La terapia de vacío es una herramienta terapéutica que ayuda a promover la cicatrización mediante la aplicación de presión negativa en el lugar de la herida. La utilización de este método sobre la herida se realiza mediante una esponja porosa conectada a través de un tubo a una bomba de vacío y cubierta con un apósito adherente. Se consigue de esta forma aplicar una presión controlada continua o intermitente, en un rango de valores de entre -50 y -125 mmHg.
De esta manera se logra mejorar el sellado de la herida y el control de exudados y fluidos, así como disminuir la contaminación. Por otra parte, se estimula también la angiogénesis (proliferación vascular), que es la base del proceso de cicatrización.
La gran novedad es poder aplicar dicha terapia de vacío de forma ambulatoria, gracias al pequeño volumen de la bomba de vacío actual, ya que la técnica solo se aplicaba en el ámbito hospitalario. Este avance tecnológico permite la disminución de la frecuencia de las curas a 3 veces por semana aproximadamente, lo que evita la necesidad de ingreso hospitalario y favorece la comodidad del paciente.