Fotografía de uno de los primeros viajes a inspeccionar el trazado del Camino, en 2015. No resultaba difícil imaginar a Sam y Frodo abandonado La Comarca en dirección a Bree. (Foto: El Camino del Anillo)
Una ruta por la Sierra Norte convierte a Madrid en ‘la Comunidad del Anillo’
Este verano está siendo completamente atípico debido a la crisis del coronavirus, por lo que los planes de viajar a lugares idílicos y recónditos se han truncado. Muchas personas han decidido quedarse en casa y hacer turismo en lugares de la Comunidad, que alberga rincones que sorprenderían a más de uno.
Uno de los muchos tipos de turismo es el cinematográfico. Los amantes de sagas de películas y series cumplen el sueño de visitar los paisajes que han visto a través de la pantalla, y eso también puede hacerse sin salir de la región.
Los fans de la trilogía de El Señor de los Anillos están de enhorabuena. ¿Es posible visitar Rivendel, la Comarca o Moria sin traspasar los límites de la Comunidad de Madrid? Increíble, pero sí.
La Sierra Norte de Madrid alberga emplazamientos que perfectamente podrían haber servido para rodar la trilogía de Peter Jackson en la región, y para disfrutarnos nació la iniciativa ‘El Camino del Anillo’.
Bajo el reclamo “Se buscan hobbits para compartir una aventura”, la Fundación Laudato Si, perteneciente al Arzobispado de Madrid, animó a todo el mundo que quisiera a adentrarse en esta ‘Peregrinación Tolkeana en la Sierra Norte de Madrid’, de una semana de duración y con un recorrido de 122 kilómetros por esta zona de la región.
‘Pequeña Tierra Media’
La idea de este especial camino se remonta a 2001, año de estreno de El Señor de los Anillos: la Comunidad del Anillo. Ignacio Saavedra, uno de los organizadores de esta ruta, cuenta a Madridiario que un cúmulo de casualidades dieron lugar al proyecto ‘Pequeña Tierra Media’, precursor del ahora llamado ‘El Camino del Anillo’.
“Dos personas que habían trabajado en Protección Civil empiezan a darse cuenta de que hay lugares de la Sierra Norte que se parecen mucho a escenarios de la película. Cuando se ponen a investigar más a fondo descubren cada vez más coincidencias. Por ejemplo: durante la época de la invasión islámica esa zona se llamó Marca Media. Al ser el puente entre norte y sur, su importancia estratégica era clave y por eso se creó una red de atalayas con labores de vigilancia y comunicación. Algunas de ellas pueden encontrarse en el 'Camino del Anillo' y ayudan a los peregrinos a imaginar el momento en que se encienden las almenaras de Gondor como petición de ayuda en mitad de la batalla”, destaca.
Señala que la principal motivación fue ayudar a la reactivación de la economía en esta zona de la región “que se llama, con razón, la sierra pobre”, apunta Saavedra. Junto a este propósito se encontraba el objetivo de convertir el proyecto en uno de educación medioambiental.
“Esto es completamente natural, porque la lectura de las obras de Tolkien siempre hace que empecemos a mirar la naturaleza con otros ojos; siempre nos lleva a pensar que todos tenemos la responsabilidad de cuidar el Medio Ambiente”, subraya.
Al comienzo tuvieron problemas para poner la iniciativa en marcha, ya que necesitaban el apoyo de las autoridades locales y autonómicas, pero un congreso en 2014 sobre Tolkien y C. S. Lewis en el que participaron el ingeniero inglés John Bentley y el profesor de Ciencias Medioambientales Pablo Martínez de Anguita consiguió “resucitarla”.
“John Bentley, que se había unido al proyecto en 2005 y que había aportado sus ‘Proyectos de Ingeniería hobbit’, habló de la ‘Pequeña Tierra Media’, pero como algo que pudo ser y no fue. Pablo esperó al final de la sesión para abordar al ingeniero. Digamos que Martínez de Anguita decidió ‘resucitarlo’”, explica Saavedra.
Desde ese momento, 'El Camino del Anillo' echó a andar y después, el proyecto fue asumido por la Fundación Laudato Si, que recibe su nombre de la encíclica del Papa Francisco sobre el cuidado de la “Casa Común”.
“Desde la perspectiva católica, la Tierra, la Madre Naturaleza, es un don de Dios que no está ahí para ser explotado, sino para ser cuidado como un tesoro de valor infinito”, indica.
