Madrid en la cabeza y el verdadero Madrid sería la suma de los millones de 'Madrides' individuales. Digamos que solo lo podría ver Dios, o alguien muy puesto de LSD”.

El calendario acordado con Maral Kekejian, directora de los Veranos de la Villa, le ha llevado ya a múltiples lugares, encontrando en cada uno de ellos ese “elemento fascinante” al que después se remite en sus relatos.

La suma de los millones de 'Madrides' solo la podría ver Dios o alguien muy puesto de LSD

“El crepúsculo en el Cerro de los Locos; las casitas de la Colonia Moscardó en Usera, como un “pueblín” en medio de la ciudad; el Poblado Dirigido de Caño Roto, en Carabanchel Alto, cuna del sonido Caño Roto y de bandas como Los Chorbos; el Parque Lineal del Manzanares, un parque muy desconocido por los centralinos pero precioso, que al final se convierte en la ribera de un río que cruza el bosque; el barrio de Bellas Vistas en Tetuán, que llaman el Pequeño Caribe por sus aires dominicanos; AZCA, que parece diseñada por un arquitecto loco que puso al azar edificios, túneles, escaleras, subterráneos, parques, fuentes, etc., como obra de M. C. Escher… Y así.”, enumera el poeta.

Fanjul destaca como constante en sus rutas la desigualdad entre distritos, probablemente el hecho que más le ha llamado la atención.

“Nos dicen que hoy somos todos clase media, pero Madrid está rodeado de un denso cinturón de clase trabajadora, mucha de ella inmigrante y mucha de ella directamente pobre. Luego la imagen de Madrid es la Cibeles, Malasaña, el Prado, la Gran Vía, etc., pero Madrid es más un bloque de ladrillo visto como un toldo verde botella, como los que abundan en Carabanchel, Usera o Villaverde”, manifiesta.

De la mano de Veranos de la Villa, un periodista se adentra en los distritos de Madrid, llevando a cabo una 'Expedición Asfáltica'. [Foto: Liliana Peligro]

“Es muy difícil salir a pie de la ciudad”

Cada crónica de Expedición Asfáltica que sale del horno es repartida entre los asistentes de las actividades de los Veranos de la Villa y Fanjul agradece el feedback y la curiosidad que tiene la gente por conocer más acerca de su ciudad.

De esta experiencia, deja cuatro marcadas conclusiones: “La ciudad no existe: es la unión de muchas ciudades en cada barrio y en cada cabeza; se encuentran tremendas diferencias de clase y un Madrid invisible en la periferia que parece que no tiene participación en la vida cultural, política, etc., ese gran desconocido; las gentes de los barrios populares hacen un uso mucho más intensivo de los parques y los servicios públicos; y, por último, es muy difícil salir a pie de la ciudad”.

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