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Empresario en Madrid: cómo sobrevivir en tiempos de pandemia
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(Foto: Web Hawking)

Empresario en Madrid: cómo sobrevivir en tiempos de pandemia

domingo 30 de agosto de 2020, 09:00h

Madrid fue la región que lideró la creación de empresas en España en 2019 con una media de 60 nuevas aventuras empresariales cada día. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, más de un 23 por ciento de las sociedades mercantiles levantadas el año pasado en todo el país estaban instaladas en esta Comunidad. Eso supone que casi uno de cada cuatro nuevos negocios eran madrileños.

Con estos datos, las previsiones para 2020 no podían ser más prometedoras. Pero en el mes de marzo la crisis sanitaria del coronavirus desencadenó un inesperado tsunami que ha paralizado la creación de nuevas empresas y precipitado la pérdida de tejido productivo con el consiguiente impacto sobre la economía madrileña y de todo el país.

Según un informe realizado por la empresa de información financiera BormeOnline, en junio de 2020 se crearon en España 2.587 nuevas empresas, un 64 por ciento menos que en el mismo periodo del año anterior, mientras que las sociedades mercantiles que se han extinguido fueron 1.252 en total, el equivalente al 48 por ciento de las empresas constituidas ese mes. Madrid lidera el ranking tanto el número de constitución de empresas (25 por ciento) como el de liquidadas (27 por ciento).

Las previsiones que manejan los expertos son igual de adversas. Para la aseguradora Coface, las disoluciones de compañías en nuestro país aumentarán un 22 por ciento entre este año y en 2021 debido a la falta de liquidez, la menor demanda de bienes y servicios, la disminución de actividad comercial y el desplome del PIB.

Emprendedores que sortean la crisis

Para entender lo que ha supuesto la Covid para las pymes madrileñas y el drama que revelan todos estos datos hay que bajar de la generalidad al detalle y conocer casos concretos con nombres y apellidos. Como el de Fernando Martínez. A comienzos de año, este pequeño empresario y sus dos socios gestionaban dos empresas (una dedicada al sector de la construcción y las reformas y otra de compra-venta de vehículos usados) e iniciaban un nuevo reto, un bar de copas para cuyo traspaso ya habían llegado a un acuerdo. Pero la crisis económica derivada de la pandemia les ha obligado “con todo el dolor” a apostar solo por uno de los tres negocios

“Con el confinamiento, el frenazo que hubo y la incertidumbre que se genera, que tampoco sabemos cómo vamos a salir, y sumando la previsión de rebrotes, hubo que tomar la decisión de intentar maximizar las opciones de éxito y dedicar todos los recursos a una”. Y salvaron a la que tenía más posibilidades, Hawking Proyectos y Construcciones / HW Reformas, que ya se había llevado un duro golpe con los tres meses de parón, pero que era “la que tenía la estructura más asentada, mejor cartera de clientes y las cuentas más saneadas”.

Las otras dos empresas eran más pequeñas y partían con desventaja dada la situación. Descartaron mantener la compra-venta de vehículos de segunda mano porque, teniendo en cuenta el parón de ventas, imaginaron que los fabricantes iban a recibir ayudas para dar salida al mercado a todo el stock de los concesionarios y “los precios del vehículo nuevo iban a bajar salvajemente”, comenta Martínez.

En cuanto al bar de copas, proyectaban abrirlo en marzo después de haber llegado a un acuerdo con los dueños para adquirir el local y formalizar el traspaso. “Afortunadamente el coronavirus lo frenó”, si no la herida habría sido aún mayor.

Desde que el Gobierno decretó el estado de alarma, Fernando Martínez y sus socios han sufrido en primera persona los daños colaterales de la Covid. “Tardamos un mes en que nos concedieran los ERTE por fuerza mayor, así que hasta el 14 de abril tuvimos que afrontar nóminas de gente que estaba en su casa y a la que no podíamos mover, seguridad social, alquiler, pago a proveedores. Un solo mes te genera un gran problema. Y luego no reactivas porque, al día siguiente, no todo lo que tenías previsto sale”.

Esta pequeña empresa de Alcalá de Henares, fundada en octubre de 2006, contaba con grandes clientes y proyectos pendientes. Pero la pandemia y sus efectos han supuesto un duro golpe para sus previsiones de negocio. “Se han caído o paralizado muchas de las obras aceptadas para este año, varias eran de grupos inmobiliarios, gestoras de fondos, rehabilitaciones y reformas”.

