Tal día como hoy en 1942 se reingauró el viaducto de la calle Bailén, también conocido como el puente de los suicidas.
Es casi poético que, en algunos casos, la tan ansiada vida después de la muerte sea real. Así, es todavía más lírico que
un puente caracterizado por los suicidios que han tenido lugar en él haya tenido una segunda vida.
Y es que, este
Miércoles Santo, cuando apenas quedan dos días para conmemorar la muerte de Jesucristo, se cumplen 76 años de la
reinauguración del viaducto de la calle Bailén,
abierto en 1874 para transportar los restos de otro 'santo' de la literatura, Calderón de la Barca.
El segundo viaducto se construyó encima de donde estaba el primero, hecho de hierro y madera. El mal estado de este último provocó que la
Segunda República ordenase construir uno nuevo, ideado por el arquitecto Francico Javier Ferrero Llusiá.
El mismo sufrió muchos daños durante la
batalla de Madrid, ocurrida en la Guerra Civil, por lo que fue reconstruido y reabierto para los ciudadanos.
Pero, como era de esperar, una obra de tal envergadura no iba a terminar ahí: la
aparición de grietas provocó una nueva restauración, realizada en 1974, que motivó el corte total del tráfico por el viaducto durante varios años.
La última remodelación tuvo lugar en 1998, cuando el Ayuntamiento
decidió blindarlo con 150 pantallas de metacrilato de 1,90 metros de altura para impedir más suicidios que ampliasen la leyenda negra del viaducto de Segovia.