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Kooza: una caja mágica
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(Foto: Chema Barroso)

Kooza: una caja mágica

miércoles 30 de octubre de 2019, 10:22h

Vuelve el Circo del Sol a Madrid con un nuevo espectáculo titulado Kooza en el que recupera las esencias circenses sin renunciar a su lujoso aparato escénico.

Han pasado más de veinte años desde el estreno de Alegría, la presentación en Madrid de esta empresa de dimensiones mundiales que, desde 1998, no ha dejado de estrenar en nuestra Capital cada una de sus nuevas producciones.

Kooza, según nos informan, se toma de una palabra sánscrita que quiere decir caja o baúl. Y este montaje es, efectivamente, una caja mágica de la que van surgiendo sorpresas cada vez más arriesgadas. La caja la recibe, al comenzar el espectáculo, un joven inocente que no dejará de maravillarse durante dos horas en las que constantemente está acompañado por tres payasos que van sirviendo las distintas atracciones. Ya la aparición de dos extraordinarias contorsionistas de Mongolia da la pauta de lo que vamos a ver. Su inverosímil flexibilidad está montada como un hermoso ballet. Todo lo que hacen es armónico y parece sencillo, pero nos dejan con la boca abierta.

Como es habitual en el Circo del Sol, hay una producción generosa con el vestuario y la caracterización. Los figurines llegan a la cima en la apertura de la segunda parte, con los esqueletos como motivo central y una imaginación fantástica en los diseños. Pero antes nos han cortado la respiración los funambulistas de High-Wire, españoles y colombianos que dominan con singular maestría lo que siempre ha sido caminar sobre el alambre.

Claro que, para sobredosis de adrenalina la que provoca Wheel of death. Encerrados o cabalgando sobre dos diabólicas ruedas monumentales que giran a velocidades de vértigo, estos artistas colombianos desafían todas las leyes de la gravedad provocando los constantes alaridos del respetable, que ve hecha realidad aquella máxima circense del “más difícil todavía”.

La representación de Kooza transcurre a un ritmo medido, controlado para reducir los tiempos muertos, necesarios para el cambio del utillaje de los artistas. Son los momentos de lucimiento de los payasos que no dudan en sacar a la pista a algún espectador dispuesto a colaborar con sus burlas.

Terminado el desfile de números de circo vuelven todos los artistas a la pista para protagonizar un brillante cierre de ese baúl que nos ha destapado sus tesoros. El Circo del Sol en su pura esencia.

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