Hoy nuestro recorrido se centra en un árbol singular que se encuentra en la Terraza de los Cuadros, junto a la Rosaleda: el Almez. Vamos a mostrarte un árbol multiusos, muy apreciado desde la antigüedad.
El almez. Celtis australis
El Árbol Singular del Real Jardín Botánico (RJB) tiene un diámetro de 1,35 m., una altura de 22 m. y su edad aproximada es de 140 a 160 años. El RJB tiene una de las mejores colecciones de almeces de Madrid. Muchos de ellos, centenarios, datan de la primera época del Jardín. Con motivo de los daños causados por el tornado de 1886 en Madrid.

Celtis australis, conocido como almez, también tiene muchos otros nombres comunes según la región donde se encuentre porque es un árbol que habita en gran parte de la península sobre todo en la región mediterránea: Almecinero, almecino, almezo, almeza, almencina, almencino, armez, almiguinal, almiguino, almárcigo, almedinero, almerguinero, almerino, almecineco, latonero, alatonero, gayatonero, lironero, lirón, lidonero, litón, llarón, llatonero, llirón, llironer, llironero, aligón, aligonero, lodón, lodoeiro, alaconero, araconeco, laionero, latón, lionera , ayatonero, hojaranzo, jaranzo, aranzo, garanzo, hoiaranzo, bermejo, bolal, chilindronar, quicavero.
El nombre del género Celtis procede del latín "celthis-is" aplicado por Plinio a un árbol africano que no era el almez y que pudo ser un azufaifo y posteriormente Carlos Linneo describió el género. El término específico "australis" procede del latín y hace referencia al sur de Europa (austral). Es una especie de árbol incluida en la familia de las ulmáceas (Ulmaceae) aunque en la actualidad y fruto de una revisión filogenética, se incluye dentro de la familia cannabáceas (Cannabaceae). Almez su nombre vernáculo más corriente en castellano, proviene del árabe hispano "al-máys", que significa literalmente árbol.
Es originario del sur de Europa, oeste de Asia y norte de África. En la Península es más abundante hacia el este y el sur, haciéndose más escaso hacia el oeste y norte, donde llega a faltar en muchas zonas. Suele formar pequeños bosquetes, con otras especies en laderas, pies de cantiles, barrancos y vaguadas con árboles de ribera. Es un árbol fuerte y bello de hoja caduca (árbol caducifolio) que medra en áreas de clima templado, y en ocasiones llega a alcanzar los 30 m de altura y presenta una copa redonda y ancha.
Longevo puede llegar a vivir 600 años. No soporta las bajas temperaturas y es muy resistente a la sequía y la contaminación.
Su tronco es recto y su corteza lisa de color gris plateado, parecida a la piel de los elefantes. Tiene una ramificación ascendente y densa. Sus hojas, de 5 a 15 cm de largo, son simples, alternas, pecioladas, asimétricas en la base, de formas lanceoladas y aserradas, terminadas en punta alargada (acuminadas) con el haz de color verde oscuro algo pubescente que le dan cierta aspereza y el envés, de color verde claro con pilosidad en los nervios. Nerviación con 3 nervios más patentes que el resto. Esta nerviación de las hojas diferencia al almez claramente de los olmos.
El almez florece en primavera y las flores pueden ser hermafroditas o masculinas y se encuentran solitarias en la axila de las hojas (axilares) sujetas por un largo pedúnculo de 2-8 cm., son pequeñas y solitarias, poco vistosas, de color amarillo verdoso, con una sola envoltura formada por 5 sépalos (flores pentámeras).
El fruto drupáceo de 8-12 mm., llamado almeza, almecina o latón, entre otros, es una drupa comestible redondeada y lisa, del tamaño de un guisante, de sabor agradable parecido al dátil, tiene un color inicialmente verde, que se vuelve después amarillento y rojizo para terminar siendo negro azulado en la madurez. Fructifica en otoño y permanece en el árbol durante el invierno.
Usos del Almez
Los frutos maduros del almez, las almecinas o celtinas, son comestibles cuando la pulpa se pone negra y son comidos como golosinas por los niños. Son muy útiles para potenciar la avifauna de los parques. Los frutos son también utilizados para la elaboración de licores artesanales, dejándolos macerar en aguardiente o anís. Por su riqueza en azucares ha sido utilizado como sustitutivo del mismo azúcar. También se usa como forraje y alimento para el ganado siendo muy apreciado por los rebaños de cabras y ovejas.

