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DÍA DE LA SALUD MENTAL

Sanitarios protestan frente al Hospital Gregorio Marañón por la sanidad pública
Sanitarios protestan frente al Hospital Gregorio Marañón por la sanidad pública (Foto: Chema Barroso)

La pandemia lastra la salud mental del 60% de los sanitarios: “Vimos cosas horribles”

Por Alejandra Suárez
lunes 10 de octubre de 2022, 07:36h

Fueron meses de temor e incertidumbre, y de hospitales colapsados, cientos de muertes diarias, mascarillas, distancia social, restricciones de movilidad… La pandemia impuso una nueva realidad cuya huella aún pervive en la población, en general, y en quienes estuvieron en primera línea de batalla, en particular. Cada 10 de octubre, se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental. Pero, desde hace dos años, esto cobra especial importancia, al celebrarse en un contexto en el que el 60 por ciento del personal sanitario precisa ayuda psicológica para combatir la llamada ‘fatiga pandémica’ que ha traído consigo esta crisis sanitaria, según el Instituto Español de Resiliencia (IER). “Aunque estés en contacto con la muerte, nunca te acostumbras a ver cosas horribles y a gente morir”, lamenta Juan Carlos (nombre ficticio), enfermero en la unidad de Urgencias del Hospital Universitario Fundación Alcorcón.

Imagínese que aprieta un material. Es más que probable que se haga un hoyo. Cuando suelte la mano, recuperará su forma inicial. Es este el símil que se puede utilizar para comprender el concepto de resiliencia; la capacidad del individuo para conocer, aceptar y, a continuación, superar una enfermedad y salir reforzado. Es precisamente esto, transformar en resiliencia el estrés y la ansiedad que a muchos sanitarios les provocó enfrentarse a esta pandemia y que han derivado en ‘fatiga pandémica’, el objetivo del programa de intervención psicológica individualizado que, desde noviembre de 2021, imparte el IER y la Fundación Humanae, junto al Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid.

El personal sanitario ha tenido que hacer frente a un gran impacto emocional cuyos efectos le está pasando ahora factura. De ahí que el “hastío y cansancio” recojan el sentir general del colectivo, de acuerdo con Juan Carlos, quien en los momentos más críticos de la pandemia pasó a la Unidad de Cuidados Respiratorios Intermedios (UCRI) para aquellos que no podían ser trasladados a la UCI -saturada entonces-.

“La gente pasaba días sin poder asearse y en una silla"

Como el resto del colectivo, este enfermero tuvo que ver “cosas para las que no se está preparado”, como el impacto de la enfermedad en sus propios compañeros, la incorporación masiva de gente en urgencias, la discriminación por el tipo de patología o la muerte de “muchos que no podían ser atendindos”. Pero si hay algo que de verdad le “impactó” fue que los pacientes tuvieran que instalarse en los pasillos del hospital, repletos de sillas, goteros y palos de suero. “La gente pasaba días y noches sin poder asearse y en una silla porque no había camas, y eso impresionaba”, declara.

Juan Carlos recuerda con angustia el “horror” que vivió aquellos meses. Pese a la rapidez con la que debían desempeñar su labor para prestar servicio al mayor número posible de personas, tuvo la oportunidad de conocer a pacientes que afirma “no podrá olvidar jamás”. “Había gente que veías que se estaba muriendo, también gente joven que se ponía muy mala y a la que había que intentar darle todo el oxígeno que tuviéramos”, sostiene.

Aunque alega que su profesión “es así”, no le resultó tarea fácil dejar fuera de su hogar los problemas con los que se topaba cada día en el hospital, convertido en un monográfico. “Llegabas a casa y era todo lo mismo, Covid, Covid y Covid, y era difícil abstraerse porque tampoco podías hacer vida normal”, subraya.

