"Joaquín Torres-García: un moderno en la Arcadia" hace hincapié en la individualidad radical de un artista que elude clasificación. Un figura central en la historia del arte moderno y un protagonista clave en los intercambios culturales trasatlánticos que lo han informado, Torres-García ha fascinado a generaciones de artistas en ambos lados del Atlántico, pero especialmente en las Américas, incluyendo a importantes artistas norteamericanos, desde Barnett Newman hasta Louise Bourgeois, y a incontables artistas latinoamericanos. A medida que asimilaba y transformaba las invenciones formales del arte moderno, Torres-García se mantuvo fiel a una visión del tiempo como una colisión de distintos períodos, en vez de una progresión lineal.
La exhibición se estructura cronológicamente en una serie de capítulos importantes abarcando la obra completa del artista, desde sus primeras obras en Barcelona a finales del siglo XIX hasta sus últimas obras realizadas en Montevideo en 1949. Destacan dos momentos claves: la época de 1923 a 1933, cuando Torres-García participó en varios de los primeros movimientos modernos de vanguardia europeos, a la vez que estableció su característico estilo pictográfico-constructivista; y de 1935 a 1943, cuando, habiendo regresado a Uruguay, produjo uno de los repertorios más contundentes de abstracción sintética.