La convocatoria de una huelga feminista pone de manifiesto la imperante necesidad de hacer temblar con nuestras marchas los cimientos de la sociedad y con ello demostrar que sin el empuje femenino esta se viene abajo. Pero este viernes no seremos pioneras, pues nuestras antecesoras se afanaron por allanarnos el camino hacia la igualdad efectiva.
Más de un siglo atrás, el 8 de marzo de 1910 quedó subrayado en el calendario con rotulador morado como el día en que el rey Alfonso XIII rubricó un Real Decreto por el que se concedían, "sin necesidad de consultar a la Superioridad", las inscripciones de matrícula en enseñanza oficial o no oficial a las mujeres.
La universidad abría sus puertas al talento femenino. Un hito y, al mismo tiempo, un hecho no exento de cláusulas restrictivas como la prohibición de sentarse junto a sus compañeros o el veto a moverse con absoluta libertad en las facultades. Con el tiempo, y reivindicaciones mediante, también se derogaron dichas limitaciones.
El monarca firmó el dictamen para otorgar vía libre a la mujer a los estudios superiores, pero fueron estas quienes motivaron tal decisión. Y es que el anuncio se materializó poco después de la llegada de la escritora Emilia Pardo Bazán al Ministerio de Instrucción Pública como consejera tras décadas al frente de la lucha por la alfabetización de las féminas.
Hasta 1910, tan solo 77 mujeres se habían matriculado en centros universitarios. De ellas, apenas se licenciaron 36, como documentó la catedrática de la Universidad de Sevilla Consuelo Flecha a RTVE. Reconocimiento mayúsculo merece María Elena Maseras Ribera, quien aprovechando un vacío legal abrió la veda en 1872 e ingresó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona. Antes, en 1841, Concepción Arenal burlaba la prohibición de asistir a clase y ataviada como un chico se colaba en las aulas de la Facultad de Derecho de la Universidad de Madrid.
En la postrimería de la dictadura de Primo de Rivera, en 1930, las universitarias españolas representaban un cinco por ciento del total del alumnado. Según datos del Ministerio de Educación de 2017, el 55 por ciento de los titulados en nuestro país son mujeres, que en su salida al mercado laboral se toparán con mayor tasa de paro, peores salarios y mayor precariedad. Para revertir esta y otras muchas realidades injustas salimos a la calle un 8-M más.