Cada estreno de Nuria Espert es un acontecimiento escénico. Ya Incendios ha logrado arrasar en la taquilla y en la crítica durante los dos últimos años. Es una lástima que en España no se monten, como en Estados Unidos, espectáculos en los que una estrella en solitario (One woman show) desgrana su vida y sus éxitos. Ver así a la Espert sería un privilegio.
Pero ahora vuelve a Lorca, autor al que se enfrentó por primera vez en 1971 con una legendaria Yerma, dirigida por Víctor García. Después, en 1980, haría Doña Rosita la soltera y en 2009 La casa de Bernarda Alba. Pero también se ha subido a la escena con la poesía y textos sueltos de Federico. En 1996 estrenó Haciendo Lorca y en 1998 hizo Oscura raíz, ambos dirigidos por Pasqual.
En escena solo se ven unas pocas butacas y una depurada iluminación de Pascal Merat. La base de la propuesta es la conferencia que el poeta y dramaturgo pronunció en 1935. Sus comentarios se intercalan con los poemas y con los recuerdos de la actriz sobre sus trabajos lorquianos.
El Romancero gitano se publicó en 1928, hace exactamente noventa años, conteniendo dieciocho poemas con la raíz común de la cultura gitana. Lluís Pasqual ha hecho un trabajo escénico depurado para la palabra del poeta suene con toda belleza y limpieza en la voz de Nuria Espert. Y en su cuerpo porque ella no recita: interpreta cada romance con todo su cuerpo logrando momentos de un dramatismo que corta la respiración. Es la Espert en estado puro, sola ante el peligro, mostrando el dominio teatral adquirido durante setenta años.
Romancero gitano se verá en la sala San Juan de la Cruz de La Abadía hasta el 11 de noviembre.