Restauradores de los recintos feriales de la Casa de Campo, propiedad del Ayuntamiento de Madrid, denuncian el incremento de la inseguridad y el descenso de ingresos derivado de la actividad de un grupo de invididuos de nacionalidad rumana dedicado a recoger papel y a la mendicidad que ha convertido un restaurante abandonado del ámbito en su centro de operaciones.
La casa de Luisa (nombre ficticio) no tiene luz. A pesar de sus años y sus problemas de movilidad, cocina en un hornillo cada día a oscuras para la familia, mientras sus hijos limpian en el patio la ropa en una bañera infantil que llenan en una fuente cercana. Vive desde hace cinco meses de ocupa en el antiguo restaurante Guipúzcoa, del recinto ferial de la Casa de Campo, que el Ayuntamiento de Madrid, propietario del inmueble, clausuró por impago hace tiempo ya. La comunidad, tal y como ellos mismos argumentan a Madridiario, se dedican a la recogida de papel y chatarra, y a la mendicidad. Dicen no querer problemas con nadie.
Desde fuera de su 'finca', las cosas se ven de manera distinta. Los restauradores y empresarios de la zona aseguran que la sensación de inseguridad que dan los ocupas está afectando a sus negocios. Según denuncian algunos de ellos, que no quieren dar su nombre por miedo, han intentado robar en varios restaurantes y vehículos, hacen de 'gorrillas' en los aparcamientos (aunque los 'gorrillas' españoles aseguran a este periódico digital que solo se dedican a mendigar en semáforos y en los restaurantes), mendigan en las celebraciones de bodas y han hecho de varios restaurantes abandonados su nuevo hogar. Hace poco, el mítico restaurante Currito, también pasto de la crisis y los embargos, fue saqueado por unos ladrones nocturnos.
Fuentes policiales aseguran que, según sus datos, esta comunidad ocupa está perfectamente controlada y filiada por el Cuerpo Municipal, y que se dedican, principalmente, a la mendicidad. Hace días, la concejala de Cultura -entidad de la que depende Madrid Destino, que es la empresa municipal propietaria de los terrenos-, Celia Mayer, recorrió la zona para buscar una solución integral para el ámbito.
Esta situación se suma al abandono evidente que sufren las infraestructuras del complejo de la antigua Feria del Campo de la Casa de Campo en los últimos años (en los últimos años ha cerrado la mitad de los locales de la zona), que el anterior Ejecutivo trató de paliar llevándose las instalaciones del Área de Seguridad a la zona. Los empresarios se quejan de que han solicitado arreglos urgente a su 'casero' (Madrid Destino) y que algunas llevan dos años sin ningún tipo de solución. A eso se suman las estrategias para dificultar el tráfico en la zona, la construcción de Madrid Río -que se ha llevado a los paseantes de la Casa de Campo- y la prostitución. "Nos sentimos engañados y defraudados por las promesas que han hecho los distintos gobiernos del Ayuntamiento porque nos han prometido apostar por la zona y solo aparecen por aquí durante las elecciones", comenta Francisco (nombre ficticio), responsable de uno de los restaurantes. Fermín, un vecino de la zona, recuerda que la Feria del Campo era uno de los lugares más concurridos de Madrid, y que el abandono ha sido evidente, hasta el punto de que ahora parece una 'ciudad fantasma' que atrae a los ocupas.