Tanto los frutos como las hojas se emplean para preparar infusiones que permiten rebajar la tensión arterial o la mejora del funcionamiento del sistema digestivo. Su consumo, al ser un producto astringente, permite la prevención de diarreas y disenterías. También se preparaban decocciones con las hojas y los frutos para distintos tratamientos del sistema genito-urinario: diuréticos (casos de retenciones de orina), regulación del flujo menstrual (antihemorrágicas), exceso de ácido úrico. Su consumo permite rebajar el nivel de colesterol y los niveles de azúcar en sangre.
La madera del almez también se usa como combustible para formar carbón. Genera buena leña, aunque para hacer carbón vegetal no es tan valorada como la madera de otros árboles (carbón de encina).

En construcción es muy apreciada la madera por su flexibilidad y dureza. Es elástica y flexible, buena para tornear, tenaz y resistente a la pudrición por lo que se ha usado en la fabricación de elementos de navegación como embarcaciones, remos y otras piezas de marinería. También en la elaboración de vigas, puertas, ventanas y otros elementos de carpintería y utensilios de trabajo. Su flexibilidad permite fabricar herramientas de madera con formas redondeadas destacando los astiles o mangos de herramientas, los aperos agrícolas y de labranza como azadones, hachas, horcas, cargadores, etc. y la elaboración de bastones. Como curiosidad, a principio del siglo XX, en el municipio leridés de Alentorn se fabricaban horcas para casi toda España. Se llegaban a fabricar en este pueblo más de 70.000 unidades al año y casi todos sus habitantes se dedicaban a la elaboración de estos aperos de labranza. En la actualidad en esa localidad leridana hay unas pocas personas mayores que todavía producen horcas, pero solo una, mantiene el oficio como profesión y llega a fabricar al año más de 300 horcas. La madera del almez también ha sido empleada en la fabricación de instrumentos musicales, como flautas, gaitas, tambores, tamboriles y otros. También es empleada en la construcción de juguetes como carros, tirachinas, trompos etc.

El almez se cultiva, en ocasiones, para la mejora y fijación de suelos. En algunas zonas montañosas permite afianzar los márgenes y ribazos de los bancales para evitar la erosión de los mismos. En bosques de ribera se usa para asentar los márgenes de los ríos.
Ha sido cultivado en Europa desde la Antigüedad por su monumentalidad y sus peculiaridades estéticas. También para dar sombra se plantaban junto a las casas rurales y de labranza. Ya en Grecia y Roma era frecuente su presencia en parques y jardines y en España, desde el siglo XVIII, es habitual en todos los proyectos de paisajismo. Según José Quer y Martínez, primer catedrático docente de la enseñanza de la Botánica en el RJB, se cultivaba mucho en el Jardín de la Isla de Aranjuez.
En jardines, parques, estacionamientos y resto del arbolado urbano es utilizado por ser una especie longeva, muy resistente a la contaminación, así como por la belleza cromática de sus hojas en las estaciones de verano y otoño. También se utiliza en alquerías, fincas y propiedades agrícolas para marcar el trazado de acequias y cursos y conducciones de agua, y delimitar lindes, cercados, proximidades de muros y caminos.
Curiosidades del almez
Es un árbol que en muchas zonas donde tiene presencia está vinculado a rituales y tradiciones. En Baleares era un árbol muy apreciado porque se suponía que tener un almez cerca de las casas servía de protección contra los rayos de las tormentas. En la Comunidad Valenciana en la época precristiana se le consideraba un árbol mágico y aparecía vinculado a los lugares de culto de la madre tierra; los pastores se hacían flautas con su madera porque decían que el sonido que producían espantaba a los lobos y otras bestias.

