Hace ya casi 20 años que la Comunidad Europea se unificó bajo el uso de una misma moneda: el euro. El objetivo de crear una misma divisa para los países de la Unión Europea era la integración económica de sus estados en un mismo mercado, escenario que decía garantizar un seguido de ventajas, como la eliminación de los tipos de cambio fluctuantes y los costes de cambio. Es decir, una mayor estabilidad. Tanto es así que el euro se ha convertido en el principal símbolo de la cohesión europea que muestra una eliminación de barreras entre ciudadanos.
La eurozona (como se llama al conjunto de países que operan con esta moneda) está formada actualmente por 19 de los 28 Estados miembros de la UE. El euro es la segunda moneda internacional después del dólar estadounidense, por lo que su importancia no es menor. No obstante y pese a sus muchos defensores, la introducción de esta moneda en la construcción de un mercado único no ha estado nunca libre de polémica. Son muchos los que consideran que, lejos de ser beneficiosa para la UE, esta divisa no solo ha hecho latentes las desigualdades económicas y sociales de la zona, sino que las ha potenciado en gran medida.
Esta reflexión pone en tela de juicio la viabilidad de las monedas actuales, y plantea la siguiente cuestión: ¿Qué pasaría si existieran monedas emergentes que quisieran enfrentarse al euro o al dólar? ¿Sería positivo o negativo para los países emisores? ¿Y para la economía global?
Precisamente estas cuestiones son las que se ha planteado IG en un análisis reciente focalizado en la investigación de monedas emergentes. Este estudio ha basado sus conclusiones en 9 escenarios (europeos y no europeos) con nuevas divisas, estableciendo qué ciudades o países podrían emitirlas, bajo qué condiciones podrían hacerlo y qué consecuencias podría haber. IG es uno de los referentes mundiales en forex y trading - es decir, en el mercado mundial descentralizado de todas las divisas que se operan en todo el mundo, por lo que su aportación tiene un gran valor añadido.
Las 9 regiones escogidas para la posible creación de una moneda son Alemania (Europa), Mongolia interior (China), Karnataka (India), Londres (Reino Unido), Michigan (Estados Unidos), Puerto Rico (Estados Unidos), San Paulo (Brasil), Sicilia (Italia) y Cabo Occidental (África)
Paradigmáticamente, la gran conclusión que ofrece esta guía interactiva es que sacar una única conclusión con respecto a qué influencia o impacto directo tendría la creación de un seguido de divisas es casi imposible, debido a la gran confluencia de factores. A las condiciones del país en sí hay que añadir los efectos que se pueden generar y extender a otras partes, más aún en un mundo globalizado como en el que vivimos hoy en día. Stephen McGrath, jefe de contenido de clientes de IG, considera que “crear una nueva moneda y separarse de la anterior puede parecer una forma atractiva de cambiar una economía en apuros o de capitalizar las fortalezas existentes en una región, aunque desafortunadamente rara vez es tan simple”.
El economista belga Robert Hancké también ejemplifica esta dificultad a través del caso londinense. Aunque la creación de una moneda emergente por parte de Londres tuviera un impacto positivo en la riqueza de la ciudad, avanzar hacia una moneda londinense tendría más contras que pros. ¿Y qué pasa con Alemania? Según el estudio, este país sería el único que podría apartarse del euro de forma viable porque es la economía más fuerte de la eurozona, además de tener superávit comercial y presumir de tener una tasa de desempleo muy baja. No obstante y por estas mismas razones, la aparición de una moneda alemana haría colapsar el euro.
Esto hace que se ratifique el papel atractivo de los mercados emergentes, cuyo crecimiento económico y apertura al exterior llama la atención de los inversores. Este tipo de economías engloba a países muy heterogéneos que tienen características comunes. Una de ellas es que los mercados emergentes suman una importante parte de la población mundial, hecho que les convierte en un gran mercado donde desarrollarse económicamente sin necesidad de tocar la moneda. Y es que, como se ha visto, las consecuencias de la creación de nuevas divisas a nivel regional, además de incierto, es totalmente improbable.