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El “zapaterismo” de Sánchez, o de la amnesia del 15-M

Por Víctor Rey y Marian González
miércoles 13 de junio de 2018, 21:19h

El viernes 1 de junio prosperó una moción de censura que, tras casi ocho años de gobierno austericida, anti-social y mafioso de la Cosa Nostra de Rajoy, permitía vislumbrar que otra manera de hacer política es posible. Los números dan. Siempre dieron, desde el 20-D existe una mayoría progresista en el Congreso de los Diputados. Sánchez tardó algo más de dos años en sumar, más vale tarde que nunca.

La moción de censura no la ganó Sánchez, la ganaron cientos de miles de mujeres paralizando el país el 8-M, nuestros mayores tras meses de movilizaciones en defensa de unas pensiones dignas o el precariado dando la batalla en calles y tajos. Sánchez sólo tuvo que dar el paso en la dirección que las mayorías sociales llevaban apuntando años, ya desde aquel 15 de mayo de 2011.

La moción la ganó el 15-M de los hechos que se levantó frente al “zapaterismo” de los gestos.

Ahora el reto pasa por no frustrar las expectativa y anhelos de cambio, demostrar que otra forma de hacer política es posible. Con hechos y no con gestos. Y Sánchez, por decirlo suave, no empieza del todo bien, ni tan siquiera con los gestos, esos que tienen que ver con los nombramientos de su gabinete de gobierno.

Nuestro país atraviesa una crisis institucional sin precedentes, urge recuperar la dignidad de las instituciones para ponerlas al servicio de la gente decente, desmantelar las redes clientelares de las élites y poner al frente de las mismas a personas limpias y competentes.

Pues bien, la primera en la frente. El nuevo ministro de Cultura y Deporte, el tertuliano Màxim Huerta, se ha revelado recientemente como más de lo mismo: en 2006 creó una sociedad pantalla con la que defraudó a Hacienda hasta 218.000 €.

Limpio seguro que no, pasado oscuro. Primer ministro dimitido de la era Sánchez, apenas duró unas horas.

El PSOE debe enfrentar la crisis social en que nos ha sumido el PP, C’s y las élites económicas, que en esencia consiste en: precarizar las condiciones de vida de las mayorías sociales como salida de la crisis, desmantelar el Estado de Bienestar para primar el binomio individuo/privado frente a comunidad/público y, por último, recortar derechos sociales y civiles.

Sánchez debe atajar la precariedad y derogar las reformas laborales de PP y PSOE, lesivas para el conjunto de los trabajadores y que abrieron la puerta a un mercado de trabajo desregulado, temporal y precario.

Reformar el mercado de trabajo pasa, necesariamente, por apostar por el empleo de calidad, invertir en I+D+I, políticas económicas expansivas y una fiscalidad verdaderamente progresiva. A partir de ahí, revertir y re-invertir los recortes en sanidad, educación y recuperar los derechos sociales.

El nombramiento de Nadia Calviño como ministra de Economía, una liberal curtida en Bruselas y las políticas de austeridad, con la que PP, C’s y las élites económicas se sienten muy cómodas, no parece augurar nada bueno para el precariado.

En lo tocante a derechos civiles, inquieta el nombramiento de Grande Marlaska como ministro de Interior. Hay razones para la inquietud cuando un señor que declaró que en los CIE no se vulneraban los derechos fundamentales o que votó a favor de sentenciar a activistas del 15-M por manifestarse frente al Parlament, se pone al frente de la Policía. Apunta a Ley Mordaza para rato.

La crisis territorial es otro de los grandes retos del nuevo gobierno: tender puentes de diálogo con Catalunya y Euskadi, reconocer la realidad plurinacional de España y apostar por un nuevo modelo territorial que no deje a nadie fuera, que seduzca a quienes quieren marcharse.

Quien tendrá que lidiar con el problema catalán en Europa será el nuevo ministro de Exteriores, Josep Borrel. El mismo que hace unos meses salía a manifestarse por las calles de Barcelona, selfie para el recuerdo incluido, junto a PP, Cs, Vox y Falange, entre otros. El mismo que tras esa manifestación subió a un escenario de la mano de Vargas-Llosa para marcarse un discurso incendiario y echar gasolina al fuego en el momento más caliente del conflicto catalán.

Por el momento, escasas propuestas transformadoras, gestos y nombramientos desafortunados, “zapaterismo” del malo.

Queremos recordarle a Sánchez que el 15-M se levantó frente a un gobierno de gestos, en torno a avances en materia de derechos civiles, pero impotente a la hora de abordar los problemas estructurales. Si el nuevo Ejecutivo del PSOE apuesta por una política valiente que enfrente los retos estructurales (crisis institucional, social y territorial) del nuevo tiempo político encontrará a la España del 15-M de su lado. Si, por el contrario, apuesta por una suerte de medidas cosméticas, renovación de caras y gestos estériles que poco tienen que ver con las cosas del comer, tendrá a la España del 15-M de frente. Y ya sabemos qué le ocurrió a aquel gobierno al que se enfrentó el 15-M. Frente a la amnesia, memoria y valentía.

Víctor Rey es secretario de Análisis y Programa de Podemos-Comunidad de Madrid. Marian González, candidata a la Secretaría General de Podemos en San Sebastián de los Reyes.

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