La madrileña Vanessa Martínez triunfa en Nueva York con su gran pasión: la danza. Con la idea de poder dedicarse profesionalmente a su vocación, desde bien pequeña se lanzó a bailar sobre los escenarios. Hace unos años, empujada por las ansias de continuar aprendiendo, voló de su nido en la capital para asentarse en otra gran ciudad rodeada de rascacielos. Con un futuro prometedor, Vanessa nos habla del mundo de la danza y de su proyección.
Siempre tuvo claro que lo suyo era la danza. Desde temprana edad, en el colegio, comenzó con clases a nivel amateur. Y desde entonces, su pasión por el baile y la interpretación no ha dejado de formar parte de su vida: "Siempre lo he llevado en la sangre y en el alma".
Vanessa Martínez estudió Dirección y Administración de Empresas pero su acentuada vena artística quiso que cambiase los números por la expresión corporal y el baile. "Cuando saqué la carrera solo me dediqué al teatro y la danza", apunta. Y con la vista puesta en la Gran Manzana y las múltiples oportunidades que auguraba que iba a tener en Nueva York, comenzó su mayor aventura. Y no se equivocó. A pesar de ser una "jungla" de talento y oportunidades, se fue buscando clases que no se impartían en Madrid: "Una vez que me fui, ya no quise volver".

Aunque al principio transitó entre ambas ciudades, cuando consiguió la beca del Ministerio de Cultura para estudiar un año en la ciudad de los rascacielos, las oportunidades comenzaron a nacer. Entonces comprendió que su lugar estaba allí. "En pocos meses aprendí más que en años en Madrid. Tenía un potencial que nadie había conseguido sacarme", confiesa. Con este aprendizaje , las puertas se le fueron abriendo hasta convertirse en la bailarina profesional que se sube a los escenarios.
"No soporto estar quieta, necesito estar en un escenario"
"Soy afortunada en hacer lo que me gusta y trabajar en mil proyectos". Así se siente Vanessa cuando echa la vista atrás. "Hay que trabajar duro y entrenar a diario. No soporto estar quieta, necesito estar en un escenario o sudando en un estudio", reconoce. Un esfuerzo físico y mental que la han ayudado a embarcarse en proyectos como DoubleTake Dance (SummerStage; Battery Dance Festival, NY Half Marathon, Ailey Theater; Carnival, Webster Hall; Gerald Lynch Theater, Dixon Place, Teatro la Tea, Jazz Choreography Project), la compañía de danza que dirige junto a Ashley Carter. Con esta compañía tiene previstos varios shows en primavera y verano. Además, colabora con Daniel Gwirtzman Dance Company: "Llevo casi tres años con él y hacemos giras y shows en Nueva York".
El claqué tampoco se le resiste: "Trabajo junto a Tony Waag y Lynn Schwab para American Dance Tap Foundation, una organización y escuela dedicada al claqué". Desde febrero, Vanessa prepara coreografías para el gran festival Tap City: "El show se cierra en Time Square con un centenar de bailarines bailando claqué".
Actualmente baila también en otras compañías: De Funes, BalaSole Dance, Noir Tribe Media, Burnt Sugar, Ikada, J.T Lotus Dance Co. Ha tenido el placer de trabajar para coreógrafos como Germaul Barnes, Ryan Beck, Derek Mitchell, Guillém Alonso, Gabrielle Lasner, Sheila Barker, Alan Onickel, Lynn Schwab (Tap City - Symphony Space) y Tony Waag (Career Transition for Dancers Gala en City Center)
En su intensa trayectoria, ha sido protagonista en 'DIY Nutcracker'(NY); Rabi Thakur: A ballet on the Life of Rabindranath Tagore” (NJPAC); Momentum Dance Theater: 'The Jazz Hip Hop Nutcracker' (Washington D.C ), 'Steel City Rhythm' workshop de RSW & associates; 'Where Dreams Become Reality' (NY). Otros incluyen ABT’s 'The Golden Cockerel'. en el New York MET, The Little Opera Theater of NY’s 'Mitridate', 'Arrival' en Theater 80; 'LOVEartJAPAN', show benéfico para Japón.

·"En España hay bailarines muy buenos que no los conoce nadie"
Como profesora ha impartido clases en todas muchas escuelas de Nueva York aunque sus preferidos son los cursos de verano a los que asisten bailarines de todo el mundo. "Esa sensación de darlo todo a todas horas y ver el crecimiento de cada alumno es lo que hace que las clases de Nueva York sean mágicas", confiesa. Una ciudad no solo mágica. Para la bailarina aquí todo es posible: "No sabes quien tienes al lado. En una clase de ballet puedes tener al niño que hace de Billy Elliot en Broadway al lado de la señora que a los 70 quiere aprender a hacer puntas".
Aunque su éxito es imparable en la metrópoli más poblada de Estados Unidos, Vanessa no oculta su añoranza por la ciudad que la vio nacer. "Hay bailarines muy buenos, pero la gran mayoría lo deja o se tiene que marchar al extranjero", explica. Denuncia que en España no haya un trabajo de bailarina bien remunerado: "El sector es un monopolio cerrado y eso no es bueno". Reclama más apoyos y ayudas para que las futuras promesas no tengan que salir fuera de su país en busca de un futuro más profesional.