www.madridiario.es
El centenario de la Virgen del pueblo

El centenario de la Virgen del pueblo

Por Enrique Villalba
miércoles 04 de abril de 2012, 00:00h
La iglesia de la Virgen de La Paloma cumple su centenario. Su tradición y su leyenda hacen que siga siendo la patrona que arrastra a más fieles en la ciudad.
Tres patronas tiene Madrid: las vírgenes de Atocha, La Almudena y La Paloma. La primera es la de la Corte, la segunda la del clero y la tercera la del pueblo de Madrid. Esta última ha conseguido que su templo cumpla cien años con muy buena salud. El pasado 23 de marzo, el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, ofició una misa en conmemoración de este centenario.

El templo fue inaugurado por los reyes de España, que regalaron varias vidrieras, al igual que buena parte de la nobleza. Desde hacía casi 150 años, la virgen de La Paloma era una referencia para la monarquía. Resulta que María Luisa de Parma, esposa de Carlos IV, llevó al infante Fernando (futuro Fernando VII) a ver el retrato de una virgen popular que estaba instalada en un piso de la calle de La Paloma y que tenía fama de milagrosa. El niño curó de unas fiebres que estaban a punto de matarlo, lo que convirtió a la reina en una devota de esta imagen.

Según los archivos de la Archidiócesis de Madrid, en 1787, Isabel Tintero, la mujer de un cochero residente en la calle de La Paloma, compró a unos muchachos un lienzo que usaban como juguete y que habían sacado de un vertedero. Al extenderlo, descubrió que se trataba de una virgen de la Soledad. Un lienzo en la iglesia rememora dicho momento.

Tintero reparó el cuadro y lo colocó en el portal de su casa. Rápidamente, corrió el rumor de que esa virgen era milagrosa. La cuñada de la propietaria ofreció a su hijo recién nacido a la protección de la imagen. Ese fervor continuó hasta hoy día, con misas todos los sábados en honor a las madres. El portal se quedó pequeño ante los obsequios que le llegaban a la virgen.

A los pies de la virgen
En 1791, Tintero pidió permiso para la construcción de una capilla en un solar en la misma calle de La Paloma que pertenecía a las franciscanas de Santa María de la Cruz. El arquitecto Francisco Sánchez, discípulo de Ventura Rodríguez, se encargó del diseño. Finalmente, el inmueble se concluyó en 1795, dedicándose a Nuestra Señora de la Soledad. El edificio tenía una sola nave adornada por pilastras, un retablo de mármol con columnas corintias y una bóveda pintada al fresco. En 1796, Andrea Isabel fue nombrada sacristana y administradora de la capilla.

Con el milagro del infante, creció el culto a La Paloma. Durante la invasión francesa, Tintero escondió el cuadro y las joyas de la virgen. Al morir, pidió como última voluntad, sin éxito, ser enterrada en la iglesia. El 30 de marzo de 1996 la congregación de la Paloma cumplió su deseo, después de obtener los permisos del Arzobispado y las autoridades de salud pública. Sus restos, apenas corruptos y enterrados en un nicho del cementerio de San Isidro, reposan desde entonces a los pies de la Virgen de La Paloma.

Disposición de la iglesiaIsabel II y Alfonso XII visitaron varias veces la capilla, que pasó en 1891 su parroquialidad de San Pedro a La Paloma, lo que motivó que se decidiera sustituirla por una iglesia más grande. El nuevo templo fue construido bajo diseño de Lorenzo Álvarez Capra y Dimas Rodríguez entre 1896 y 1911. Tiene cruz latina, nave central, dos laterales y fachada neomudéjar flanqueada por dos torres. En la inauguración, La Junta de Construcción repartió entre los pobres del barrio bonos para comer, cenar y recibir limosna. Durante el día de La Paloma se convirtió en costumbre invitar a comer a los pobres las especialidades del mesón del Segoviano.

Los vecinos solicitaron al parque de bomberos cercano que ayudasen a bajar la imagen de la Virgen. El doctor Armas, médico de los bomberos, propuso que se convirtiese en la patrona del Cuerpo. Así, comenzaron a transportarlo en la fiesta de La Paloma sobre un coche de bomberos, adornado con mantones de Manila. En 1956 se compró, por suscripción popular, la actual carroza. No obstante, los bomberos han continuado desde entonces bajando la imagen de la Virgen durante las fiestas.

Poco antes de la Guerra Civil, Ramón Labiaga, presidente de la Junta parroquial, ante el peligro de que los republicanos asaltasen la iglesia y con la connivencia del párroco, sacó el cuadro escondido bajo una capa y lo llevó a su domicilio en la calle Toledo, colocando una copia en su lugar. Luego quedó oculta tras el cabecero de una cama en su siguiente domicilio, en el paseo del Pintor Rosales. Finalmente, escondió la imagen en su botica de la plaza de San Bernardo. A su vez, un zapatero, empezada la guerra, temió por la imagen, que creyó auténtica, y la conservó hasta la caída de Madrid. El cuadro y su copia fueron devueltos después de la contienda. La iglesia no tuvo tanta suerte. Durante el conflicto fue usada de almacén y su interior quedó destrozado.

Una virgen 'merengue'
En esa época, La Paloma se convirtió también en la virgen de los toreros y del Real Madrid. La plaza de toros de las Ventas tiene una capilla dedicada a esta patrona y oficia misa en su honor todos los 15 de agosto. Antoñete siempre llevaba a la virgen bordada en su capote y en medallas junto al pecho. Lo del equipo blanco procede de la etapa de Santiago Bernabeu. Su esposa era muy devota y el presidente merengue instaló una capilla en el antiguo estadio en honor de esta virgen. De hecho, el club participaba en las fiestas aportando un estandarte en las fiestas y haciendo desfilar a la plantilla con los fieles.

Jesús Higueras fue el párroco de La Paloma durante 40 años. Murió hace cuatro. En 1978, en cumplimiento del Concilio Vaticano II, fue uno de los primeros sacerdotes que se atrevió a cambiar el concepto de templo cristiano. La disposición de la iglesia cambió. El presbítero miraba al asistente, que se situaba en asamblea con el resto de fieles. Se retiraron las rejas y el sagrado corazón para colocar en su lugar un ambón que representase la palabra, un altar par representar la comunión y una piscina bautismal para concluir el proceso de inclusión en la comunidad cristiana, tal y como se hacía en la época de Cristo. De este cambio, se recuperó la tradición de bautizar mediante inmersión a los nuevos fieles en la Pascua. En la intervención, también se construyeron dependencias parroquiales anexas. El 15 de agosto de 1995, la Virgen recibió la medalla de la Villa. Diez años después, Rouco Varela coronó el cuadro. Ambos símbolos lucen sobre la imagen.

Hoy día, La Paloma es uno de los templos más visitados de Madrid durante la festividad de su patrona. Miles de personas se acercan a presentar a sus hijos y honrar a una virgen que fue rescatada del vertedero, curó a un príncipe y se salvó de la quema en la guerra por duplicado. Una virgen de Madrid. La virgen de los madrileños.
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios