28/06/2016@07:44:00
En pleno Orgullo, las cuentas no cuadran. El movimiento LGTBI prodiga desde hace décadas una tasa: en números redondos, una de cada diez personas disfruta de una identidad sexual no normativa, no heterosexual. El compromiso con la visibilidad asumido en primera persona por populares rostros de la judicatura, la cultura o la política responde a esta realidad, pero hay una pequeña aldea gala enraizada en el corazón de la sociedad donde la dictadura del silencio encuentra poca subversión. El deporte, y más el de élite con el fútbol como clave de bóveda, recela de reivindicar lo gay entre sus entrañas. Sin embargo, hoy, casos como los del waterpolista Víctor Gutiérrez y el patinador Javier Raya -madrileños- o el árbitro Jesús Tomillero abren camino mientras una creciente militancia enarbola la retadora bandera arcoíris en clubes de base.