Posteriormente el cristianismo adaptó el almez a sus creencias y plantó esta especie junto a los santuarios, sobre todo en aquellos monasterios, templos y ermitas dedicados a la Mare de Déu. Una imagen de la patrona de la ciudad de Castellón, La Virgen de Lidón, apareció bajo un almez. En la Cataluña rural cuando nacía el primogénito se solía plantar un almez delante de la casa. En la Comunidad de Madrid en el municipio de Torrelodones el almez figura en su escudo. La localidad madrileña recibe su nombre de la "Torre de los almeces ó de los lodones".
El almez es conocido desde la Antigüedad por las especiales propiedades de su madera, el sabor dulce de sus frutos y las múltiples aplicaciones medicinales. Herodoto consideraba "incorruptible" su madera y la equiparada con otras maderas resistentes como las del boj, el ébano o el olivo. Dioscórides resaltaba las propiedades medicinales para frenar las diarreas. Teofrasto en su "Historia de las plantas", tratado que constituye la más importante contribución a la ciencia botánica de toda la antigüedad hasta el Renacimiento, manifestaba sobre este árbol que era una madera fácilmente torneable y resistente. Homero en "Odisea" narra cómo la tripulación de Ulises pierde la memoria al ingerir lotos o frutos del almez en la tierra de los lotófagos. Plinio hizo referencia al sabor de sus frutos y a sus cualidades medicinales
Que mejor que cerrar nuestro recorrido con el texto poético "El árbol" de Rabindranath Tagore que parece inspirarse en el almez:
"Viajero, escucha:
Yo soy la tabla de tu cuna, la madera de tu barca, la superficie de tu mesa, la puerta de tu casa. Yo soy el mango de tu herramienta, el bastón de tu vejez. Yo soy el fruto que te regala y te nutre, la sombra bienhechora que te cobija contra los ardores del estío, el refugio amable de los pájaros que alegran con su canto tus horas y limpian de insectos tus campos. Yo soy la hermosura del paisaje, el encanto de la huerta, la señal de la montaña, el lindero del camino...
Yo soy la leña que te calienta en los días de invierno, el perfume que te regala y embalsama el aire a todas horas, la salud de tu cuerpo y la alegría de tu alma. Por último, soy la madera de tu ataúd.
Por todo esto, viajero que me contemplas, tú que me plantaste con tu mano y puedes llamarme hijo, o que me has contemplado tantas veces, mírame bien, pero... no me hagas daño". (Rabindranath Tagore)
Conviene recordar.
El Real Jardín Botánico de Madrid (RJB) es una enciclopedia viviente abierta a quien quiera descubrir sus tesoros vegetales. Con una colección de más de 5 000 ejemplares, el jardín es un referente para la investigación y el conocimiento de la Botánica, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Conserva y nos enseña todo tipo de flora de distintas partes del mundo, algunas especies en peligro de extinción y otras muy apreciadas por su singularidad. Es un canto a la biodiversidad vegetal.
El RJB se distribuye en tres terrazas escalonadas, plantas de América y del Pacífico, además de plantas europeas y actualmente es un centro fundamental en el estudio, la conservación y protección, la educación, la difusión y la divulgación de la que se encuentra en el Paseo del Prado, junto al Museo del Prado.

Mención especial son los árboles singulares del RJB y conviene recordar que en 1992 se aprueba el Catálogo Regional de especies amenazadas de Fauna y Flora silvestres y se crea la categoría de Árboles Singulares de la Comunidad de Madrid (art. 2 del Decreto 18/1992, de 26 de marzo, del Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid) donde se definen como Árboles Singulares: "los ejemplares de flora que por características extraordinarias, por su rareza, excelencia de porte, edad, tamaño, significado histórico, cultural o científica, constituyen un patrimonio merecedor de especial protección por parte de la Administración".