Como se esperaba desde ayer viernes, cuando se conoció la noticia, ha sido cesado el Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), el general Miguel Ángel Villarroya.
O ha renunciado, como prefieran, dentro de las versiones del mismo relato. La realidad es que cuando la ministra de Defensa, Margarita Robles, se enteró por la prensa de esta noticia, poco quedaba por esperar para ver una respuesta firme y contundente del Gobierno.
Villarroya se va sin hacer ruido, con unas declaraciones hechas desde la discreción y asegurando que se marcha para evitar que la imagen de las Fuerzas Armadas se empañe, pero que tiene la conciencia tranquila porque se limitó a seguir un protocolo de vacunación interno del Ejército.
Eso sí, ese protocolo choca contundentemente contra el espíritu del protocolo nacional de vacunación acordado por el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas, que priorizan la vacunación de los más golpeados por la pandemia, como los ancianos de residencias y los sanitarios.