Consagrada la mayoría absoluta, máximo objetivo Popular en los comicios del pasado 28 de mayo, y, por ende, sin necesidad alguna de preocuparse por los tira y afloja en los siempre complejos pactos postelectorales, los de Isabel Díaz Ayuso pueden ahora concentrar todos sus esfuerzos en la configuración del Gobierno que liderará la Comunidad de Madrid durante los próximos cuatro años. Con el aval de las urnas, que le otorgaron el pasado domingo 70 de los 135 escaños en la Asamblea, y mirando de reojo las repercusiones que pudiese traer consigo las generales del 23J, la presidenta en funciones dispone de carta blanca para tejer un nuevo gabinete a su imagen y semejanza.
Aunque buena parte de las identidades de los futuros consejeros permanecen aún en absoluto secreto, a salvo en algún cajón de Génova 13 o, tal y como apuntan desde el diario ABC, resguardadas en el teléfono móvil de la regidora, es esperable una importante renovación, con el consiguiente baile de nombres y apellidos. El proceso no pilla por sorpresa a nadie y es que la también presidenta del PP madrileño ha anunciado a bombo y platillo la necesidad de regenerar la corporación madrileña, tanto a escala municipal como regional. Asimismo, ha avanzado ya que su fórmula mágica pasa por un gabinete "corto -en referencia al tamaño y no a la duración-, estable y muy ejecutivo", donde se evite la duplicidad de cargos y prime la coordinación y el trabajo en equipo.
La mejor prueba de que a Díaz Ayuso no le convencen los equipos amplios la encontramos en los antecedentes más inmediatos: de los 13 consejeros en el Gobierno compartido con Ciudadanos a los nueve a partir de las elecciones de 2021. Dos años después y a menos de un mes para el inicio del tercer mandato, el relevo de buena parte de su núcleo más próximo se torna indispensable. Tanto es así que cinco de sus hombres y mujeres de confianza no repetirán cargo. El consejero de Transportes e Infraestructuras, David Pérez, la responsable de Cultura Turismo y Deporte, Marta Rivera de la Cruz, y su homólogo en Administración Local y Digitalización, Carlos Izquierdo, han dado el salto del ámbito autonómico al local, pasando a integrarse en la candidatura de José Luis Martínez-Almeida al Ayuntamiento de la capital. Por su parte, el veterano responsable de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, compaginará su labor como senador por designación autonómica con sus deberes de diputado regional. En último término, se especula con el más que posible regreso del consejero de Presidencia, Justicia e Interior, Enrique López, a la carrera judicial en la Audiencia Nacional, tras solicitar su baja de afiliado al partido en el mes de febrero.

En el apartado de dudas se dirime el papel que jugarán pesos pesados del equipo Ayuso como son el secretario general del PP regional y número dos en la lista, Alfonso Serrano, el vicepresidente y consejero de Educación y Universidades, Enrique Ossorio, la titular de Familia, Juventud y Política Social, Concepción Dancausa, el responsable de Economía, Hacienda y Empleo, Javier Fernández-Lasquetty, la primer espada en Medio Ambiente, Vivienda y Agricultura, Paloma Martín, la presidenta de la Asamblea, Eugenia Carballedo, o el portavoz del grupo en la Asamblea, Pedro Muñoz Abrines. Actor protagonista o secundario. O lo es lo mismo, repetir cargo o dar un paso atrás en detrimento de aquellos viceconsejeros y directores generales que aspiren a crecer en responsabilidades. Entre estos últimos, la rumorología apunta hacia los viceconsejeros de Presidencia, Miguel Ángel García, el de Transportes e Infraestructuras, Carlos Díaz-Pache, y el de Interior, Carlos Novillo, como los mejor posicionados. Todo ello sin olvidar a los candidatos municipales con mayor proyección, potenciales fichajes externos, ajenos hasta la fecha al mundo de la política y que puedan aportar savia nueva, e incluso reclutas procedentes de fuerzas próximas al espectro ideológico Popular, como podría ser un Ciudadanos en vías de extinción.
Si todo sigue el guión previsto, una vez desgranados los "retos" a los que toca hacer frente en la viniente legislatura, será el momento de poner rostro a los integrantes del Ejecutivo. El anuncio definitivo en cuanto a la elección de la vicepresidencia y el reparto de carteras tendrá lugar en los últimos compases del mes de junio, tras la elección de la presidencia y el resto de miembros que conformarán la Mesa, el órgano de gobierno de la Asamblea. De manera oficial, esta tendrá lugar el día 13, en menos de dos semanas. A continuación le llegará el turno a la conocida como jornada de investidura, que, tal y como exige el reglamento de la cámara, estará dividida en dos días consecutivos. Solo entonces, una vez concluida la toma de posesión, se dará el pistoletazo de salida a la XIII Legislatura, que tendrá como principales focos de interés la recuperación de los Presupuestos y otras iniciativas legislativas tumbadas por Vox. Entre ellas destaca la deducción fiscal a inversores extranjeros que supuso la sonada ruptura con Rocío Monasterio.

El efecto 23J
El terremoto político del 28M tuvo como principal consecuencia el anuncio de disolución de las cámaras y la convocatoria anticipada de elecciones generales a cargo del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Un giro de guión que pilló de improvisto a propios y extraños. Lo sorprendente de los acontecimientos de los últimos días hace presagiar, en un escenario tan cambiante como el actual, que las repercusiones del resultado el próximo 23 de julio sean del todo impredecibles. Tanto si el órdago socialista surte efecto, revalidando así el Ejecutivo, como si fracasa y termina por dar lugar a la toma de La Moncloa por parte de la derecha. Las urnas, una vez más, dictarán sentencia en cuanto al futuro del país y, en consecuencia, también de la región.
La primera hipótesis, la del triunfalismo sanchista, podría dar lugar a una reestructuración en el seno del Partido Popular. Imposible predecir qué sería del actual secretario general, Alberto Núñez Feijóo, ni de su equipo. Tampoco resulta fácil hacer cábalas sobre los efectos a escala regional. Lo que sí parece claro, a tenor de los antecedentes, es que los cambios serían obligados. La segunda realidad en este ejercicio de política ficción, el de la consolidación de Feijóo como cabeza de cartel de una nueva Administración conservadora, también podría repercutir de algún modo sobre la balsa de aceite en la que la mayoría absoluta convierte, en clave Popular, a la Comunidad. Para muestra, los ríos de tinta, cargados de especulaciones con mayor o menor fundamento, acerca de posibles fichajes y traslados desde Sol a Moncloa.