Esa espontaneidad en las tablas para crear historias divertidas y emocionantes ha provocado un repentino auge, en los últimos años, de este tipo de espectáculos. No hay más de bucear en Internet para darse cuenta que estas representaciones ya tienen 'categoría propia' en los buscadores y webs y en las agendas culturales y de ocio aunque el furor llega tardío a Madrid si lo comparamos con otros países como Alemania, Inglaterra o Estados Unidos. Sin embargo, en Madrid, encontramos a algunos de los mejores improvisadores considerados como los 'padres' de este género. Santiago Sánchez, (L'Om Imprebís) y Pablo Pundik (Taller Teatro Asura) son dos de los impulsores de la improvisación en un momento en el que todavía no se conocía apenas. Ellos lograron acercar la Impro a un público que descubrió que podía convertirse en partícipe de un espectáculo en el que nunca hay nada preparado y no se sabe lo que va a pasar.
Hace 20 años no existía en cartelera otra compañía de improvisación que L'Om Imprebís. Con el slogan ‘Tú nunca sabrás qué vas a ver...Ellos tampoco saben qué van a hacer’, se introdujo en España el teatro de improvisación con la compañía, convirtiéndose en referente de un mundo cada vez más amplio. El estreno en 1994 de 'Imprebís', marcó un punto de inflexión en la trayectoria de L'OM. Tras su estreno en el Teatro Talía de Valencia, con tres prórrogas consecutivas, nadie hubiese pensado que 17 años después el espectáculo seguiría representándose en los principales teatros de la geografía nacional. Y así ha sido como demuestran sus más de 2.000 representaciones de esta función por 18 países. En Madrid, de hecho, ya van siete temporadas. "Improvisar es vivir sincera e intensamente el momento presente. Ser improvisador es una actitud ante la vida", explica Santiago Sánchez. Estos espectáculos, añade, generan mucha energía pero hay que "saber canalizarla".
Sánchez define la improvisación como un "lienzo en blanco que se pinta con las sugerencias del público". Y así ocurre en cada uno de una de sus citas con la escena junto a Carles Castillo y Carles Montoliu. Los actores deben tener "una paleta muy amplia" de pintura con la que poder pintar para enfrentarse a cada uno de los juegos teatrales. Por esta razón, explica, es importante tener un amplio bagaje cultural y diferenciar entre un "repentista y un actor improvisador", prosigue, para conseguir destacar en un tren en el que muchos se suben sin estar lo suficientemente preparados.
Una formación que si se une a la fantasía y a las "ganas de contar historias", conforman un teatro diferente y único en el que la particularidad es que no existe un texto escrito. Así lo describe Pablo Pundik, director del taller de Teatro Asura, otro pionero en la Impro en Madrid. Este centro de formación, entrenamiento y creación fue fundado en 1990 y tres años después, pusieron en marcha el Match Impro, una batalla de improvisación cronometrada entre varios equipos, que todavía perdura en el tiempo. Pundik imparte clases y seminarios en diversas escuelas de teatro y de sus enseñanzas han salido un buen número de maestros improvisadores que en la actualidad han formado sus propias compañías como Impromadrid y Jamming.
La historia de tres amigos, Ignacio López, Ignacio Soriano y Jorge Rueda comienza precisamente en el Teatro Asura. "Recuerdo llegar a un portal, llamar a un telefonillo en Cuatro Caminos y actuar en una sala que parecía que era ilegal". Así recuerda López los inicios de Impromadrid, cuando no existían referentes y apenas nadie conocía la improvisación en España. La compañía lleva casi 15 años dedicada a la investigación de las técnicas de este género para crear espectáculos "únicos e irrepetibles" y están más que acostumbrados a las peticiones de un público cada vez más exigente que espera buenas historias. "Mucha escucha y apoyarse los improvisadores entre sí", son algunas de las bazas que manejan sobre el escenario. 'Corten', 'Soup Buey' y 'Teatruras' son algunos de los títulos más sonados de la compañía.
Jamming es otra de las compañías veteranas en el arte de la improvisación. Hace más de 10 años que empezaron su andadura y siguen arrasando en Madrid y en otras Comunidades Autónomas con Jamming show -en el Teatro Maravillas-, La Golfa y Jamming on Tour. Energía, velocidad, humor y sorpresa son las bazas que Lolo Diego comparte en el escenario junto a Juanma Díez, Joaquín Tejada y Paula Galimberti para crear representaciones únicas que nunca son iguales. "Son espectáculos vivos, frescos y cercanos", apunta Lolo cuando explica el por qué del éxito de la 'Impro'. Además, añade, igual que los monólogos, la producción es sencilla y "no necesita demasiada escenografía". Algo en lo que coinciden todos, "son espectáculos que no requieren mucho montaje, se adaptan a cualquier espacio", comparte también Pablo Pundik.
La investigación en las nuevas formas de improvisar es una constante para las compañías. "Lo que veo en Madrid son muchas impros de juego y velocidad", cuenta desde Impromadrid, pero teatralmente, Ignacio López echa en falta nuevas historias. En este sentido, destaca el trabajo que realiza Al Tran Tran, una compañía que hace música y teatro improvisado. Una arriesgada propuesta que nace en 2009 con Ángel Cantinazi al frente de un proyecto en el que "no se ensaya, se entrena, no se actúa, se juega".
Un pasado de reuniones musicales entre amigos en Lavapiés y La Latina propició convertir esos sueños en un proyecto que ya está asentado en la cartelera madrileña. ¿Y si esto lo llevamos a un escenario?, se preguntaron en aquel momento. Y así lo hicieron convirtiéndose en la primera compañía especializada en impro musical. "La impro es muy terapéutica" y al público, que se convierte en guionista y actor del espectáculo, le provoca, añade, "una sensación de bienestar". Todavía recuerdan cuando en 2009 aterrizaron en la sala Galileo Galilei con su primer espectáculo 'Con mallas y a lo loco'. Tras hacer una gira por España y triunfar con algunos títulos en la escena madrileña, la compañía se fue profesionalizando en la comedia musical improvisada combinando letras de canciones y escenas musicales. "A veces es cabaret, otras un programa de radio", puntualiza Cantizani. El público decide y ellos se aventuran a improvisar. Entre las bazas con las que cuentan estos 'entrenadores', son imprescindibles, la "rapidez mental y la improvisación". Lo único que se fija es una estructuras, unas bases y el tono que se le quiere dar a cada espectáculo, el resto, asegura, "dependerá del público y del ingenio de los artistas".