El 7 de septiembre de 1907 se registró una lluvia de codornices en el entorno de la Plaza de Oriente.
Parecía una típica tormenta, violenta y atronadora pero típica al fin y al cabo, de los finales de verano: el cielo se oscureció y el viento hizo su poderosa aparición; pero además de agua, llovieron codornices. Ocurrió el 7 de septiembre de 1907 en el entorno del Palacio Real y, aunque ya entonces los científicos lo achacaron a un fenómeno meteorológico poco común pero conocido, quienes se encontraron de pronto con la lluvia de pájaros se llevaron, por lo menos, un buen susto.
Eso, la mayoría. Porque también hubo quien vio algún tipo de castigo divino o profecía en que aquellas aves parduscas cayeran del cielo; y, en el otro extremo, quien supo aprovechar el 'regalo' de arriba y cenó codorniz esa noche, recogiendo alguno de los cientos -miles, según algunos escritos- de aves muertas que quedaron esparcidas por el suelo de la Plaza de Oriente.
La explicación científica reside en el choque entre las masas de aire frío que llegan del norte en el mes de septiembre y las masas cálidas del Mediterráneo, que genera fuertes corrientes de aire, remolinos y tornados. Estos vientos fueron capaces de arrastrar los cuerpos de las codornices, que no se sabe si se encontraban en tierra o en plena migración hacia África antes de ser absorbidas por el tornado y expulsadas junto al Palacio Real.
Esta misma escena había ocurrido un año antes en Bilbao y también en Valencia. Además, otras 'lluvias de animales' se han registrado en otras partes del mundo, como la de serpientes y ranas en Estados Unidos, la de peces en Singapur o una de mejillones en Montreal.