El cartel de 'cerrado por vacaciones' no cuelga de los siete Centros de día que gestiona Clece en Madrid, seis del Ayuntamiento y uno de la Comunidad, ubicado en Algete. Todos ellos, a pleno rendimiento en el periodo estival para ofrecer actividades atractivas y seguras a las personas usuarias.
El objetivo de estos centros sociosanitarios es mejorar o mantener el grado de autonomía de la persona mayor, fomentar el disfrute de su tiempo libre, y dar apoyo a la familia o a los cuidadores que la atienden, a través de una atención integral e individualizada para cada usuario, que a menudo presenta algún grado de dependencia, física o psicosocial.
Un objetivo que cada centro gestionado por Clece conjuga con un plan de actuación individualizado de prevención de la Covid, en el que se contemplan las características del centro, de las salas disponibles, del número de personas usuarias y profesionales, para desarrollar las actividades y servicios con seguridad. El acceso a los centros se realiza mediante cita o al inicio del comienzo de la actividad, que se desarrolla bajo la protección de la mascarilla y el hidrogel en el caso de las personas usuarias, y de EPIS en el del personal de Clece. Antes de acceder al recinto, a las personas usuarias se les toma y registra la temperatura corporal y se les ayuda a desinfectar manos y calzado y no se realizan salidas grupales para realizar actividades que resulten incompatibles con el uso de la mascarilla.
Desde la prioridad de salvaguardar la salud de empleados y personas usuarias se desarrollan los talleres en los que los profesionales de Clece trabajan con las personas mayores para frenar el "bajón" de movilidad y autonomía experimentado por muchos de ellos, a consecuencia del confinamiento derivado de la pandemia. En el Centro de Día Pablo Neruda, en Vallecas, apuestan por actividades que refuercen la independencia de los mayores. "Intentamos que no pierdan la atención ni la concentración y que no dejen de gestionar ellos sus cosas porque muchos viven solos", expone la terapeuta ocupacional Elena Exojo.
En el Centro de día Pablo Neruda favorecen esta estimulación mediante actividades y talleres variados. Como opciones diarias ofrecen gerontogimnasia, programa de deambulación y paseos, psicomotricidad, laborterapia, escritura o cálculo. Cada mes, junto a las personas usuarias planifican nuevas propuestas. "En julio han celebrado San Fermín y participado en el Pasapalabra temático del verano, entre otras actividades", enumera Exojo. También cuidan y riegan un huerto que plantaron en junio, hacen puzles y pintura, algo que "les fascina". En el centro respetan sus preferencias, ya que se rigen por el modelo de atención centrada en la persona. "Preguntamos qué quieren hacer cada día y hoy, por ejemplo, han pedido salir al patio a jugar al ahorcado con refranes", cuenta la terapeuta.

La ‘Caja de los deseos’
En el Centro de Día Fátima de Madrid, también en Puente de Vallecas, tratan de que la persona "esté siempre con la mente ocupada, trabajando a nivel cognitivo e intentando que el tiempo que pasen aquí sea el más placentero posible", explica la terapeuta ocupacional Concepción Dávila. También se fomentan las salidas para dar paseos, hacer ejercicio en los columpios, mientras que en el interior de las instalaciones se desarrollan talleres manipulativos y terapia Montessori.
Este año han estrenado el programa 'Recorre España' y cada mes lo dedican a una comunidad autónoma. Realizan fichas estimulantes sobre esa región, recordando las comidas típicas, las curiosidades, la música o los autores locales, y también manualidades acerca de ese territorio. Algunas personas usuarias participan en el taller de jardinería y atienden el pequeño huerto que han sembrado. Otras prefieren el de cocina, en el que preparan meriendas dulces con las que celebran los cumpleaños de los compañeros. Como terapia manual de julio han optado por realizar cestos de rafia y cartón. Además, uno de los momentos más especiales se da cuando se abre la 'Caja de los deseos'. Cada persona usuaria escribe el suyo a principios de año, o cuando se incorpora al centro, y cada mes se cumple uno. El último, satisfecho hace unos días, consistió en tomar helado.
No se lo perdió Carmen Benito, a quien sus 97 años no le impiden "seguir haciendo mi vida". No entiende su rutina sin acudir al Centro de Día Fátima de Madrid al que acude desde hace diez años. Antes de la pandemia disfrutaba de las salidas mensuales a museos o a la biblioteca, pero ahora cree que incluso "aprovechamos mejor el tiempo". Forma parte del grupo de laborterapia y, junto a sus compañeras, hace piezas de punto y ganchillo con fines solidarios. Tejen mantas para personas sin hogar, ropa para bebés prematuros e incluso han enviado patucos y trajecitos a Sierra Leona. Admite que llevó "mal" los primeros meses de la crisis sanitaria "al ver contagiarse a tantos mayores", pero se mantuvo activa y siempre acompañada por el personal del centro, "que me llamaban varios días a la semana a ver qué tal estaba". Ahora espera poder celebrar allí sus 100 años.

La directora del Centro de Día de Algete, María Martín, expone cómo las personas usuarias "volvieron algo deprimidas" del confinamiento. "Están mucho más demandantes y han perdido masa muscular, por lo que estamos fomentando la actividad física", indica. Por eso, "todos los días intentamos salir a pasear o a regar el huerto", añade la terapeuta ocupacional María Huin. Completan la atención con gerontogimnasia y psicomotricidad para que se mantengan activos tanto física como mentalmente.
En la medida de lo posible programan las terapias en el exterior, en una terraza que las personas usuarias han adornado con coloridos toldos de punto y ganchillo para protegerse del sol. Allí juegan al bingo y al karaoke, "actividades que les encantan", preparan decoraciones para el centro, como un photocall e incluso han pintado las paredes. Por encima de todo, la terapeuta destaca el papel socializador que brinda el servicio, algo fundamental en un año atípico en el que han percibido como "muchos no se van de vacaciones" por la situación sanitaria. "Aquí saben que garantizamos su seguridad", valora María Martín.
Conchi, de 74 años, permanece en el municipio en verano. Asiste a este centro desde hace seis años y allí se encuentra "encantada de la vida". "Los fines de semana se me hacen muy largos", relata. El encierro del año pasado le resultó "aburridísimo" y extrañó "el ambiente de familia" que se ha generado entre compañeros y el personal de Clece. "Cuando nos llamaron para decir que podíamos venir dije: "¡Ay qué alegría, que vuelvo!”, señala. Ha retomado la fisioterapia y el ganchillo. También sus largas conversaciones con amigos. Todo bajo estrictas medidas de seguridad. "Las auxiliares siempre están con el bote de gel en la mano", señala.
Este lunes es el
Día de los Abuelos y en el Centro de Día de Algete han planificado una doble celebración: primero harán manualidades, después una fiesta con pistolas y globos de agua. En el Pablo Neruda han optado por confeccionar una pancarta que decorarán los usuarios con vasos, en los que introducirán un papel donde escribirán qué supone para ellos ser abuelos. Por su parte, en el Centro de Día Fátima de Madrid customizarán marcos en los que pondrán fotos de sus nietos o allegados, que después podrán llevarse a casa. Actividades estimulantes que demuestran cómo, en los centros gestionados por Clece, a pesar de los protocolos de seguridad anticovid, el bienestar de los mayores es lo primordial.