Se trata de una coproducción de los teatros Arriaga, Campoamor y el festival Grec, según la adaptación libre de Pasqual. Éste sitúa la mayor parte de la acción en un estudio de radio, durante la emisión de un programa dedicado a la zarzuela. Los concursantes deben interpretar las romanzas de ‘Chateau Margaux’ en primer lugar. Después se emite en directo una representación de ‘La viejecita’ y ahí es donde el director transita por los caminos del gran musical a lo Broadway.
El conductor de toda la velada es un insuperable Jesús Castejón, componiendo un fantástico locutor radiofónico de los años cuarenta, rimbombante y patriótico. En ‘La viejecita’, que protagonizó también magistralmente hace veinte años, se reserva un papel menor, aunque le saca toda la gracia posible.
La supuesta representación de ‘La viejecita’ es llevada, en la ficción claro, por coros y orquesta militares. Viene al pelo la broma porque la acción –directamente inspirada en ‘La tía de Carlos’- tiene como protagonistas a varios militares. Uno de ellos se traviste en la vieja tía para lograr encontrarse con su amada. Sus números, a lo más disparatado de Lina Morgan, arrancan las carcajadas del público.
La dirección del teatro tuvo el acierto de invitar el día del ensayo general, a decenas de estudiantes de segunda enseñanza. Estoy convencido que casi ninguno había pisado antes este teatro o había asistido a una representación de zarzuela. Los jóvenes espectadores se volvieron locos tras la romanza ‘Al espejo al salir me miré’ y aclamaron a Borja Quiza, su intérprete. Terminada la función mostraron su aprobación tan ruidosamente como suelen hacerlo.
Seguramente la obra de Fernández Caballero, Jackson Veyán y Echegaray, no ha tenido hasta ahora un público más ruidoso y desenfadado. Si Bianco consigue que algunos de estos nuevos espectadores vuelvan a interesarse por el género, habrá conseguido un gran éxito.
