La Comisión Europea (CE) ha decidido proponer el fin de los dos cambios de hora anuales tras los resultados de una macroconsulta celebrada en las últimas semanas. Según los cálculos de Bruselas, la derogación de esta normativa llegará antes de este otoño, cuando estaba previsto que se adelantaran los relojes.
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stórica decisión de la Comisión Europea (CE), que este viernes ha confirmado que quiere poner fin a los cambios de hora en verano y en invierno. Para ello, lanzó el mes de julio una macroencuesta a los europeos para conocer si estaban a favor o en contra de mantener los cambios y el 80 por ciento de los que contestaron está a favor de mantener el mismo horario todo el año.
La Comisión Europea propondrá que se aplique desde ahora, por lo que este otoño no habrá que mover las manecillas del reloj. Bruselas recibió 4,6 millones de respuestas entre el 4 de julio y el 16 de agosto y al parecer los que han sido decisivos han sido los ciudadanos alemanes, que representaron la mayor parte de los votantes que se movilizaron: 3 millones en total.
Una vez lo proponga formalmente la Comisión este viernes, el debate pasa ahora a manos del Consejo y, por tanto, a los Estados, informa Europa Press. El Parlamento podrá proponer quedarse en una u otra franja horaria (la de verano o la de invierno), aunque las competencias sobre esta materia son nacionales. España, por tanto, tendrá la última palabra, algo que aún no se ha decidido, según la portavoz Isabel Celaá. En cualquier caso, con este movimiento se abre así la posibilidad de otro cambio histórico: regresar a la hora que, geográficamente, más le corresponde: la misma que Portugal.
Pase lo que pase, lo que el presidente de la CE, Jean-Claude Juncker, no se plantea es romper la armonización que existe desde 2001 y que haya países que sigan cambiando la hora dos veces al año.
Ahorro de energía
En la UE, las disposiciones sobre la hora de verano contemplaban el cambio de hora dos veces al año para tener en cuenta la evolución de la luz diurna y aprovechar su disponibilidad en un determinado periodo.
La mayoría de los Estados miembros de la UE tienen una larga tradición de hora de verano, que puede remontarse a la crisis del petróleo de la década de 1970, o incluso a la Primera o la Segunda Guerra Mundial. En su momento, las disposiciones sobre la hora de verano perseguían primordialmente el ahorro de energía. Sin embargo, también cabían otros objetivos como la seguridad vial, el aumento de las oportunidades de ocio derivadas de la prolongación de las jornadas o, simplemente, la adaptación a las prácticas de los países vecinos o de los principales socios comerciales.
Las disposiciones sobre la hora de verano en la UE, que existen desde la década de 1980, se rigen en la actualidad por la Directiva 2000/84/CE. Conforme a la Directiva, los Estados miembros están obligados a cambiar a la hora el último domingo de marzo y a volver al horario de invierno el último domingo de octubre. La legislación de la UE en la materia tenía por objeto unificar unos horarios de verano nacionales divergentes y garantizar con ello un enfoque armonizado del cambio de hora dentro del mercado único.
No obstante, estudios pormenorizados no han podido extraer evidencias concluyentes sobre los beneficios de estos cambios de hora. Los estudios indican que el efecto global de ahorro de energía que se deriva de la hora de verano es marginal, a pesar de haber sido una de las principales justificaciones para su adopción.
En cuanto a la salud, si bien se considera que la hora de verano genera efectos positivos vinculados el incremento de las actividades de ocio al aire libre, los estudios cronobiológicos parecen indicar que su impacto en lo biorritmos humanos podría ser más importante de lo que se suponía. Los datos sobre los efectos globales en la salud por tanto, no son concluyentes.