El 25 de noviembre es un día reservado en nuestro calendario para la lucha contra la violencia de género y para apostar por la eliminación de las diferentes violencias que se ejercen contra la mujer. Así lo reconoció la Asamblea General de Naciones Unidas el 17 de diciembre de 1999. Ese mismo día en España, dos años antes y conmocionando a todo el país, fue asesinada por su exmarido Ana Orantes tras haber denunciado en un programa de televisión la violencia que sufrió durante años.
Ella no fue la primera víctima mortal de violencia de género. Y desgraciadamente, tampoco fue la última. Pero sí puso el foco de atención en un problema hasta el momento silenciado. Desde entonces los avances legislativos contra esta lacra social a erradicar han sido varios, siendo el más contundente la aprobación en 2004, por unanimidad, de la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género.
Quince años después de su puesta en marcha, estamos lejos de la dolorosa cifra del 2007 de 70 mujeres asesinadas por violencia de género. Pero este año, y coincidiendo con el día contra esta violación de Derechos Humanos, ha sido asesinada la víctima número 52. Tenía 26 años y fue asesinada por su pareja con el cuchillo con el que le defendía otra mujer, su abuela.
Tal y como muestran las estadísticas desde que se realizan en 2003, los asesinatos de mujeres a causa de la violencia de género, por el mero hecho de ser mujeres, son la más cruel y sangrienta manifestación de violencia en nuestro país. Mientras los homicidios en España se han reducido aproximadamente un 30% en 30 años, los homicidios en los que las mujeres son víctimas han permanecido inalterables desde los años 80.
Por ello, además de toda declaración institucional, o de intenciones, hacen falta recursos económicos y humanos para ayudar a las víctimas a salir de la espiral de violencia ejercida por los maltratadores. Sí, maltratadores y asesinos, porque a los únicos varones a los que criminalizan las medidas contra la violencia de género es a los criminales.
Los derechos de las mujeres son Derechos Humanos. Por ello, las medidas de protección integral de las mujeres contra la violencia de género no solo son perfectamente constitucionales, son mandato constitucional e internacional.
En Pozuelo de Alarcón, y según datos de la Concejalía de Familia, Mujer y Servicios Sociales, durante 2018 fueron atendidas, por primera vez, 72 mujeres en el Punto Municipal del Observatorio Regional de Violencia de Género (PMORVG). En el primer semestre del año 2019, y según las mismas fuentes, fueron atendidas por primera vez 49 mujeres. Además, 20 vecinas tienen órdenes de protección, que desarrollan las fuerzas de seguridad, y 16 menores han sido atendidos por el Servicio de Atención Psicológica en el primer semestre de 2019.
De esta manera, además de apoyar cualquier forma de condena y tolerancia cero con la violencia de género y sus verdugos, así como con aquellos que contribuyen a silenciarla, desde el PSOE de Pozuelo hemos propuesto al Pleno Municipal del 28 de noviembre una moción para aumentar el presupuesto de políticas de igualdad y contra la violencia de género.
Y lo hemos hecho con tres objetivos:
- Reforzar la sensibilización y prevención de dicha violencia en más sectores de la población: el profesorado en todas las etapas educativas, las familias con escolares en la etapa 0-3 años, trabajadores de centros de mayores, centros culturales y el personal del ayuntamiento, usuarios de centros de mayores así como a la ciudadanía en general en diferentes centros públicos, entidades sociales, partidos políticos y empresas del municipio que quieran participar.
- Poner en marcha políticas consecuentes con la atención integral a las víctimas que realiza el Punto Municipal del Observatorio de Violencia de Género.
- Y fortalecer la coordinación municipal de dichas políticas con el resto de instituciones implicadas así como el seguimiento y evaluación de las mismas.
En definitiva, se trata de ampliar el campo de actuación contra la violencia de género porque todo esfuerzo se antoja escaso y nadie debería estar en contra de ello. Y se trata de hacerlo de la única manera posible: con recursos económicos y humanos para tal fin.