Convertirse en un hobbit por una semana
Este apasionante camino se divide en un total de siete etapas que recorren los lugares de película de la Sierra Norte durante siete días, haciendo noche en diferentes albergues escogidos por la Fundación:
Etapa 1: Museo de los cuentos y paseo por La Comarca (El Molar – Sieteiglesias)
Etapa 2: De noche en la Cima de los Vientos (Sieteiglesias – Gandullas)
Etapa 3: Hacia Rivendel (Gandullas – Horcajuelo de la Sierra)
Etapa 4: Imladris (Horcajuelo de la Sierra – La Hiruela)
Etapa 5: Ascenso al Caradhras y descenso a Moria (La Hiruela – Puebla de la Sierra)
Etapa 6: Las lágrimas de Galadriel (Puebla de la Sierra – El Atazar)
Etapa 7: El caballo, la torre negra y el árbol blanco (El Atazar – Torrelaguna)
“La actividad está dirigida, en principio, a cualquiera, pero hay que advertir que antes de lanzarse a la aventura, hay que tomar precauciones”, advierte Ignacio Saavedra. La experiencia supera los 120 kilómetros, por lo que desde ‘El Camino del Anillo’ recomiendan un nivel mínimo de práctica en senderismo para poder aguantar toda la semana caminando con la mochila a cuestas por estos parajes.
Asimismo, creen que es necesario tener un cierto conocimiento de la obra de Tolkien para poder sumergirse de lleno en la experiencia.
Los destinos en cada etapa y sus caminos fueron cuidadosamente seleccionados teniendo en cuenta el posible parecido con la Tierra Media en el año 2015. “Se pensó que había que crear una ruta que recordara el viaje de Frodo y Sam hacia el Monte del Destino. Por tanto, convenía que empezando en Hobbiton (El Berrueco) el siguiente punto fuera Bree, por ejemplo. Calculo que ha habido unos 30 viajes a la Sierra Norte con el fin de examinar las distintas etapas del trazado”, indica.
Por desgracia, hubo lugares ideales que tuvieron que quedarse fuera del camino. “Había lugares que tenían todas las condiciones para formar parte del ‘Camino del Anillo’, pero fueron descartados por cuestiones logísticas; por ejemplo, La Cabrera, que no pudimos incluir porque estaba al otro lado de la A-1, aislada de la zona que finalmente acotamos”, recuerda Ignacio.
Crisis del coronavirus
30 personas se han animado este verano a viajar por la Tierra Media llegados de varios puntos de Madrid, España e incluso de otros países.
“Después de la peregrinación de principios de julio, con el miedo a los rebrotes del coronavirus parecía que este verano tampoco íbamos a arrancar. Pero, de repente, nos llegó un correo electrónico de Suiza de una familia interesada en recorrer el Camino. Estos suizos que empezaron el Camino el 1 de agosto habían estado en Nueva Zelanda, en los escenarios de la película. Les sorprendió muy gratamente lo que vieron en la Sierra Norte, porque decían que ‘aquello eran escenarios construidos artificialmente, pero aquí estaban de modo natural y concentrados en una zona que puede recorrerse fácilmente’”, recuerda Saavedra.
Añade que un grupo de Portugal estuvo a punto de recorrer el camino, pero tuvieron que cancelar a última hora por un positivo entre los miembros del viaje. Muchos grupos que tenían apalabrada su plaza desde primavera cancelaron por miedo a la Covid-19, que en este 2020 ha trastocado multitud de planes.
“La idea inicial era que los grupos prioritarios serían de unos nueve jóvenes -como la Comunidad del Anillo-, con un monitor al frente que les guiara. Durante la primavera había ya varios grupos apalabrados, pero todo se vino al traste con el coronavirus, y, mientras no mejore la situación sanitaria, parece recomendable hacerlo con grupos más pequeños”, agrega.
La cosa no mejoró al empezar la primera expedición el 6 de julio. Los rumores sobre varios rebrotes en la zona de Buitrago del Lozoya hicieron que el pánico se apoderase de organizadores y viajeros.
“En general, hemos encontrado ese recelo lógico que se ha dado en zonas poco pobladas de España: la gente del pueblo tiene miedo de los que vienen de la ciudad y pueden traer el virus. Téngase en cuenta que en estos lugares hay muchos ancianos y téngase en cuenta también que el traslado al hospital de los pacientes es complicado. También, muchos posibles peregrinos internacionales han renunciado a venir por evitar la cuarentena que se les impone al volver de España”, lamenta.
Aun así, desde ‘El Camino del Anillo’ buscan ver un lado positivo a esta situación y disfrutar de la naturaleza de la manera más segura posible, aplicando las medidas sanitarias pertinentes, aunque caminar bajo el sol con mascarilla sea angustiante o no poder darse un abrazo de alegría tras acabar la peregrinación sea duro.
“La pandemia tiene un reverso luminoso en lo que al ‘Camino del Anillo’ se refiere. Como el recorrido pasa por lugares poco poblados, es una opción perfecta para quien quiera salir de la ciudad y busque lugares libres de aglomeraciones, donde el riesgo de contagio siempre es menor”, señala.
Se espera que para este otoño –si la situación lo permite– se vuelvan a reactivar las inscripciones y el camino “siga vivo”. Uno de los principales reclamos será el Hayedo de Montejo, el Rivendel madrileño, que con la llegada de esta estación se convierte en un lugar idílico que sorprenderá a todos los ‘peregrinos del Anillo’ que se adentren en esta gran aventura.