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Poblado chabolista en Fuencarral. (Foto: Kike Rincón) |
Una nueva oportunidad para el poblado de 'Las Vargas'
miércoles 30 de septiembre de 2015, 07:41h
Un poblado chabolista en el polígono industrial de Fuencarral- El Pardo reclama al Ayuntamiento de Madrid el realojo para las 16 familias que allí residen, en las que abundan ancianos y niños, después de años de contencioso con la administración. El Gobierno municipal se ha comprometido a buscarles viviendas de la Empresa Municipal, siempre y cuando realicen los trámites administrativos correspondientes. Madridiario visita esta comunidad para conocer cómo viven.
María Jesús tiene una casa en primera línea de playa. La única verdadera playa que hay en Madrid. La playa de vías de la estación de Chamartín. Vive en la calle de Antonio Cabezón número 61, en el polígono industrial de Fuencarral. Tanto ella como las 16 familias que integran esta comunidad arremolinan sus chabolas junto a una antigua fábrica de pinturas abandonada.
Es el poblado conocido como de 'Las Vargas' porque varias de las matriarcas de dicho poblado son hermanas de este mismo árbol genealógico. Todos los habitantes fueron llegando a principios de siglo. Ya son más de 120 personas de hasta cuatro generaciones del clan. Los más antiguos, como Antonio, llegaron en 2001. La mayoría han vivido cómo una excavadora les tiraba su anterior vivienda. Hoy día, subsisten como pueden. Apenas una de las jóvenes del poblado tiene un trabajo estable en el Teatro Real. El resto ha perdido la cuenta de los años que lleva en paro, la mayoría víctimas de la crisis de la construcción. Las chicas apuestan por estudiar para sacarse carreras. "Yo seré analfabeta, pero soy honrada y quiero que mis hijos tengan un futuro", explica María Jesús. La chatarra es casi lo único que les queda para ganarse la vida, y sus sueños pasan por tener una casa propia para poder volver a empezar.
"Nos dicen que tenemos chabolas de lujo pero todo lo que tenemos ha sido a base de esfuerzo", comenta Antonio. Desde la puerta, su esposa recalca que el trabajo que les cuesta vivir dignamente, a pesar de las condiciones climatológicas que les azotan durante todo el año. "En invierno, te hielas. En verano, no se puede aguantar el calor que hace...", asegura. Y una joven del poblado agrega: "Cuando llueve, mi casa es una catarata". Casi todos los ancianos acumulan una lamentable lista de enfermedades debido a este tipo de vida.
Pronto se crea una tertulia improvisada, en la que los vecinos debaten sobre los refugiados sirios. Unos hablan a favor de darles casa porque su situación es una vergüenza internacional y hay que ser solidarios. Otros proponen que les den casa, pero que a los españoles que lo necesitan -como es su caso, tal y como reclaman-, se la den primero. La conversación deriva a los sueños de encontrar un trabajo. El ideal es ser jornalero en Francia, circunstancia que casi se plantea como un sueño inalcanzable. De fondo, trina el enorme catálogo de pájaros que tienen los niños como mascotas y que para sí quisiera más de una fundación ornitológica.
Pero, pronto, vuelve la conversación a su deseo de viviendas. "No engañamos a nadie. Queremos una vivienda de realojo, pero que podamos pagar, porque si no, tendremos que volver pronto a la calle", comenta uno de los familiares de María Jesús. Están ya desencantados con los políticos. Una y otra vez la administración les ha tratado de echar de los terrenos, cuando solo pedían una nueva oportunidad. La última, hace unas semanas. Según relatan, se presentó la Policía Municipal portando un papel en el que, les aseguraban, ponía que les iban a dar a todos una vivienda. El abogado de esta comunidad descubrió que, en realidad, les estaban dando a firmar una autorización para que, en caso de resolución judicial, pudiesen tirarse de golpe todas las chabolas del poblado, en vez de una a una como dicta la Ley. La comunidad tiene denunciado al Ayuntamiento por este hecho y por varias promesas incumplidas y destrucción de casas llevadas a cabo por anteriores equipos de Gobierno.
Por eso, el día 14 de septiembre acudió al lugar el concejal presidente de Fuencarral- El Pardo, Guillermo Zapata, que, además de garantizar que no se les va a expulsar de sus viviendas y bloquear dicha resolución municipal, avanzó a los vecinos que el Consistorio haría todo lo posible por ofrecerles una vivienda de la EMVS, siempre que cumplimenten los papeles correspondientes. "El proceso de realojo -explica el edil- se está llevando a cabo desde la Junta y la coordinación municipal de Derechos Sociales. Se planteó inicialmente el realojo en otra zona de la ciudad pero tendrían que quedarse en el barrio porque los menores están escolarizados en centros de la zona, lo que va a enlentecer el proceso. El primer paso, no obstante, es que presenten los expedientes correspondientes en la Empresa Municipal de la Vivienda". El Ayuntamiento ha incluido su caso en la comisión municipal sobre realojos y elaborará en octubre, a propuesta del edil, el informe correspondiente al caso de Las Vargas.
Estos madrileños ya no se fían. Han grabado las explicaciones del concejal con los teléfonos móviles para tener pruebas en caso de que les vuelvan a engañar. Uno de los jóvenes del poblado sentencia: "Hasta que no lo vea, no lo creeré. Siempre vienen los políticos con buenas palabras y nos hacen promesas. Cuando regresan, solo traen las máquinas para tirar nuestras casas".