Viernes y 13 no son buenos compañeros y para los clientes de la Cafetería Rolando, en el número cuatro de la céntrica y madrileña calle del Correo, el viernes 13 de septiembre de 1974 se convirtió en una pesadilla.
Alrededor de las 14:30 de la tarde, una bolsa de explosivos estallaba en el local, dejando en aquel momento 11 muertos –que después se convirtieron en 13 tras fallecer dos afectados– y más de 70 heridos.
Este atentado –el más sangriento hasta la fecha– es todavía una incógnita, puesto que se atribuyó a ETA, pero la banda nunca lo reivindicó como suyo y se lo atribuyó a un grupo de ultraderechistas.
Hubo varios detenidos, entre ellos la activista Eva Forest. Se cree que ella fue la que tuvo la idea de atentar en este local, cercano a la Puerta del Sol y donde acudían asiduamente miembros del cuerpo policial. También, se le atribuye la protección de los presuntos acusados que llevaron a cabo el atentado: Bernard Oyarzábal y Lourdes Cristóbal.
Ambos viajaron desde Francia con una maleta cargada de explosivos que, depositados en una bolsa de plástico, dejaron en Rolando. Atendidos por Forest, se refugiaron en Alcorcón y días después partieron de nuevo a Francia.
Nunca fueron juzgados y, tras la amnistía de Adolfo Suárez en 1977, todos los apresados por este crimen salieron de la cárcel sin reconocerse a ciencia cierta quiénes fueron los verdaderos culpables de esta masacre.