Salvo decisión judicial posterior, Madrid Central ya está en marcha. Un proyecto que viene a culminar una política de movilidad que ha logrado estrangular la circulación en puntos clave de la ciudad y volver a la situación de atascos de los años 80. Túneles sistemáticamente cerrados, eliminación de carriles en vías principales, ahora semáforos en la A5, construcción de algunos carriles bici peligrosos (en algunos casos hasta denunciados frente al Defensor del Pueblo por asociaciones ciclistas) que no han servido para fomentar el uso de la bici en Madrid, pero sí para colapsar cada día algunas zonas, como por ejemplo los bulevares... Actuaciones que han empeorado gravemente la situación del tráfico en Madrid, a pesar de que la Sra. Carmena diga que en Madrid 'hay pocos atascos' para indignación de todos los que pierden muchas horas de sus vidas atrapados en nuestras calles.
Todo esto ha tenido otro efecto también muy negativo como es la pérdida de usuarios por parte de los autobuses de la EMT. Y es que, mientras Metro de Madrid ha pasado de transportar cada día 2,6 millones de viajeros, cuando al inicio de la legislatura eran 2,2 millones, la EMT no para de perder usuarios. Lógico si tenemos en cuenta que ha empeorado tanto su velocidad comercial como su regularidad. En el centro de Madrid y en otras muchas zonas es cada vez más habitual ver personas bajarse de los autobuses porque después de 20 minutos han conseguido avanzar 100 metros.
Obviamente, también el transporte colectivo por superficie sufre los efectos de los atascos. Y el final de la ecuación, como no puede ser de otra manera, es el aumento de la contaminación en Madrid desde que Carmena llegó al Gobierno. Los datos de la red de estaciones de calidad del aire (la misma que había con gobiernos anteriores) nos dicen que el nivel de dióxido de nitrógeno (nuestro principal problema en cuanto a la calidad del aire) ha subido un 20% entre 2014 y 2017 (último año completo del que tenemos datos).
Y ahora nos encontramos con el cierre de todo el centro de la ciudad (472 hectáreas) en un proyecto que no tiene parangón con ninguna otra ciudad europea. Es cierto que en muchos cascos históricos de las ciudades se han hecho peatonalizaciones y cierres al tráfico de vehículos, pero nunca en una extensión tan enorme, que va a provocar graves problemas de congestión, ruidos y contaminación en todo el perímetro de ese Área y en el conjunto de la ciudad. Especialmente preocupante es lo que va a ocurrir en el distrito de Chamberí, en los bulevares y al norte de los mismos. Además, ni siquiera se han resuelto las demandas más básicas que plantean los afectados.
La web para dar de alta matrículas y permisos no funciona, el teléfono de información 010 no resuelve muchas de las dudas que le plantean los ciudadanos, no se han instalado los paneles informativos para saber si hay plazas libres en los aparcamientos del centro (y parece que no estarán listos hasta el mes de mayo, como mínimo), se ha restringido sustancialmente el horario para la carga y descarga y el sector alerta de posibles desabastecimientos en los locales del centro si tienen que cumplir esa normativa... Se obliga a los pequeños aparcamientos de la zona a hacer inversiones superiores a los 50.000 euros sin una sola ayuda para que luego sus plazas no vayan a aparecer publicitadas en los paneles informativos cuando se instalen. Se obliga al sector del transporte a renovar el 90% de su flota en 4 años, con un coste inasumible para ellos de 1.300 millones de euros. Tampoco está resuelta la situación de los autobuses que trasladan a los turistas en esa zona. Y los abogados del turno de oficio. Y las familias numerosas... Y todo esto, sin poner sobre la mesa un solo estudio mínimamente riguroso sobre la afección de esta medida en el transporte público, en el tráfico, en el comercio, en la economía y el empleo de la ciudad, como han denunciado más de 80 entidades agrupadas en la Plataforma de Afectados por Madrid Central o la propia CEIM.
Es evidente que este proyecto no está preparado para funcionar porque ni siquiera los cientos de policías y agentes de movilidad a los que se echa sobre su espalda la labor informativa, y más tarde punitiva, tienen información de lo que deben hacer y cómo deben actuar, según ellos mismos denuncian. Policías, por cierto, que se quitan de otras zonas de la ciudad para atender a este experimento sociológico a que nos quiere someter la Sra. Carmena, tomando a los madrileños como cobayas de su sectarismo ideológico.
Por todo ello, desde el Grupo Municipal Popular seguimos pidiendo la paralización inmediata de Madrid Central para no empeorar la situación de atascos y contaminación en la ciudad. Y, eso sí, se deben empezar a tomar todas las medidas que no se han tomado durante estos tres años perdidos para la lucha contra la contaminación. Medidas centradas en dar soluciones y alternativas realistas a los ciudadanos y no tanto en prohibiciones continuas: mejora de la regularidad y la velocidad de la EMT, construcción de los 12 parkings disuasorios anunciados, puntos de recarga eléctrica por toda la ciudad, ayudas para la renovación de flotas de carga y descarga, taxis, incentivos a cambios de vehículos por otros más limpios, renovación de todas las calderas de carbón y gasoil que aún quedan en Madrid... Medidas, en definitiva, que incentiven y den respuesta a las necesidades reales de los ciudadanos, que es exactamente lo que no se ha hecho en estos tres años de Gobierno de Carmena en Madrid.
Inmaculada Sanz es concejala del PP en el Ayuntamiento de Madrid