Siempre que se escucha a los afectados, el debate se transforma; los tópicos son sustituidos por las vivencias, los sueños y las inquietudes. Emerge una nueva realidad rica en matices que contradice el discurso dominante. La vida entra en las instituciones y estas adquieren una nueva visión más humana, más entrañable. Nadie discute hoy que el alumno es el centro del sistema educativo, incluso la LOMCE inicia su exposición de motivos con esta idea, sin embargo son muy pocas las veces en las se comparte el debate sobre el futuro de la educación con ellos.
La presencia de los alumnos nos dejó reflexiones tan profundas como la de Lucía, alumna de 1º de Bachillerato en el IES San Isidro que afirmó que “hay que buscar puntos de encuentro entre profesores y alumnos para aprender de manera diferente”. Apuntó también que, aunque algunos profesores intentan renovar la metodología, no existe continuidad de un año a otro. Por otro lado, Manuel, alumno del mismo instituto, cuestionó el modelo de evaluación a través de exámenes que actúan como criba del sistema, y destacó la extensión del curriculum, la falta de conexión entre sus partes y la dispersión metodológica como algunos de los problemas fundamentales con los que tienen que lidiar cada día.
Finalmente, Diana, además de coincidir en varios de sus argumentos con sus compañeros, introdujo conceptos como la “escuela aparcaniños”, y explicó con preocupación que había visto cómo a los profesores no aptos se les enviaba a clases de Primaria. Además, defendió la necesidad de fomentar un aprendizaje multisensorial, vinculado a la emoción, a la vez que advirtió de que algunas de las “nuevas tecnologías” que se utilizan en el aula se han quedado ya obsoletas para los alumnos.
Propuestas y críticas que deberían ser escuchadas y resueltas por los responsables de las políticas educativas antes de mandar los textos con los que pretenden dirigir la vida de los centros educativos a los boletines oficiales. Posibilitar que los alumnos se pregunten y pregunten a los responsables sobre el futuro de la educación es el mejor instrumento para sacar el debate de las cavernas del enfrentamiento partidista y conducirlo a los problemas reales de nuestra sociedad.
La jornada empezó con el diálogo entre Fernando Tébar y Manuela Lara, tras una sugerente presentación de Fernando Trujillo (todos ellos miembros de la Asociación Educación Abierta), en el que se pudieron definir distintas visiones sobre la participación de los alumnos en la escuela. Fernando Tébar defendió poner el foco en el aula y de mejorar los procesos de enseñanza-aprendizaje a través de la innovación metodológica, pero sin reducir los contenidos curriculares, e integrando las competencias.
Por otro lado, Manuela Lara propuso aplicar las siete facetas de la experiencia del usuario de Peter Morville (utilidad, usabilidad, encontrabilidad, credibilidad, accesibilidad, deseabilidad y valor) a la escuela, a través de encuestas y estudios que sirvieran para mejorar, en definitiva, la experiencia del alumno en los centros. Concordó con Tébar en que es preciso cambiar la metodología: “los docentes deben aplicarse en lo que significa aprender haciendo”. Finalmente, explicó que la tecnología debe introducirse en la escuela no solo como herramienta para aprender sino, sobre todo, como ayuda para detectar posibles problemas de aprendizaje y fomentar así una educación más individualizada.
La transformación de la educación es un tema que atañe a toda la sociedad, pero no podemos olvidar que afecta de manera fundamental a los alumnos.