El teatro de la Zarzuela resucita -reconstruye, más bien- una bellísima, y desconocida, zarzuela barroca, estrenada en 1744: La violación de Lucrecia. Realmente se trata de Donde hay violencia no hay culpa, del aragonés José de Nebra. El libreto original lo escribió Nicolás González Martínez y tras su estreno en el palacio de los Duques de Medinaceli, parece que no volvió a representante.
Para la resurrección que plantea la Zarzuela, en su interés por recuperar nuestro patrimonio lírico, se cuenta con una versión y dramaturgia de Rosa Montero, en la que se optó por poner el título con que se presenta, y que recuerda al largo poema dramático de Shakespeare. Rosa Montero introduce un personaje contemporáneo, una moderna Lucrecia, que establece los puentes entre la historia del pasado que se canta, y la actualidad. La conclusión es que, en el tema de la violencia contra la mujer, no hemos avanzado mucho en estos siglos.
Lucrecia, patricia romana, es objeto de un violento deseo sexual de Sexto, que soborna a la criada para que le de acceso a sus aposentos y culminar la violación. El marido de Lucrecia, Colatino, se debate entre la protección de su esposa y la venganza por el honor mancillado. Además aparece Tulia, completamente enamorada de Sexto, a quien está prometida. Por lo menos el título original, exonera a la protagonista de cualquier culpa por la violencia a la que ha sido sometida. Estos cinco personajes, además de la moderna Lucrecia, son los únicos que aparecen en la versión de Rosa Montero y del director de escena Rafael R. Villalobos, debutante en el teatro madrileño. El resultado es una interesante narración de una leyenda que se ha transmitido a lo largo de los tiempos, resuelta con una bella escenografía y un elenco artístico más que solvente.
Los cuatro personajes que cantan están interpretados por mujeres. A Lucrecia le da vida la soprano María Hinojosa; su esposo Colatino es la mezzosoprano Carol García; Tulia, enamorada de Sexto, es la soprano Marina Monzó y la criada Laureta es la también mezzosoprano Judit Subirana. Al violento Sexto lo encarna el actor Borja Luna, mientras que Manuel Velasco asume el papel del espíritu de Lucrecia.
Para el foso se cuenta con el Ensemble Los Elementos, la espléndida formación fundada en 2018 por Alberto Miguélez Rouco, instrumentista a la vez de clavecín. El objetivo de este singular conjunto orquestal es interpretar las partituras barrocas con los instrumentos de la época en que fueron compuestas. Muchos de sus componentes están vinculados a la Schola Cantorum Basiliensis, de Suiza. Desde su fundación han participado en numerosas recuperaciones sobre la escena y en grabaciones. En octubre del pasado año grabaron Donde hay violencia no hay culpa, el título con el que se presentan en el teatro de la Zarzuela.
José de Nebra, nacido en Calatayud, se formó musicalmente con su padre, junto a sus hermanos, también músicos. Ya hay constancia de su presencia en Madrid en 1719, cuando era organista en el monasterio de las Descalzas Reales. Posteriormente ocuparía puestos destacados en la corte de Felipe V. Fue un prolífico compositor, con decenas de obras religiosas, además de doce zarzuelas y cinco óperas. Solo se conserva una pequeña parte de sus obras cantadas.
En esta ocasión solamente hay un solo reparto, que realizará las cinco
funciones previstas hasta el 1 de abril.