Los vecinos de la villa de Madrid presenciaron uno de los primeros vuelos de exhibición de un globo aerostático el 12 de agosto de 1792. A cargo del mismo, el capitán italiano Vicente Lunardi, a quien la fama de sus hazañas en Londres o Escocia lo precedía. Recomendado por el rey de Nápoles, se presentó en los Jardines del Retiro para dejar su impronta en la historia de la aeronáutica española.
Fueron muchos los lugareños que se acercaron hasta el parque, donde también se dieron cita autoridades como Manuel Godoy y la familia real, con el futuro Fernando VII a la cabeza de la comitiva. A una distancia prudente del aparato, de 31 pies de diámetro en la parte más ancha, se colocaron sillas para disfrutar del espectáculo a todo confort. A 20 reales se pagaron los asientos de primera fila y a cuatro la entrada de a pie. En total, 104.372 reales que se donaron a los Hospitales de la Corte.
A las seis menos dos minutos de la tarde, el globo comenzaba a elevarse ante un público mudo, pero a ritmo de tres bandas de música de la guarnición de infantería del Buen Retiro. A los pocos minutos se perdió de vista y aterrizó a en la localidad madrileña de Daganzo de Arriba, a cinco leguas de la capital. No obstante, a punto estuvo de caer a consecuencia de un tiro.
Al avistar la aeronave, las gentes creyeron que "alguna cosa del otro mundo" se aproximaba y le tiraron piedras mientras huían despavoridos. Un guardia de viñas a punto estuvo de echar mano de la escopeta. El miedo que le produjo a él mismo frustró sus planes.
Otros, en cambio, siguieron el evento con gran entusiasmo. Muchos espectadores lo escoltaron a caballo para ser testigos del aterrizaje, que tuvo lugar una hora después del inicio del vuelo. Al tomar tierra, Lunardi compartió vino y bizcochos con los espectadores, según el Diario de Madrid.
Los inicios de la aeronáutica en España
Unos meses después de su presentación, el capitán volvió a sobrevolar el cielo madrileño el 8 de enero de 1793, de nuevo con un fin solidario. En esta ocasión, partió desde la plaza de la Armería del Palacio Real. El viaje se prolongó por más de dos horas y el aterrizaje se produjo en el Monte de Pozuelo. Como anécdota, recordar que para para indicar que no se había producido ningún inconveniente en el despegue, disparó una pistola en el aire y tiró su sombrero a la multitud que se había congregado para verlo partir.
Estas demostraciones aeronáuticas llegaron a la capital española una década después de que se iniciaran en otros puntos de Europa. Los hermanos Montgolfier habían iniciado la andadura en Francia con sus globos construidos con papel y tafetán engomado, con paja y lana como combustible. En nuesto país, la primera ascensión no tripulada en globo se le atribuye al ingeniero de origen canario Agustín de Betancourt, que elevó un globo aerostático en la Casa de Campo.