Una nueva tirada de la revista Blanco y Negro asomaba por las rotativas de la también sede del ABC cuando se fraguó el desastre. Un operario acababa de verter el contenido de un bidón a un depósito, dejando por descuido un reguero de disolvente que se prendió a causa de un cortocircuito. En cuestión de segundos, una nube de humo cubría la sala y se desataba el caos entre los trabajadores.
Parte del techo se vino abajo sobre la nave ocasionando un estruendo ensordecedor, tal como relataba la crónica del propio ABC el día posterior al suceso. El lateral derecho de la habitación también cedió por la virulencia de las llamas. Asimismo, el cuarto del regente, el almacén de rodillos y el de los monos de trabajo también quedaron arrasados.
Para sofocar el incendio se precisó la actuación de 45 bomberos, que llegaron con tres coches autobombas, seis tanques y una escalera. Además, tuvieron que afanarse en tareas de rescate, pues dos mujeres encargadas de la limpieza del edificio permanecían subidas en la azotea del torreón, paralizadas por el miedo a que esa fachada se desmoronase también.
El mismo operario que se vio envuelto en primera persona en el percance salió del local envuelto en llamas y los transeúntes que pasaban por la calle tuvieron que echar mano de sus chaquetas para socorrerlo. Ya más recuperado, entró de nuevo al foco del fuego para desconectar los motores de recuperación y evitar un mal mayor. Sin embargo, este acto heroico le acarreó graves lesiones. Un bombero resultó igualmente herido.
Tras la tragedia, los medios y las agencias de comunicación se volcaron con sus compañeros del ABC. El diario 'Ya' incluso ofreció sus talleres aunque esto supusiese reducir su volumen de publicación.
El marqués de Luca de Tena había adquirido el edificio -de estilo neoplateresco en la fachada a la calle Serrano y estilo regionalista sevillano en la de Castellana- en 1896. Allí se instaló la redacción de ABC en 1903, año de su fundación.