El 29 de enero de 2003 se reabría el antiguo Coliseo Pardiñas con el nombre de teatro Nuevo Alcalá y con un montaje titulado Tanguera. Que volviera a levantar el telón con un espectáculo argentino tenía su lógica porque el nuevo propietario era don Alejandro Romay, el zar Romay, magnate de la escena y la televisión porteñas. Lo había adquirido el año 1998 en un estado ruinoso y promovió una completa reconstrucción comandada por Margarita Massó y José Luis Pamiés. Construcciones Moguerza fue la empresa contratada para la gran obra, que incluía el edificio de viviendas anejo al teatro, en el número 90 de la calle de Alcalá.
Hoy este teatro es uno de los referentes en el género musical. El señor Romay falleció el año 2015. Sus herederos siguen siendo los propietarios aunque actualmente está gestionado por SOM Produce.
Estamos ante uno de los teatros más grandes de Madrid -1.250 localidades- y, como muchos de ellos, con una historia convulsa que le llevó casi a la desaparición. Sigamos su historia cronológicamente.

Hay que remontarse al año 1924 cuando, el 14 de noviembre, abrió el gran cine Coliseo Pardiñas, que había sido proyectado por el arquitecto Luis Ferrero. Se informaba en prensa de que tenía capacidad para tres mil espectadores. Seguramente, el propósito de su empresario era captar al público de esos barrios, entonces alejados del centro, ofreciéndoles una programación que les evitara desplazamientos. El cine dio paso en muy pocos meses a los espectáculos en vivo.
El 28 de mayo de 1925, con la opereta Cuento oriental, abrió sus puertas el Coliseo Pardiñas, alquilado por Juan Vila a los empresarios Morales y Antonio de la Villa. Realmente, el día primero de ese mes ya se había cedido para un gran festival a beneficio de la Asociación de la Prensa. El nuevo empresario había publicado que el teatro se llamaría Pérez Galdós, lo que no ocurrió. El arranque fue fallido por lo que, en julio del mismo año, un compañía encabezada por Felisa Lázaro y Maruja Lopetegui decidió dedicarlo a la zarzuela. Con ella mantuvo una actividad escénica bastante regular hasta los últimos años de la guerra civil. En algunas temporadas, actuaron divos como Marcos Redondo y Plácido Domingo, padre. En este escenario se estrenaron, en los años treinta del pasado siglo, algunas zarzuelas: La contrabandista (1925); Ruy Blas (1927); La capitana (1928); La molinerica (1937) y La bayadera roja (1937). Ninguna pasó a la posteridad y las más populares fueron las del repertorio habitual.
Durante la guerra civil el edificio sufrió graves daños que motivaron su cierre. Pero un año después de terminada la contienda, el empresario José Villar se hizo cargo del edificio y encargó al arquitecto Benito Guitar la reconstrucción. Se produjo en pocos meses y pudo abrir en octubre de 1940 con el nombre de Cine Alcalá y el espectáculo Vampiresas 1940. Pero el cine fue su actividad principal. En 1966 pasó a denominarse Alcalá Palace, nombre que mantuvo hasta los años ochenta.
La vida escénica retornó en 1975 con el estreno de la ópera rock Jesucristo Superstar, protagonizada por Camilo Sesto, ante la indignación de sectores ultracatólicos. El montaje se repondría en 1984 con Pablo Abraira. Ya sonaba como teatro de musicales, un género entonces balbuceante en España. Todavía muchos recordamos el desdichado estreno de Lovy, en 1980. En esos años, con el cine volviendo regularmente, tuvo una programación errática que abarco desde Un hombre es un hombre, de Bertolt Brecht, a Macama Jonda, pasando por las Marionetas de Obraztsov.
Pocas veces se reseña que el Alcalá Palace fue la sede de una empresa de recuerdo desdichado: la cooperativa PSV. El diario El País publicó en febrero de 1992 que esta cooperativa promovida por UGT, había comprado el teatro por 4.000 millones de pesetas (24 millones de euros) para convertirlo en su sede. En ella se expuso la maqueta de la Esfera Armilar, que iba a ser el monumental emblema del nuevo desarrollo urbanístico. En diciembre de 1993, la cooperativa quebró y más de 20.000 familias se quedaron sin vivienda. Obviamente, el Alcalá Palace desapareció de la escena e inició el proceso de ruina que, afortunadamente, no culminó.
En estas dos décadas de la nueva etapa ha conseguido grandes éxitos en el campo del musical: Cabaret (2003), Grease (2008), Priscilla (2014), Sister Act (2016), Billy Elliot (2017) y, actualmente, Matilda, espectáculo estrenado el pasado 30 de septiembre. El gran aforo hace del Nuevo Alcalá un teatro codiciado aunque las características de la caja escénica, por esta construido entre edificios de viviendas, no permitan grandes alardes maquinaria y escenografía. Para resolver en lo posible esta deficiencia, en las obras del fin de siglo se adelantó el proscenio, perdiendo filas de butacas, se aumentó la profundidad del escenario en 2,60 metros, se hicieron camerinos y se construyó un peine técnico que sube hasta 21 metros.

Nueve meses después de la apertura de la sala grande, el 25 de septiembre de 2003, se inauguró la pequeña del sótano con el espectáculo Venecia. Tiene capacidad para 300 personas y mantiene también una programación regular, generalmente del género de comedia.