Explica su propietario que el problema no era que no tuvieran obras o que su actividad estuviera limitada por el estado de alarma. “El 3 de mayo teníamos que haber sacado del ERTE a los trabajadores porque se suponía que ya podíamos trabajar, pero las propiedades nos impedían el acceso a las obras por la situación sanitaria”, se lamenta y pone como ejemplo las rehabilitaciones que tenían pendientes en la Embajada de Suecia o la UNED; “si la Universidad está cerrada y no hay nadie, no me dejan entrar y no puedo trabajar, es lógico, pero eso no se contemplaba”. “Tengo un proveedor que el día 3 sacó a la gente del ERTE y el día 5 se publicó que no era necesario, pero como él ya los había sacado, ya no los podía volver a meter”.

Todo esto se traduce en números. Esta pequeña empresa venía facturando entre 500.000 y 600.000 euros al año. Antes de la pandemia, barajaba ingresar este verano en torno a los 200.000 y se va a quedar con suerte en unos 70.000. “Hay movimiento, pero el justo para sostener la estructura, no para más”, apunta. “Este año vamos a tener menos de la mitad de la facturación del año pasado”.

Hawking llegó a contar con 30 personas en plantilla y ahora son nueve trabajadores. “Hubo que reducir personal. En junio me animé a contratar a cinco, porque tenía para reforzar la plantilla para hacer frente a los trabajos, pero luego solo me he quedado con uno porque hay una incertidumbre total y el tema de los rebrotes no apunta nada bueno”. Admite que necesitaría cuatro o cinco personas más “para abarcar todo lo que tengo, que es un 30 por ciento de lo que tenía previsto para este verano”, pero no se atreve. “Metes una persona que te venga con ‘el bicho’ y la has liado. Pasado mañana te vienen con fases y con nuevos confinamientos y qué haces”, se pregunta.

Fernando cuenta el caso de un empleado de la constructora que la semana pasada estaba congestionado y prefirió quedarse en casa y no ir a trabajar. Cuando fue a pedir cita para solicitar el justificante, como no había hueco ese día, decidió irse a Urgencias para que se lo dieran. “Y con esos síntomas, para qué quieres más; le hicieron una PCR y le confinaron en casa. Le tenían que haber dado los resultados ese jueves y no se los daban. El viernes llamó y nada. Pasó el fin de semana y el lunes tampoco. El martes estaba desesperado diciendo que se encontraba bien, que era un constipado, que solo estaba congestionado. Decía ‘vivo solo, no tengo familia aquí, me voy a morir de hambre, tengo que ir a trabajar...’. Ya por fin le llamaron ese día para decirle que habían perdido el resultado de la PCR. Imagina el disgusto con el que me llamó llorando. Menos mal que en un rato le volvieron a contactar para decirle que la PCR había aparecido y era negativa. Seis días que tienen a un tío parado porque no encuentran el resultado de su prueba. Imagínate que hubiera sido positivo. Te paran a toda la plantilla. No te lo cubre nadie. Si no tienes ningún tipo de seguridad y la administración encima no funciona, dónde voy yo con tres negocios”.

Una administración desbordada

Uno de los principales reproches que hace Fernando a las administraciones es el desconcierto y la poca claridad con la que se han transmitido las medidas que se han ido aplicando. “En los meses de confinamiento la información no llegaba o llegaba tarde y mal. No estaba claro lo que publicaban y lo que no. La gestoría me decía hoy una cosa y mañana otra, no sabíamos si ERTE sí o ERTE no”.

En manos de su gestor ha dejado los trámites para beneficiarse, si era posible, de las medidas y ayudas ofrecidas por las administraciones para minimizar los efectos de la Covid, “yo no he tenido tiempo para esas cosas”. Su preocupación era “aplazar el pago a proveedores, los impuestos, las facturas de la luz, de la estructura, negociar el alquiler de la nave…”.

Este emprendedor ha estado viviendo por motivos profesionales en Holanda e Inglaterra y le resulta inevitable comparar. “No entiendo la manera de funcionar de las administraciones y cómo pueden estar tan saturadas. Deberían haber puesto toda la carne en el asador. No veo una planificación clara, un plan de ruta, se nota demasiado la improvisación”, denuncia Martínez, que piensa que, hablando de ayudas, “nos hemos preocupado mucho de los bares y el resto parece que no existimos, no veo que nadie nos dé soluciones a las pymes”.

Durante estas semanas ha visto cómo clientes y proveedores han tomado la decisión de cerrar, “no han aguantado. Otros están a ver qué ocurre, y rezando para que no haya impagos. De hecho, alguno de mis proveedores ha dicho que ya no venden más a crédito porque se están oliendo la crisis anterior pero peor. Es complicado”.

Y aunque sospecha que el impacto económico va a ser muy preocupante a partir de septiembre, cree que “ahora toca lo que toca, aguantar el golpe”. “La única constante en la vida es el cambio así que hay que adaptarse y fluir”, concluye.

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