La ‘fatiga pandémica’ tiene síntomas de agotamiento y desmotivación

En su caso, pese a no haber necesitado ayuda psicológica, reconoce haber sufrido ‘fatiga pandémica’, un trastorno adaptativo que tiene síntomas de ansiedad y depresión, pero también de agotamiento, desmotivación o vacío interior. En algunos casos, incluso, se puede llegar a tener síntomas de estrés postraumático, lo que supone que, “cada vez que recuerdan el trauma, se produce malestar, se evitan los estímulos asociados a ese acontecimiento traumático y hay una gran ansiedad e hiperactivación”, explica el secretario general del IER, coordinador del programa y especialista en psiconeuroendocrinología, José Antonio Cabranes.

El programa trata de aplacar el nivel de ansiedad y depresión

El IER detectó que eran muchos los profesionales que precisaban ayuda psicológica y puso en marcha este programa en el que ya han participado cerca de 200 personas. “Cuando se ve la situación como una amenaza, como algo que no voy a ser capaz de resolver, se producen una serie de modificaciones orgánicas y aparece la enfermedad”, cuenta el doctor Cabranes. En el caso de ciertos profesionales sanitarios, el estrés agudo, “una reacción que sirve para salir adelante de lo que nos está sucediendo”, se ha convertido en crónico e intermitente, debido a “un virus que no conocíamos y que estaba provocando muertes y miedo”.

A través de un curso online que se prolongará hasta diciembre, los psicólogos interactúan con los participantes para hacer un diagnóstico y un estudio de personalidad para evaluar su nivel de ansiedad, depresión y resiliencia, y determinar así si necesitan un tratamiento psicológico o farmacológico. A ello se unen cuatro módulos formativos: autoconocimiento, neurociencia y estrés, gestión de las emociones y, por último, resiliencia.

Los problemas de salud mental son cada vez más frecuentes en el entorno laboral, pero ha sido a raíz de la pandemia cuando parece haberse puesto el foco en su relevancia. “Aunque la salud mental ha sido siempre muy importante, ahora quizá se ha reforzado”, sostiene el doctor Cabranes. Pese a ello, reconoce que la estigmatización sigue marcando algunas enfermedades mentales. “Si hablamos, por ejemplo, de los cuadros psicóticos, están muy estigmatizados y no creo que esto vaya a cambiar”, espeta.

Con el fin de la pandemia, fin a sus contratos

Manifestación de sanitarios por la temporalidad de los contratos. Foto: Chema Barroso

Cada tarde a las 20:00 horas durante la primera ola de Covid, la gente rompía a aplaudir desde sus balcones para agradecer el esfuerzo de los sanitarios, un reconocimiento que estos creen que se ha disipado de forma paulatina. “A nivel de pacientes y medicina, algo se ha aprendido, pero ya estamos otra vez como antes de la pandemia”, manifiesta Juan Carlos, al tiempo que denuncia “los contratos tan malos” que tenían algunos profesionales que, como él, batallaban contra el virus.

Cerca de 6.000 sanitarios con contrato covid perdieron su plaza el pasado 1 de abril

Durante los primeros meses, todas las Comunidades Autónomas se vieron obligadas a reforzar su Sanidad para tratar de aplacar unos servicios desbordados debido, en parte, a la falta de personal. Sin embargo, esto duró poco. Las autonomías fueron menguando los efectivos de apoyo al ritmo que la incidencia de la Covid daba un respiro. En la Comunidad de Madrid, cerca de 6.000 sanitarios con contrato Covid perdieron su plaza el 1 de abril, mientras que otros 5.000 se mantuvieron con contratos temporales. A eso le siguió la promesa de la Consejería de Sanidad de “estabilizar a 1.300 trabajadores eventuales”, y el decreto aprobado por el Consejo de Ministros por el cual los sanitarios interinos debían pasar a ser fijos a los tres años de su contratación.

“En mi hospital, había unos 130 contratos Covid y han despedido a más de 50, por lo que el desgaste es todavía mayor y produce más estrés”, expone Juan Carlos. Esta reducción de las plantillas, por ende, ha influido en la “calidad de los cuidados” y en las condiciones laborales, y ha supuesto una mayor carga de trabajo para el resto de profesionales, muchos de los cuales han de añadir esto al impacto emocional de la pandemia y a una salud mental ya resquebrajada.

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