Ponciano Ponzano, natural de Zaragoza, vivió desde bien pequeño ligado al mundo del arte. Su padre era conserje en la Real Academia de Bellas Artes de San Luis de la capital maña, lo que le abrió las puertas al mundo de la escultura. El escultor José Álvarez Cubero se fijó en él cuando solo tenía 13 años y consiguió que Ponzano entrase en 1828 en la madrileña Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Cuatro años después de su viaje a Madrid, ganó un concurso que le llevó a terminar sus estudios en Roma, donde acabó consagrándose como escultor. Su obra ‘Ulises reconocido por Euricles’ tuvo una crítica tan buena por parte de la Academia que en 1838 fue nombrado académico de mérito.
La huella de Ponzano en Madrid
Nombrado escultor oficial de la Corte de Isabel II, Madrid está lleno de obras del autor aragonés. Dentro del Panteón de Hombres Ilustres, en su patio, se encuentra el ‘Monumento de la Libertad’, esculpido en 1853. Esta estatua similar (y anterior) a la famosa que reside en Nueva York, corona un mausoleo en el que descansan los restos de varios políticos como Mendizábal o Argüelles.
Paseando por la capital encontramos más trabajos del escultor. En la fachada de la iglesia de San Jerónimo el Real podemos ver el ‘Nacimiento de la Virgen’ (1859), de estilo neogótico. En el zaguán de la Casa Museo de Lope de Vega puede visitarse el monumento mural a Fray Lope Félix de Vega Carpio (1862), encargado al artista por parte de la Real Academia gracias a una sugerencia de Mesonero Romanos.
Pero sin duda, sus obras más famosas se encuentran en el Congreso de los Diputados. El frontón, que data de 1848, representa en una composición alegórica los ideales del siglo XIX: España abrazando la Constitución acompañada de un cortejo de figuras como la Abundancia, la Paz, el Valor, la Fuerza, la Justicia, las Ciencias (Astronomía, Poesía y Matemáticas), las Bellas Artes (Escultura, Pintura y Arquitectura), el Comercio y la Agricultura.
Los leones del Congreso le dieron mala suerte
Ponzano tenía fama de supersticioso, tozudo e irónico y siempre se había negado a esculpir animales en mármol porque creía que daba mala suerte. Su concepción por esta idea cambió cuando le propusieron esculpir los leones del Congreso de los Diputados tras ganar el concurso de la obra de Las Cortes.
Los primeros leones fueron esculpidos en yeso, pero tras ser desgastados por las inclemencias del tiempo se decidió fundir el bronce de los cañones tomados en la guerra de África y con ese material se creó a Daoíz y Velarde.
Al poco tiempo de comenzar los leones, Ponciano Ponzano falleció –el 15 de septiembre de 1877– tras atragantarse con una uva, lo que dio pie a creer que la mala suerte se ensañó con el escultor tras prestarse a crear no uno, sino dos animales.